La cadena satelital de Qatar no sólo mostró las mejores imágenes del ataque a Kabul y el video de Osama bin Laden repudiando la ofensiva de Estados Unidos, sino que de paso doblegó a CNN en la cobertura del conflicto y pone en riesgo los intentos norteamericanos por controlar la información. Parece que en esta guerra, en materia de noticias, la contienda no es tan desigual.
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Por: Julio César Rodríguez
Fuente: PrimeraLínea
'Juro por Dios el grande que Estados Unidos nunca se volverá a sentir seguro, a menos que nosotros sintamos seguridad en nuestra tierra y en Palestina', las palabras de bin Laden salieron para todo el mundo por Al Jazeera TV, no por CNN. La cadena norteamericana tuvo que colgarse del video, porque sin duda era la noticia más importante del momento. Pero más que el acierto periodístico, ayer la cadena satelital de Qatar rompió la hegemonía del discurso y los contenidos occidentales. Nuestros ojos no están acostumbrados, los generadores de caracteres se llenaron con letras árabes que se tomaron la pantalla y dejaron con un amargo sabor a los que quieren acaparar la información. En este conflicto “Alá tiene televisión”.
Aún no se le toma el peso al video en que Osama usó el más moderno de los formatos mediáticos para comunicarse con el mundo entero. Se puede pensar que la aparición de bin Laden favorece estratégicamente el ataque norteamericano, porque la opinión pública tiene visible al supuesto responsable de los atentados amenazando al pueblo estadounidense. Pero también por todas partes se escuchó: 'Muchos niños inocentes mueren a diario en Irak y Palestina. Y nunca oímos hablar del asunto. Y todos los días vemos los tanques israelíes. Y nadie objeta esto… Estados Unidos apoyó el asesinato de muchas víctimas. Entonces ha recibido lo que se ha merecido'. Un discurso que sin duda aglutina al mundo Islámico y que utiliza la cadena de televisión más exitosa del mundo árabe para comunicarlo. En esta guerra los atacados, los del otro lado del mundo tienen su propia CNN, el único canal que está en Kabul, el único que tiene acceso al personaje más importante de esta historia.
Hace unos días, Colin Powell, secretario de Estado norteamericano, se reunió con el Emir de Qatar y le pidió que lo ayude a 'calmar' lo que denominó “un mensaje de odio hacia los estadounidenses” por parte de la cadena de TV Al-Jazeera, financiada por ese gobierno y que para preocupación del político retransmite en todo el Medio Oriente. Esta televisora es una piedra en el zapato para la estrategia del gobierno de Bush de controlar y suavizar los mensajes dentro de Afganistán. “Estas fuerzas estarán preparadas para emitir y distribuir panfletos con la esperanza de dividir la milicia talibana y favorecer un sentimiento antitalibán más amplio”.
Dentro de esta nueva batalla informativa, a la memorable reflexión de “lo que no se dice puede ser tan importante como lo que se dice”, habría que agregar: cuidado con lo que dicen porque, a diferencia de la guerra del Golfo de los noventa, ahora está disponible y en imágenes la otra mirada del conflicto.
La audiencia que ha conquistado el canal de Qatar, cuyo país completo tiene poco más de 500 mil habitantes, es increíble y no era para menos porque el canal está ofreciendo 24 horas de noticias, con la más alta tecnología y como profesa la prensa occidental, su valor agregado más importante es “la insólita libertad de expresión que practica”. Gozar de esta libertad no ha sido fácil, el año pasado hubo presiones diplomáticas de los ofendidos gobernantes de Arabia Saudita, Kuwait, Egipto, Jordania y Bahrein. Incluso el embajador de Libia fue retirado de Qatar luego que el canal emitió opiniones críticas al régimen de Kadafi. Fue ese canal el que difundió el reciente llamado de Saddam Hussein a eliminar a todos los líderes árabes, particularmente a los sauditas, cuando ninguna televisión estatal árabe transmitiría tal amenaza.
Incluso, Hosni Mubarak, presidente de Egipto dijo: 'Tengo que hacer algo'. Estas palabras fueron provocadas por la reacción que está teniendo ese pueblo con las fuertes imágenes de la última intifada, transmitidas a diario por varias señales regionales de televisión satelital. “La difusión de los choques entre palestinos e israelíes está teniendo derivaciones políticas, dando pie a decenas de manifestaciones estudiantiles que se multiplican en toda la región”, señalan las agencias de noticias.
La señal, en estos más de cuatro años de transmisión, ha logrado convertirse en un poderoso agente formador de opinión. Mohammed Gohar, director de la productora Video Cairo, asegura que 'es una revolución: si algo sucede en Oriente Medio, todos encienden Al-Jazeera. Y esa es la gran diferencia entre esta intifada y la anterior, que sucedió a fines de los 80'. Ahora los árabes ya no están obligados a mirar los canales estatales, completamente manipulados por los gobiernos que a todo le dan un toque oficial, sin lugar a dudas prefieren la sensacionalista cobertura de Al-Jazeera y esta es una nueva realidad que los líderes no pueden ignorar. “En Marruecos, por ejemplo, el gobierno (moderado, en términos generales), se vio en la obligación de encabezar la protesta contra la proliferación de señales de satelitales cuando unas 500 mil personas ganaron la calle para manifestar contra Israel”.
Según David Makovsky, del US News & World Report, “basta con echar un vistazo a los techos en el mundo árabe para evaluar el impacto de la TV satelital. Aunque técnicamente son ilegales, las antenas, que empezaron a aparecer en las zonas más acomodadas de Damasco, la capital de la autoritaria Siria, a mediados de los 90, hoy son parte del paisaje hasta en las áreas marginales del país. Lo mismo sucede en El Cairo: las antenas abundan en las zonas elegantes y en los barrios pobres. Y en Jordania, mientras la gente se reúne a mirar canales satelitales en los cafés, hay quien ha reportado la llegada de la señal desde las poblaciones beduinas. Al-Jazeera es la cadena que se lleva todos los premios. El aumento de su popularidad fue meteórico, principalmente porque la señal fusiona dos ideas muy fuertes: la idea de nacionalismo al estilo árabe y los instrumentos del marketing al estilo occidental. Su fórmula, que hoy está siendo imitada por otras emisoras árabes, es una mezcla de flashes noticiosos similares a los de CNN con imágenes muchas veces brutales, que incluyen cadáveres baleados y escenas de quirófanos en los que están operando a palestinos heridos. Pero no fue su perfil estético sino los acontecimientos de la región lo que convirtió a Al-Jazeera en un elemento ubicuo e indispensable; a tal punto que se estima que, en Jordania, tras el estallido de la intifada, se compraron cerca de 30 mil antenas. Otras cifras no oficiales aseguran que en Egipto existen más de 2,5 millones de antenas. Y Al-Jazeera sostiene que su señal la miran entre 60 y 80 millones de árabes”.
La llegada de otras cámaras, de otros móviles, de otras voces a las zonas de la noticia en el medio oriente democratiza la lectura de la información las miradas desde ángulos distintos preocupa a occidente que siempre ha sido líder en estas materias, más aún en las zonas de conflicto. En un discurso que pronunció durante una reciente visita a Washington, el ministro de Relaciones Exteriores israelí, Shimon Peres, declaró: 'La manera en que se muestran las cosas en la televisión constituye un verdadero problema para Israel, porque la televisión no cuenta una historia, muestra una imagen'.
Sin embargo, Al Jazeera TV trae un doble beneficio a la comunidad global. Por un lado, quizá por primera vez, la audiencia del medio oriente ve analizar, cuestionar y denunciar temas tabú para esa cultura. Y por otro, ofrece a occidente la posibilidad de tener un equilibrio en esa batalla por las mentes y los corazones que siempre han formado parte de las guerras. En ese sentido, Penn Kemble, ex jefe de diplomacia pública del gobierno de Bill Clinton, sabe que la información en los pueblos islámicos es clave porque “cuando Saddam Hussein invadió Kuwait, fue un acto de agresión militar en contra de otro estado islámico. Pero librar una guerra contra un enemigo sin estado y casi invisible es mucho más difícil de explicar a los posibles aliados”. Kemble sabe que esta antipatía ha aumentado a medida que el proceso de paz en el Medio Oriente se derrumbaba y crece la distancia entre la muy publicitada riqueza de EE.UU. y la pobreza local.
Por eso la lucha por cautelar y difundir cierta información es un tema demasiado importante para los Estados Unidos y al parecer ahora también para los Talibanes. La preponderancia de tener imágenes que cuestionen ciertas “verdades oficiales”, es demasiado trascendente en una sociedad que advierte e incorpora su realidad a través de la pantalla. Cuando termino esta crónica en “La entrevista del domingo” de Televisión Nacional, la periodista Consuelo Saavedra contrapregunta “...pero hoy vimos por televisión a Osama bin Laden decir...”. Claro Consuelo, es verdad, es cierto, pasó, lo vimos todos por Al Jazeera TV.
- La otra mirada del conflicto
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