lunes, 15 de noviembre de 2010

Expediente; INDONESIA /TIMOR ORIENTAL / EEUU

CONTENIDO

1. Informacion básica

2. Viaje de Obama a Indonesia

3. El conflicto en Timor Oriental

4. Conflicto de Indonesia

5. Comunicado de prensa Amnistía Internacional

6. Por qué deben preocuparse por Timor Oriental los estadounidenses, Por Noam Chomsky

1- Informacion Basica

País (nombre oficial) República de Indonesia

Capital Yakarta

Superficie 741.100 millas2
1.919.440 km2
(casi la superficie triple de Texas)

Población 228.437.870 (est. julio 2001)

Población estimada en el año 2050 337.807.011

Lenguas Bahasa-Indonesia (lengua oficial, un dialecto derivacio del Malayo), Inglés, Holandés, Javanés, otros dialectos en uso regional o comunal.

Alfabetismo 83,8% total; 89,6% hombres; 78% mujeres (est. 1995)

Religiones Musulmanes 88%, Protestantes 5%, Católicos 3%, Hindúes 2%, Budistas 1%, otras 1% (1998)

Expectativa de vida Hombres: 65,9 años; mujeres: 70,75 años (est. 2001)

Gobierno República

Moneda 1 Rupia Indonesia (Rp) = 100 sen

Producto nacional bruto (per cápita) $2.900 (est. 2000)

Industria Producción de petróleo y gas natural, telas y tejidos, ropa, calzado; minería, cemento, fertilizantes químicos, madera terciada, caucho, industrias de alimentos, turismo

Agricultura Arroz, mandioca (tapioca), cacahuetes, caucho, cacao, café, aceite de palma, copra; avicultura, carne de res, carne de cerdo, avicultura (huevos)

Tierras de Labrantío 10%

Minerales y Recursos Petróleo, estaño, gas natural, níquel, recursos forestales, bauxita, cobre, suelos fértiles, carbón, oro, plata

2- Viaje de Obama a Indonesia torpe

El Presidente Obama se encuentra en Yakarta después de aplazar tres visitas a Indonesia, encontrándose con una acogida bastante tibia por parte de los locales. De 1967 a 1971, Obama vivió en el barrio Menteng-Dalam de Yakarta, con su madre y su padrastro indonesio.
Pero, como informo Kenneth Weisbrode, un indonesio de respecto, el presidente con una mezcla de sentimientos, a pesar del tiempo que pasó allí como un niño.
Desafiando una nube de ceniza volcánica, Indonesia es parte del viaje de Obama, en su viaje por Asia.
A diferencia de los kenianos, que abrazaron a Obama después de su elección, la gente en Indonesia es ambivalente sobre el presidente Obama, a quien consideran un extraño, que no merece siquiera una estatua simple en la capital, Yakarta.
En Indonesia, como en otras partes del mundo musulmán, el número de aprobación de Obama se ha ido desvaneciendo desde su elección hace dos años, y hay informes de que Obama podría enfrentar más manifestaciones en Yakarta la semana que viene.
Incluso un destacado imitador de Obama en Indonesia se queja de que el negocio se ha ralentizado.
En su discurso público en Yakarta, Obama tendrá que encontrar un equilibrio delicado de retórica, abordar las preocupaciones de que Estados Unidos es cada vez más anti-musulmán sin alienar aún más los de casa que consideran que sus creencias con sospecha. En parte debido a los años que pasó en Indonesia como un niño, Obama ha luchado contra acusaciones infundadas que no es realmente de un cristiano, sino musulmán.
El viaje de Obama a Indonesia es importante por razones geoestratégicas. El gobierno de EE.UU. tiene la esperanza de poder contrarrestar a los chinos haciendo más fuertes aliados de los países como Vietnam, India e Indonesia.
Indonesia fue una vez una colonia holandesa, que forma parte de una media luna imperial centrado en la India y Birmania.

3- EL CONFLICTO DE TIMOR ORIENTAL

En 1975, Indonesia invadió la parte oriental de la isla de Timor, convirtiéndola en la 27ª provincia de este gigantesco país, que cuenta con una población de más de 206 millones de personas, que hablan más de trescientas lenguas diferentes, que habitan más de 16.000 islas y que profesan mayoritariamente la religión musulmana.

Desde la segunda mitad del S.XVI hasta la invasión Indonesia,
Timor Oriental fue una colonia portuguesa. Con la llegada al poder de la izquierda en Portugal, materializada en la Revolución de los Claveles (25 de abril de 1974), se puso en marcha el proceso de descolonización. Este proceso fue interrumpido inmediatamente por la invasión indonesia. Indonesia justificó su acción alegando la existencia de un grave peligro de confrontación civil.

La violación de la integridad territorial de Timor fue posible gracias a la pasividad de la comunidad internacional y la complicidad de determinados países. Australia, Gran Bretaña y los
EEUU, dieron "luz verde" a la acción de Yakarta debido a que, en el contexto de la guerra fría, consideraban a Indonesia y su régimen dictatorial un freno a la extensión del comunismo en Asia.

Las Naciones Unidas, por su parte, no han reconocido nunca la anexión de Timor Oriental por parte de Indonesia. Durante muchos años esta organización sólo se limitó a aprobar resoluciones de condena, como por ejemplo la
Resolución 384 del Consejo de Seguridad en la que se reconocía la integridad territorial y el derecho a la autodeterminación del pueblo de Timor Oriental, así como la figura de Portugal como potencia administradora. En esta misma resolución, Naciones Unidas pedía la retirada de las fuerzas indonesias del territorio ocupado. La utilización del derecho de veto por parte de los EEUU ha evitado toda implicación directa de les Naciones Unidas, tanto en lo que se refiere a la finalización del proceso de descolonización como a la solución definitiva del conflicto. De esta manera, las Naciones Unidas y la legalidad internacional consideran, en virtud de la no realización de un proceso de autodeterminación, que el proceso de descolonización no ha finalizado.

INDONESIA

El destino del pueblo de Timor Oriental ha estado, desde su invasión en 1975, ligado a la dinámica interna de Indonesia y a la actitud de la comunidad internacional. El general Suharto (que governó Indonesia hasta el 1998), su familia y la cúpula militar del país construyeron una basta red de negocios que se extiende por todo el territorio de Indonesia y que acapara numerosos sectores de la economía. El territorio de Timor Oriental no es una excepción, la familia de Suharto es propietaria de 564.867 hectáreas en Timor Oriental, y de 9 millones en toda Indonesia, una superficie equivalente a la de Portugal. Los intereses económicos de la familia de Suharto y de algunos militares de alto rango se pueden seguir en Timor a través de las empresas de extracción y comercialización de perlas, del gas y el petróleo del Mar de Timor (que hasta ahora explotan conjuntamente Indonesia y Australia), café, caña de azúcar, madera de sándalo, mármol, constructoras, fábricas de cemento, etc.

La situación interna actual de Indonesia es un elemento clave a hora de contemplar una posible solución de la cuestión de Timor Oriental. Indonesia se encuentra en un período de inestabilidad política y inmersa en una grave crisis económica. Son muchas las variables a tener en cuenta en próximos acontecimientos. La actuación del gobierno interino dirigido por Jusuf Habibie, la toma de posesión en noviembre de 1999 del primer gobierno de oposición elegido en 35 años y las disensiones existentes en el interior del ejército (encabezado por el General Wiranto y verdadero poder político en Indonesia) son cuestiones a tener presentes en la evolución de la situación de Timor Oriental.

Por otro lado, y esta es una de las principales preocupaciones de la cúpula militar indonesia, el caso de Timor oriental puede llegar a ser un precedente para otras provincias indonesias como
Aceh (en la isla de Sumatra) y Irian Jaya (Papua Este). Éstas también piden la independencia, a pesar de que su situación des del punto de vista del Derecho Internacional no es equiparable a la de Timor Oriental.

EL PAPEL DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL

También es necesario, para entender la situación actual, tener en cuenta el comportamiento de la comunidad internacional y, sobre todo, la posición de determinados países (EEUU, Australia, Gran Bretaña, Japón). El día 5 de mayo de 1999 , un acuerdo entre Indonesia, Portugal y las Naciones Unidas, abrió el camino hacia la celebración de una consulta popular en la que los timorenses debían escoger entre su independencia o la integración definitiva en Indonesia. Esta consulta finalmente tuvo lugar el 30 de agosto. En la decisión de Indonesia de aceptar esta consulta (Indonesia siempre ha rechazado el término referéndum) han tenido peso algunos cambios en la esfera internacional.

Por un lado, el cambio de posición de Australia, que tradicionalmente no había sido favorable a los deseos de autodeterminación del pueblo de Timor Oriental. Recordemos que Australia fue el único país que reconoció la anexión de Timor por parte de Indonesia. Parece que el cambio de gobierno en Australia ha posibilitado este cambio de actitud. Por otro lado, también los EEUU han hecho un aparente cambio en su política de apoyo al régimen autoritario de Suharto. Según
Noam Chomsky, la retirada de este apoyo responde a dos cuestiones: la negativa de Suharto a aplicar las draconianas medidas dictadas por el FMI y la incapacidad del dictador para controlar la revuelta popular. Estos hechos propiciaron la retirada del poder de Suharto (únicamente unas horas después de que Madeleine Albright pidiera su dimisión) y la celebración de las primeras elecciones en 35 años. Hemos de tener en cuenta que a pesar de las graves violaciones de los Derechos Humanos denunciadas por Amnistía Internacional y Human Rights Watch, tanto los EEUU como Gran Bretaña han vendido armas y ofrecido apoyo militar a Indonesia durante muchos años. Contribuyendo a la formación de un ejército bien equipado y entrenado en las técnicas más modernas de lucha contrainsurgente.

EL PROCESO DE CONSULTA POPULAR

Durante el proceso de despliegue de la Misión de Naciones Unidas para Timor Oriental (UNAMET y la preparación de la consulta –que técnicamente se llevó a cabo de manera correcta-, las condiciones de seguridad (que debían estar garantizadas por Indonesia) no fueron las adecuadas, como el mismo Kofi Annan señaló en julio de 1999.

La impunidad con la que actuaban las milicias pro-integracionistas, que contaban con el apoyo explícito (aprovisionamiento de armas) y la pasividad del ejército indonesio, permitió a éstas continuar con los ataques que afectaban tanto a pro-independentistas como a miembros locales de la UNAMET. El triunfo de la opción independentista en la consulta provocó un empeoramiento de la situación. Las milicias pro-integracionistas iniciaron una oleada de violencia que tuvo como objetivo principal a la población civil.

Después de dos semanas de caos, asesinatos, desplazamientos forzados de población y de la pasividad de la comunidad internacional, el 15 de septiembre, Naciones Unidas aprobó una
resolución con la que autorizó el envío de tropas de pacificación a Timor Oriental (INTERFET). Esta fuerza, comandada por el General australiano Peter Cosgrove, comenzó a desplegarse el día 20 de septiembre de 1999, y será la encargada de pacificar el territorio y de poner las bases para la implementación del resultado de la consulta. Todo y el claro resultado a favor de la independencia expresado por los timorenses, algunas declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores de Indonesia, Ali Alatas, hacen pensar que aún existen importantes reservas del gobierno indonesio a la hora de aceptar un Timor Oriental independiente.

4- Conflicto de Indonesia


Desde la marcha de los holandeses, es el gobierno ayudado por el ejercito el que controla las explotaciones de oro de Papua y el gas y pretroleo en la region de Aceh. Precisamente son dos regiones que reivindican su independencia desde hace ya muchos anos. En Aceh se encuentra la planta Exxon Mobil, empresa que paga al ejercito indonesio para protegerse de los independentistas de Aceh. Esta empresa fue denunciada en 2001 por abuso, genocidio, asesinato, tortura, crimenes contra la humanidad y violencia sexual. Aunque el gobierno de EEUU consiguio dehacerse del caso rapidamente.

El yacimiento de oro mas grande del mundo esta en Papua, y la empresa estadounidense Freeport-McMoran, la que mejor lo explota. Por esa razon Papua nunca sera independiente. Existen documentos que que demuestran que la FreePort pagaba alta sumas de dinero al gobierno indonesio. Las manifestaciones independentistas se saldaron con miles de personas eliminadas. A pesar de la investigaciones de la ONU y las organizaciones proderechos humanos, no se han castigado a los responsables de los asesinatos, y aun hoy continuan en libertad. Timor Oriental pudo separarse de Indonesia porque era la region mas pobre; no se beneficiaba nadie con ella. Aceh y Papua lo tienen mas dificil. Sus recursos naturales significan que el ejercito indonesio, con el apoyo de EEUU y Australia, continuaran ignorando los abusos de los derechos humanos en aras de suculentos beneficios.


5- Comunicado de prensa Amnistía Internacional

Índice AI: ASA 21/013/2003/s (Público)
Servicio de Noticias 89/03
14 de abril de 2003


Indonesia/Timor Oriental: La justicia es responsabilidad internacional



Amnistía Internacional ha recordado a la ONU su obligación de garantizar que los autores de los crímenes de lesa humanidad y demás delitos graves cometidos en Timor Oriental son enjuiciados.

En un informe publicado hoy, 14 de abril de 2003, con el título Indonesia & Timor - Leste: International responsibility for justice (ASA 03/001/2003, sólo disponible en inglés), la organización de derechos humanos ha manifestado: «En los juicios realizados por Indonesia se ha faltado a la verdad, la honestidad y la justicia . Es hora de que la ONU busque otra forma de garantizar que se administra justicia de manera efectiva y creíble».

Cuando la violencia alcanzó su punto culminante en 1999 y las milicias, apoyadas por las fuerzas de seguridad indonesias, lanzaron ataques generalizados y sistemáticos contra la población de Timor Oriental, tanto el Consejo de Seguridad de la ONU como la Comisión de Derechos Humanos adoptaron resoluciones en las que se pedía el enjuiciamiento de los autores de los abusos que se estaban cometiendo.

En un periodo extraordinario de sesiones convocado en septiembre de 1999, la Comisión condenó «las violaciones sistemáticas, generalizadas y flagrantes de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario en Timor Oriental» y exhortó al gobierno indonesio a garantizar que «las personas responsables de actos de violencia y de violaciones flagrantes y sistemáticas de los derechos humanos comparezcan ante la justicia».

El Consejo de Seguridad, por su parte, pidió igualmente que se hiciera comparecer ante la justicia a los responsables de esa violencia e instó a todas la partes a colaborar en la investigación de los informes sobre violaciones sistemáticas, generalizadas y flagrantes del derecho internacional humanitario y de derechos humanos.

Una comisión internacional de investigación sobre Timor Oriental establecida por el secretario general de la ONU a instancias de la Comisión de Derechos Humanos recomendó que se instituyera un tribunal internacional para enjuiciar a los responsables de las violaciones de derechos humanos. Asimismo, señaló que la ONU debía participar en todo el proceso de investigación, para determinar la responsabilidad y castigar a los autores de los abusos cometidos, y que era importante ocuparse de manera efectiva de estas cuestiones a fin de garantizar el respeto de las futuras decisiones del Consejo de Seguridad.

En vez de establecer un tribunal internacional, la ONU aceptó las garantías de Indonesia de iniciar investigaciones y enjuiciamientos en sus propios tribunales. Mientras tanto, su misión de mantenimiento de la paz en Timor Oriental creó una unidad especial encargada de investigar los delitos graves cometidos en 1999, así como equipos especiales con competencia respecto del genocidio, los crímenes de lesa humanidad y los crímenes de guerra para ver causas.

Estos equipos han hecho considerables progresos en los últimos meses, pero les queda aún mucho trabajo para completar su tarea. En cambio, los procedimientos judiciales entablados en Indonesia han tenido un alcance sumamente limitado y, aunque se han dictado algunas sentencias condenatorias, apenas han servido para conocer la verdad y hacer justicia. Además, no hay confianza en que las autoridades indonesias tengan capacidad o voluntad para llevar a cabo la substancial reforma jurídica e institucional necesaria para garantizar que los restantes juicios se realizan con integridad.

Amnistía Internacional ha manifestado: «El presidente de la Comisión de Derechos Humanos debe expresar en su declaración su condena a Indonesia por no haber llevado a cabo el proceso con buena fe ni con la diligencia debida. Asimismo, tiene que instar a que se tomen otras medidas, entre las que podría figurar el establecimiento de un tribunal internacional».

La organización pide también al Consejo de Seguridad que encargue la realización por juristas internacionales de un examen independiente para evaluar los procedimientos judiciales entablados hasta la fecha en Indonesia y Timor Oriental. Se deben considerar en él todas las formas posibles de hacer comparecer ante la justicia a los perpetradores, incluida la potenciación del proceso en Timor Oriental, el establecimiento de un tribunal especial a instancias del Consejo de Seguridad y la celebración de juicios en terceros Estados. Tales opciones podrían aplicarse simultáneamente.

Información general
Se calcula que alrededor de 1.300 personas fueron víctimas de homicidio en Timor Oriental durante los meses previos al referéndum sobre la independencia celebrado el 30 de agosto de 1999 bajo los auspicios de la ONU e inmediatamente después de él. Asimismo, más de un cuarto de millón fueron expulsadas o huyeron a Timor Occidental o a Indonesia, donde se calcula que quedan unas 28.000, viendo en campos de refugiados. Un número no determinado de personas fueron objeto de otras violaciones de derechos humanos, como tortura y violación.

Estos delitos no fueron espontáneos, sino que formaban parte de una campaña perfectamente coordinada, emprendida por miembros del ejército, la policía y las autoridades civiles indonesios con objeto de influir en los resultados del referéndum e impedir su aplicación. Un importante aspecto de esta campaña fue la creación de milicias a las que se prestó apoyo incluso con fondos y armas.

En un tribunal especial de derechos humanos formado al efecto en Indonesia se ha sometido a juicio a 18 personas en total. De ellas, 11 han resultado absueltas, y 5 han sido declaradas culpables y condenadas a entre 3 y 10 años de prisión. Todavía están en curso los juicios de dos militares de alta graduación.

En Timor Oriental, la unidad de delitos graves de la ONU ha dictado acta de acusación contra más de 230 individuos, en muchos casos por crímenes de lesa humanidad. Entre ellos se encuentran altos cargos indonesios, incluidos el ex jefe de las Fuerzas Amadas y ministro de Defensa general Wiranto, y los jefes de los mandos militares regional y de Timor Oriental general Adam Damiri y general Suhartono Suratman. Las autoridades indonesias no han querido cooperar en la investigaciones y enjuiciamientos entablados en Timor Oriental, negándose incluso a trasladar a acusados para someterlos a juicio allí.

Encontrarán el informe Indonesia & Timor-Leste: International responsibility for justice en
http://web.amnesty.org/library/index/endasa030012003

Documento público
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Si desean más información, pónganse en contacto con la oficina de prensa de Amnistía Internacional en Londres, Reino Unido, en el número + 44 20 7413 5566 o visiten
http://news.amnesty.org. Para los documentos y comunicados de prensa traducidos al español consulten la sección «centro de documentación» de las páginas web de EDAI en http://www.edai.org/centro.


6- Por qué deben preocuparse por Timor Oriental los estadounidenses

Título original: Why should Americans care for East Timor

Autor: Noam Chomsky

Origen: Z Net, Septiembre 1999

Traducción: Jesús Gómez y Natalia Cervera, para la revista Rebelión

Por Noam Chomsky

Hay tres buenas razones para que los estadounidenses se preocupen por Timor Oriental. En primer lugar, desde la invasión indonesia de diciembre de 1975, Timor Oriental ha sufrido algunas de las peores atrocidades de la era moderna, atrocidades que vuelven a aumentar ahora mismo. En segundo lugar, el gobierno de EEUU ha desempeñado un papel decisivo en el aumento de dichas atrocidades y puede actuar para mitigarlas o eliminarlas con facilidad. No es necesario bombardear Yakarta, ni imponer sanciones económicas.

Habría bastado, en cualquier momento, con que Washington retirara su apoyo al gobierno de Indonesia e informara a su cliente de que el juego se había terminado. Eso sigue siendo válido ahora, cuando la situación se aproxima a un punto crucial: la tercera razón.

El presidente Clinton no necesita que le instruyan acerca de cómo debe proceder. En mayo de 1998, Madeleine Albright, secretaria de estado, pidió al presidente Suharto que dimitiera y permitiera una "transición democrática". Pocas horas más tarde, Suharto transfirió el poder a su vicepresidente elegido a dedo. Aunque no fue una simple relación de causa y efecto, los acontecimientos ilustran las relaciones que prevalecen. Detener la tortura en Timor Oriental no habría sido más difícil que acabar con el dictador de Indonesia en mayo de 1998.

Poco antes, la administración de Clinton apoyaba a Suharto y lo definía como "el hombre adecuado para nosotros", siguiendo el precedente establecido en 1965, cuando el general tomó el poder y dirigió las masacres perpetradas por el ejército que acabaron con el único partido político con gran implantación en el país (el PKI, un partido comunista que gozaba del apoyo popular) y devastaron su base social en "uno de los peores asesinatos en masa del siglo XX". Según un informe de la CIA, las masacres fueron comparables a las realizadas por Hitler, Stalin y Mao. Cientos de miles de personas fueron asesinadas; casi todas, campesinos sin tierras. Semejante éxito fue recibido con absoluta euforia en occidente. El "espantoso genocidio" se convirtió en "un rayo de luz en Asia", según dos comentarios, paradigmáticos de la reacción general de los medios de comunicación occidentales, que se publicaron en el New York Times. Las grandes empresas corrieron a lo que muchos llamaban el "paraíso para los inversores" de Suharto, apenas limitado por la voracidad de la familia del dictador. Durante más de 20 años, Suharto fue aclamado por los medios como un "moderado" de "buen corazón", aunque tuviera un récord de asesinatos, terror y corrupción con pocos competidores en la historia posterior a la segunda guerra mundial. Suharto gozó del apoyo de occidente hasta que cometió sus primeros errores: perder el control y dudar a la hora de aplicar las duras prescripciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Sólo entonces llegó la petición de "una transición democrática" desde Washington, que no incluía la posibilidad de que el pueblo de Timor Oriental disfrutara del derecho a la autodeterminación respaldado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y por el Tribunal Internacional.

En 1975, Suharto invadió Timor Oriental, país que estaba siendo gobernado por su propio pueblo después del colapso del imperio portugués. Estados Unidos y Australia sabían que la invasión se iba a producir y la autorizaron. El embajador australiano Richard Woolcott recomendaba, en unas memorias que más tarde se filtraron a la prensa, la vía "pragmática" del "realismo de Kissinger", porque hacer un buen trato sobre las reservas de petróleo de Timor sería más fácil con Indonesia que con un Timor Oriental independiente. En aquella época, el noventa por ciento de las armas del ejército indonesio procedía de Estados Unidos, pero su uso estaba restringido por los términos del acuerdo a la "defensa". Siguiendo la doctrina del "realismo de Kissinger", Washington aumentó el flujo de armas mientras declaraba una suspensión de la entrega de armamento, simultáneamente, y la opinión pública permanecía en la ignorancia. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ordenó a Indonesia que se retirara, pero sin resultado. Daniel Patrick Moynihan, embajador de Naciones Unidas en aquella época, explicó el fracaso en sus memorias. El embajador se vanagloriaba de haber hecho que las Naciones Unidas fueran "profundamente ineficaces en lo relativo a las medidas que había que tomar" porque "Estados Unidos deseaba que las cosas se desarrollaran como se desarrollaron" y "trabajó para conseguirlo". En cuanto a cómo "se desarrollaron los acontecimientos", Moynihan comenta que, en pocos meses, habían asesinado a 60.000 ciudadanos de Timor, "casi la proporción de víctimas sufrida por la Unión Soviética durante la II Guerra Mundial".

La masacre continuó y alcanzó su punto más alto en 1978, con la ayuda de nuevas armas entregadas por la administración de Carter. Las muertes se calculan en 200.000, la peor masacre de población civil desde el Holocausto. En 1978, Francia, Gran Bretaña y otros países se unieron a EEUU, dispuestos a sacar lo que pudieran de la masacre. La protesta en occidente fue minúscula, y apenas se informó sobre lo que sucedía. El seguimiento de los medios estadounidenses, que había sido muy alto en el contexto de la preocupación por la caída del imperio portugués, disminuyó hasta la práctica inexistencia en 1978.

En 1989, Australia firmó un tratado con Indonesia para explotar el petróleo de "la provincia indonesia de Timor Oriental", una región que según algunos intelectuales realistas no es económicamente viable, y que por tanto no puede acceder al derecho a la autodeterminación. El acuerdo de Timor se puso en práctica inmediatamente después de que el ejército asesinara a varios miles más de ciudadanos de Timor en la conmemoración en un cementerio de un asesinato perpetrado poco antes por el ejército. Las empresas petroleras occidentales se unieron al expolio, sin suscitar comentarios.

Después de 25 años terribles, por fin se están dando pasos que podrían acabar con el horror. Indonesia ha permitido la realización de un referéndum en agosto de 1999, para que los ciudadanos de Timor elijan entre la autonomía, dentro de Indonesia, y la independencia. Se da por sentado que si el voto es mínimamente libre, vencerán las fuerzas independentistas. El ejército de ocupación indonesio (EOI) actuó con rapidez para impedirlo. El método fue sencillo: organizaron fuerzas paramilitares para aterrorizar a la población mientras el EOI adoptaba una actitud de "negativa verosímil" que rápidamente fracasó ante la presencia de observadores extranjeros, quienes pudieron comprobar de primera mano que el EOI armaba y protegía a los asesinos. Según informes dignos de crédito, las milicias se encuentran bajo la dirección de Kopassus, las temidas fuerzas especiales de Indonesia, modeladas a imagen y semejanza de los boinas verdes de EEUU, y "legendarias por su crueldad", como observa Benedict Anderson, importante intelectual de Indonesia. Anderson añade que, en Timor Oriental, "Kopassus se ha convertido en pionero y ejemplo de todo tipo de atrocidades", entre las que se encuentran violaciones sistemáticas, torturas, ejecuciones y organización de bandas de delincuentes. En el mismo sentido, David Jenkins, veterano corresponsal australiano en Asia, comenta que estas "fuerzas especiales de choque recibieron entrenamiento regular con fuerzas estadounidenses y australianas hasta que su comportamiento se convirtió en una molestia para sus amigos extranjeros". El Congreso de EEUU prohibió el entrenamiento de asesinos y torturadores en el IMET (programa de Entrenamiento y Formación Militar Internacional), pero la administración de Clinton encontró formas de eludir la legalidad, y a pesar de que irritó al Congreso no se supo mucho más. Las prohibiciones parlamentarias pueden ser más eficaces ahora, pero sin el tipo de investigación que raramente se lleva a cabo con relación a las atrocidades apoyadas por EEUU, no hay razones para confiar en ello.

La conclusión de Jenkins, en el sentido de que el Kopassus sigue "tan activo como siempre en Timor Oriental", ha sido verificada por observadores cercanos. "Muchos de esos miembros del ejército asistieron a cursos en EEUU del IMET, ahora suspendido", escribe. Sus tácticas recuerdan al programa Phoenix de EEUU aplicado en el sur de Vietnam, con el que se asesinó a decenas de miles de campesinos y a muchos de los líderes indígenas sudvietnamitas, así como a las "tácticas empleadas por los Contras" en Nicaragua, en aplicación de las lecciones que recibieron de sus mentores de la CIA, y que no será necesario revisar. Los terroristas de estado "no se limitan a perseguir a las personas más radicalmente independentistas, sino también a los moderados, a las personas que tienen influencia en su comunidad".

"Es Phoenix... observa una fuente importante de Yakarta", escribe Jenkins. Y la fuente añade que el objetivo es "aterrorizar a todo el mundo, a las ONG, a la Cruz Roja, a Naciones Unidas y a los periodistas".

La consecución de ese objetivo se ha seguido con no poco éxito. Desde abril, las milicias dirigidas por Indonesia han desatado una ola de atrocidades y asesinatos. Han matado a cientos de personas; muchas, en las iglesias en las que se habían refugiado; han quemado ciudades y han llevado a decenas de miles de personas a campos de concentración o a las montañas, donde, según se ha informado, miles de ellas han sido literalmente esclavizadas para que trabajen en la cosecha del café. "Los llaman desplazados internos", comenta una monja y cooperante australiana, "pero son rehenes de las milicias. Les han dicho que los matarán si votan a favor de la independencia". El número de desplazados se calcula en más de 50.000.

Las condiciones sanitarias son terribles. Uno de los pocos médicos que se encuentran en la zona, el voluntario estadounidense Dan Murphy, informó de que diariamente mueren entre 50 y 100 ciudadanos de Timor por enfermedades curables, mientras Indonesia "mantiene una política deliberada de no permitir que lleguen suministros médicos a Timor Oriental". Murphy ha detallado en los medios de comunicación australianos los atroces crímenes que ha contemplado, y periodistas de Australia y cooperantes han reunido un informe impresionante.

Naciones Unidas retrasó dos veces el referéndum por culpa del terror, que incluso ha alcanzado las oficinas y las caravanas de la ONU que llevaban enfermos para su tratamiento. Citando fuentes diplomáticas, de la iglesia y de las propias milicias, los medios australianos informan de que "se están acumulando cientos de modernos rifles de asalto, granadas y morteros, para utilizarlos si la opción autonómica resulta derrotada en las urnas", y advierten de que las milicias dirigidas por el ejército de ocupación pueden tomar violentamente el territorio si, a pesar del terror, se expresa la voluntad popular. Murphy y otros comentan que el EOI se ha envalentonado por la falta de interés de occidente. "La declaración de un importante diplomático de EEUU resume la situación: Timor Oriental es el Haití de Australia"; en otras palabras, no es un problema de EEUU, país que ayudó a crear y a mantener el desastre en Timor Oriental y que podría detenerlo con suma facilidad (los que conocen la verdad sobre la intervención de EEUU en Haití apreciarán la ironía).

Desde la escena del terror, Carlos Ximénes Belo, obispo y premio Nobel, pide "una fuerza militar internacional" para proteger a la población del terror indonesio y para permitir que el referéndum se lleve a cabo. Pero no se ha hecho nada. La "comunidad internacional" -es decir, las potencias occidentales- prefiere que el ejército indonesio proporcione "seguridad". La administración de Clinton autorizó el envío de unos cuantos observadores de Naciones Unidas, desarmados, pero después retrasó su viaje.

El panorama de los últimos meses contrasta de forma particularmente descarada con la pose santurrona de los "estados ilustrados". Pero sólo sirve para demostrar, de nuevo, lo que debería ser evidente: no ha cambiado nada sustancial, ni en las acciones de los poderosos ni en la actitud de sus aduladores. Los ciudadanos de Timor son "víctimas que no merecen la pena". Ningún poder está interesado en paliar su sufrimiento, ni siquiera en dar unos cuantos pasos sencillos para detenerlo. La larga y conocida historia continuará, en Timor Oriental y en todo el mundo, si no se produce una reacción popular significativa.

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