miércoles, 17 de noviembre de 2010

Berlusconi, la crisis y el fin

Por Gustavo Sierra

El gobierno italiano de Silvio Berlusconi ya tiene fecha de vencimiento: el 14 de diciembre. Il Cavaliere se enfrentará ese día a una moción de censura que, si todos los partidos votan como aseguran que lo harán, lo obligará a dimitir. Es muy probable que el fin del proceso que podría terminar con unas elecciones adelantadas para febrero o marzo del 2011, marque también el ocaso político del polémico empresario. El presidente Giorgio Napolitano parece haber tomado las riendas del poder. Ayer, reunido con los presidentes de ambas cámaras del Congreso, Renato Schifani y Gianfranco Fini, decidió convocar a la sesión extraordinaria de la Cámara de Diputados en la que Berlusconi enfrentará el voto de confianza.

Desde que en julio se quebró la coalición ganadora de las elecciones del 2008 y el aliado de Berlusconi, Gianfranco Fini formó el partido de Futuro y Libertad que ahora es el principal verdugo de este gobierno, Napolitano se había mantenido como un espectador. Ahora, el veterano presidente no sólo comenzó a construir el patíbulo para Il Cavaliere sino que aseguró también un acuerdo con los jefes parlamentarios para aprobar la Ley del Presupuesto 2011. Italia es el país con mayor deuda pública de la Zona Euro y necesita medidas urgentes para mantener la estabilidad financiera cuando podría ser contagiada por la crisis irlandesa.

El acuerdo es que más allá de la hecatombe política, los enfrentamientos no afecten la economía. Napolitano no permitirá que los legisladores truchos que cambian de camiseta como de ropa interior vayan a realizar alguna maniobra que perjudique las ya muy delicadas finanzas del país. El acuerdo para aprobar el presupuesto incluye a la oposición de izquierda, los demócratas y la Italia dei Valori, y a los católicos de centro. Ya firmaron un documento comprometiéndose a no entorpecer el trámite parlamentario "por sentido de responsabilidad republicana". En ese sentido, los italianos ­como los argentinos-- parecen siempre jugar al borde del abismo pero cuando se trata de asuntos de Estado, desaparecen las diferencias ­a diferencia de nosotros-.

Aunque no pareciera que los berlusconianos se van a rendir así nomás. El propio jefe del gobierno intentó esta semana una jugada para disolver sólo la cámara baja del Parlamento, donde perdió la mayoría, y llamar a elecciones para renovar a los 630 diputados, algo ilegal que el presidente Napolitano desestimó de inmediato. El cálculo de Berlusconi es que podría conservar una mayoría en el Senado y conseguir allí un voto de confianza se lo mantendría en el gobierno hasta el 2013. Ya demostró ser un hombre de grandes recursos (aunque no todos legales) para conservar el poder.

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