La política de Estados Unidos hacia los israelíes y los palestinos va de mal en peor.
El intento de convencer, persuadir y sobornar a Israel para que congele de manera parcial la construcción de casas para los judíos en los territorios ocupados ha sido dado por muerto.
Esto, por lo menos, viene a reemplazar las ilusiones con una nota de realismo.
A menos que haya en curso una negociación secreta paralela que sorprenda a la región, tal como ocurrió con los acuerdos de Oslo en 1993, está claro que los estadounidenses no saben qué hacer.
No importa cuánta vergüenza les haya causado al presidente Barack Obama y a su administración esta manifestación pública de lo limitada que es su influencia sobre Israel.
En la era de WikiLeaks, ya deben estar acostumbrados a las caras coloradas.
Lo que importa mucho más es el hecho de que el país más poderoso del mundo carece de ideas que funcionen en una región que es cada vez más peligrosamente inestable.
En Medio Oriente, Obama y su gobierno han demostrado que no están generando el cambio que prometieron.
El presidente cree que ponerles fin a más de 100 años de conflicto entre árabes y judíos le haría mucho más fácil hacerles frente a otros peligros de la región.
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Preguntas
Algunos israelíes de derecha no están de acuerdo, pero muchos otros en todo el mundo y en Medio Oriente comparten esa opinión.
Por el momento, lo más probable es que EE.UU. vuelva a echarle mano a la técnica –tantas veces ensayada y tantas veces fracasada- de ir y venir entre israelíes y palestinos. Es poco probable que esa estrategia produzca muchos frutos.
Washington también está bajo presión para sancionar a los israelíes por su intransigencia al no vetar resoluciones que podrían ser de ayuda a los palestinos en Naciones Unidas. Eso también es poco probable por el momento.
Detrás de escena los estadounidenses, sin duda, analizan qué ha salido mal y por qué.
Tienen que preguntarse si es posible algún tipo de acuerdo que involucre territorios en Cisjordania y Jerusalén Oriental bajo el actual gobierno israelí.
También deben preguntarse si es posible un acuerdo cuando el presidente palestino, Mahmoud Abbas, es cuestionado como líder y no ejerce ningún control sobre la Franja de Gaza.
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