sábado, 17 de enero de 2015

Contra el prejuicio, el odio y la ignorancia

 Por Ricardo Forster

“El primer gran foco de cultura de la Edad Media occidental es Toledo. La historia se repite: en el siglo XII, lo que Toledo fue para el mundo cristiano, lo fue Bagdad para el mundo musulmán (...). Es suficiente recordar que es Toledo donde Avicena fue traducido al latín, esto es, por un pequeño grupo compuesto, como mínimo, por Ibn Daud, judío arabófogo, que aseguraba la traducción del árabe al castellano; y Domingo Gundisalvo, cristiano, que aseguraba la traducción del castellano al latín (...). En realidad, si en el siglo XIII hubo una filosofía y una teología llamadas ‘escolásticas’, es ante todo porque Avicena fue leído y explotado desde finales del siglo XII. Es Avicena, no Aristóteles, quien inició a Occidente en la filosofía.” Alain de Libera, Pensar la Edad Media.

Me pareció oportuno comenzar estas reflexiones sobre la tragedia de Charlie Hebdo, con la que tantas páginas e imágenes se han multiplicado a lo largo de los últimos días y a través de todas las geografías del planeta, citando al filósofo francés y eminente especialista en pensamiento medieval, Alain de Libera. Con erudición y elegancia conceptual destruye un acendrado y persistente prejuicio que supone que la tradición occidental se continuó ininterrumpidamente desde Grecia y Roma, atravesando la Edad Media, para llegar a nosotros pura de toda influencia, en especial la que provendría del Oriente islámico. No hay, desde esta concepción autoctonista y antimusulmana, contaminación en la línea que va de Aristóteles a Santo Tomás o en la que va de Platón a Marcilio Ficino.

Bajo la estructura de la autorreferencialidad cultural (punto de partida del esencialismo nacionalista), Europa quiso, desde que buscó limpiar su genealogía, desprenderse de esa verdad que cualquier erudito medieval sabía sin siquiera tener que investigarlo: que el pensamiento filosófico, que las grandes tradiciones que alimentaron a la escolástica cristiana, tenían una estación ineludible en los filósofos y pensadores de origen árabe, persa y musulmán. Que sin Avicena y Averroes, sin Farabi e Ibn Sina, sin Ghazali e Ibn Rusd, y –claro– sin la enorme influencia sobre el filósofo judío Maimónides de la tradición árabe, seguramente Santo Tomás de Aquino –que leyó a Aristóteles a través de musulmanes y judíos, y que se detuvo particularmente en la Guía de los perplejos del rabino cordobés– nunca hubiera podido escribir su Suma Teológica. Extraordinaria genealogía que hace añicos cualquier intento por borrar las huellas de las influencias y, sobre todo, demuestra la estupidez de los ontologismos nacionalistas que buscan encontrar la esencia incontaminada de su verdadera lengua cultural.

Un viaje cultural que atravesó siglos y continentes para desmentir el relato de una Europa sólo deudora de sí misma; eje alrededor del cual se desplegó la civilización científico-técnica y cuna de los ideales filosóficos y políticos fundados en una racionalidad exclusivamente afincada en su territorio. Lo que nos señala con énfasis Alain de Libera es precisamente la potencia de los intercambios culturales, lingüísticos, religiosos y filosóficos que fueron preñando el complejo camino de la propia Europa, un continente que prefiere escribir la historia del mundo desde una particularidad, la suya, convertida en universalidad y, para ello, borra las huellas de sus propias deudas. En ese gesto omniabarcativo lo que es destituido es aquello que marca la diferencia en el interior de la supuesta univocidad. Las herencias nacidas y provenientes del Islam, aquellas que también a su vez recibieron las influencias de los griegos de la época clásica, están en la base de la reapropiación europea de su “olvidada” tradición filosófica.

Sin ese camino laberíntico que se inició en la lejana Persia allá por el siglo IX, que continuó por la península arábiga y se materializó en la gran Siria de los siglos XI y XII, y que ingresaría a Europa por diversas vías; atravesando las llanuras búlgaras; siguiendo las huellas de innumerables caravanas capaces no sólo de llevar mercancías de Oriente a Occidente sino también ideas, herejías y libros; cruzando el Mediterráneo desde el norte del Africa musulmana hasta llegar a la España de las tres culturas, un territorio de las mezclas y los intercambios que, como ya vimos, permitió que en una ciudad como Toledo traductores judíos de lengua árabe y cristianos que dominaban el latín le devolvieran a la cristiandad occidental un tesoro rescatado desde Oriente y, claro, profundamente contaminado por la civilización mahometana. Una genealogía vergonzante para una Europa que no podía aceptar que fueran los árabes y persas, además de los judíos, los responsables de reconstruir los puentes con el pensamiento antiguo. Extraña filiación a los ojos de quienes, en otro tramo de su historia, no dudaron en ejercer una violencia homicida sobre los que se encargaron de proteger de la oscuridad de la Alta Edad Media aquellos legados filosóficos y científicos. Al pueblo de Maimónides casi lo exterminaron en los campos de la muerte forjados por el régimen nazi; y a los descendientes de Avicena y Averroes los sometieron al dominio colonial.

Un breve paréntesis para pensar, nuevamente y con un relato más detallado, el absurdo de la autoctonía nacionalista y de las tradiciones que se cierran sobre sí mismas, tratando de expulsar la memoria de las herencias, las influencias y las contaminaciones. Maimónides, como señalé líneas arriba, nació y vivió parte de su vida en Córdoba, la ciudad de Averroes, ese gran filósofo árabe que intentó ir más allá, de la mano de su lectura herética de Aristóteles, de las religiones abrahámicas. Al que probablemente conoció al escucharlo en la famosa biblioteca de Córdoba, siendo apenas un niño casi adolescente, y cuyo pensamiento dejó algunas huellas en sus reflexiones filosóficas. Es también factible que quizás hayan compartido el Jardín de los Naranjos de la biblioteca que, según cuenta la tradición, llegó a tener más volúmenes que la famosa Biblioteca de Alejandría, compartiendo el mismo trágico destino: la de ser quemada junto con todos sus incontables libros y papiros, esos que guardaban las más diversas tradiciones de Oriente y de Occidente, capaces de unir Bizancio, Bagdad e Islamabad con la península ibérica para luego alcanzar, cruzando los Pirineos, Francia y, más lejos, las tierras germanas.

La lectura que Maimónides hizo de la tradición filosófica, particularmente de la tradición aristotélica, estuvo absolutamente impregnada por los grandes reintroductores de los griegos y sobre todo del aristotelismo en la tradición de Occidente que fueron los árabes. Por un lado, la tradición persa de la escuela de Avicena, y por el otro la de la escuela averroísta. Maimónides escribió su obra filosófica –por ejemplo, la fundamental Guía de perplejos– en árabe. Por supuesto, también escribió sus obras de interpretación de la Mishná y del Talmud en hebreo. Y a su vez, obviamente, podía utilizar sin inconvenientes el castellano. Es deudor de gran parte del trabajo de los traductores que se realizó sistemáticamente, como señalaba Alain de Libera, en esos siglos en Toledo; traducciones en las que trabajaron judíos y cristianos llevando el árabe, pasando por el castellano, al latín, y construyendo los puentes indispensables para la recuperación de la tradición griega por el mundo cristiano-latino.

Se conoce que Santo Tomás de Aquino no sabía griego, y que leyó a Aristóteles a través de transcripciones hechas por traductores árabes, judíos y cristianos españoles, y que a través de la Guía de perplejos de Maimónides, profundamente influenciado por ella, construyó su propia visión de Aristóteles. Con lo que uno podría decir que la Suma Teológica, fundamento de la teología de la escolástica cristiana, fundamento arquitectónico clave de la visión católica del mundo, se sustenta en un árabe herético que ni siquiera creía en Alá –como era Averroes– y en un judío que leyó a Aristóteles a través de Averroes y Avicena, que escribió en árabe y que sin embargo fue un fiel seguidor del Talmud. Y así volvió a Occidente el núcleo de la tradición griega; así volvió Hipócrates, corazón de la tradición médica: árabes y judíos fueron sus custodios y difusores. Médicos persas y médicos judíos fueron la esencia de la tradición médica que retornó a Occidente. Y así regresó gran parte de la tradición filosófica helenística en el enclave renacentista italiano que se abriría apenas iniciada la decadencia de la Edad Media a través de la escuela de traductores de Toledo que cumplieron un papel fundamental como puentes entre dos mundos, impregnando a ambos con su propia visión filosófica y cultural.

Esto muestra la mediocridad, la estupidez enorme, de “civilización o barbarie”, del “choque de civilizaciones”, o de un mundo que guarda y posee la cultura y el otro que es el lugar de la barbarie. Para cualquiera que haya tenido la oportunidad de estar en Córdoba, hay una imagen muy impresionante: uno entra a la Mezquita de las Mil Columnas, que es una obra maravillosa, y en medio de la mezquita está la catedral. Construyeron la catedral en el medio de la mezquita, y hubo una rebelión del pueblo de Córdoba, porque la idea era derruir la mezquita. Y el pueblo de Córdoba, el pueblo cristiano de Córdoba –estamos hablando del siglo XVI– se rebeló contra la decisión de destruir la mezquita, porque sabía que era una obra única y emblemática. Y cualquiera que haya tenido la oportunidad de pasarse un rato inolvidable en la Alhambra, sabe que los bárbaros eran otros.

Un largo camino histórico, un desvío por el tiempo, para escapar del más brutal de los reduccionismos, que intenta convertir la cultura musulmana en una cultura de bárbaros, mientras que hace de Europa la cuna de toda civilización posible. Un prejuicio montado, a su vez, sobre la expansión imperial de esa misma Europa que supo, a sangre y fuego, llevar “su cultura” a ese otro mundo considerado como tierra de idólatras. Revisar los legados y las confluencias, hurgar en los tesoros de un pasado que nos ofrece otra realidad muy distinta de la que los vencedores nos han contado, significa romper los prejuicios y aprender a mirar de otro modo la compleja urdimbre de nuestras sociedades y de nuestras concepciones religiosas y filosóficas. Y también hoy, cuando la ceguera y el prejuicio se despliegan en el interior de la ignorancia, se vuelve decisivo refundar la tradición de un humanismo silenciado y desguarnecido.

Y este intento por reivindicar la memoria de los desplazados y de los olvidados, por reconstruir las rutas de las culturas y sus intercambios, no busca exculpar el horrendo crimen cometido contra los miembros de la revista Charlie Hebdo. Apenas si constituye un intento por romper el cerco del prejuicio y de la islamofobia que parece desplegarse en una Europa aterrorizada ante la barbarie terrorista. Una barbarie, me apresuro a escribir, que nada tiene que ver con esa enorme tradición cultural a la que intenté hacer presente a lo largo de un artículo que nació de la necesidad de romper el cerco de violencia y odio que amenaza con hacer cada día más invivible nuestro tiempo histórico. No son los centenares y centenares de millones de musulmanes de todo el mundo los asesinos de periodistas y dibujantes, ellos también son las víctimas del integrismo fanático amparado por los dueños árabes de las riquezas petroleras y socios de Estados Unidos, y de una sociedad, la europea occidental, que no ha sabido o no ha querido romper las barreras de la desigualdad y el prejuicio. El mejor homenaje que les podemos rendir a las víctimas de Charlie Hebdo y de tantos otros asesinados por el odio y la injusticia, por la ceguera del fanatismo y por la avidez desenfrenada del capital, es sostener, hoy más que nunca, su mirada desprejuiciada y capaz de ejercer el más puro espíritu libertario.

 

viernes, 16 de enero de 2015

Urge desarmar la retórica contra el Islam

 

 

MUNDO ARABE.ORG 07/09/2011 - Análisis de Julio Godoy - IPS

 

Los gobiernos conservadores y los partidos de centroderecha de Europa criticaron el multiculturalismo y denigraron a los inmigrantes musulmanes mucho antes de que el extremista noruego Anders Behring Breivik utilizara esos mismos argumentos para perpetrar una matanza en la isla de Utoya y en Oslo.

 

 

 

Semanas después del episodio de Noruega, numerosos expertos instan a los gobiernos y partidos a "desarmar su retórica contra el Islam", señaló Armin Laschet, exministro de Integración del estado alemán de Renania del Norte-Westfalia.

"Es posible criticar algunas prácticas islámicas y los fracasos en la integración de los musulmanes a las sociedad europeas", dijo a IPS.

Pero no "se puede acusar a un musulmán que profesa su fe, observa el ritual del Ramadán, educa a sus hijos respetando a Dios y lleva una vida civil ejemplar en nuestro país de las acciones extremistas de regímenes como el de Arabia Saudita", añadió.

Es una distinción obligada en el debate sobre la integración de musulmanes en las sociedades europeas, sostuvo Laschet.

Hay numerosos ejemplos de musulmanes que llevan una vida perfecta en Europa y que los problemas de integración se relacionan con una marginación social, económica y educativa, observó.

"Hay muchos médicos e ingenieros musulmanes iraníes en Europa que son buenos ciudadanos", remarcó. "Pero si llegan a Berlín analfabetos de zonas rurales pobres, como de Turquía, es obvio que tendrán enormes dificultades para adaptarse a las costumbres de una sociedad industrial moderna", añadió.

"La forma en que los europeos extremistas contrarios al Islam denigran a los musulmanes es muy parecida a la empleada por los fascistas y partidos de derecha contra los judíos en los años 30", observó Erna Solberg, líder del partido conservador de Noruega.

Declaraciones como esa son importantes en un contexto de repetidas diatribas contra la inmigración musulmana y el Islam de dirigentes políticos conservadores y jefes de gobierno.

Interpretaciones como la realizada por el conservador primer ministro británico en febrero son típicas de las críticas contra los musulmanes.

David Cameron acusó a la llamada "doctrina del estado multicultural" de haber hecho que "diferentes culturas llevaran vidas separadas" en Europa. "Las comunidades segregadas se comportan de forma totalmente distinta a nuestros valores", apuntó.

El primer ministro británico se refirió de forma explícita a los inmigrantes musulmanes al señalar que una amenaza terrorista había emergido en Europa, "una abrumadora mayoría de hombres jóvenes afiliados a una interpretación totalmente perversa del Islam y dispuestos a inmolarse y matar a otros ciudadanos".

"El estado multicultural" es la raíz de la radicalización y el terrorismo, remarcó Cameron en la Conferencia de Seguridad de Munich de este año.

"Conforme se conocen los antecedentes de condenados por terrorismo es claro que muchos de ellos se vieron influidos por lo que algunos llamaron ‘extremismo no violento’ y llevaron las ideas radicales a otro nivel volcándose a la violencia", explicó.

El discurso de Cameron coincidió con el día en que los neofascistas de la Liga Inglesa de Defensa (EDL, por sus siglas en inglés) organizaron una manifestación en Londres contra la sociedad multicultural y multiétnica.

Dirigentes del Partido Laborista acusaron a Cameron de "escribir la propaganda para el EDL".

La canciller (jefa de gobierno) de Alemania, Angela Merkel, describió en octubre el modelo de sociedad multiétnica y multicultural que emergió en Europa en los años 60 como un "fracaso total".

La Unión Demócrata Cristiana, el partido de Merkel, rechazó durante décadas el hecho de que Alemania era una sociedad multiétnica. El partido lanzó en 2000 una campaña para hacer un referendo para frenar la nacionalización de los hijos de inmigrantes nacidos en Alemania.

En este país, la ciudadanía se determina por el "Ius sanguinis", o el derecho a la sangre, y no el "Ius soli", o derecho al suelo.

El comentario de Merkel se enmarcó en el debate que siguió a la publicación del controvertido libro "Deutschland schafft sich ab" ("Alemania se suprime a sí misma", del ex director del banco central, Thilo Sarrazin.

El autor, integrante del Partido Socialdemócrata, acusa a los musulmanes y al Islam de ser demasiado demandantes y de no poder integrarse a la sociedad alemana.

"Ninguna otra religión en Europa hace tantas demandas", señaló Sarrazin refiriéndose al Islam. "Tampoco hay otra comunidad inmigrante con tantos reclamos al estado de bienestar. En ninguna otra el pasaje a la violencia, la dictadura y el terrorismo es tan fluido", apuntó.

Sarrazin llegó, incluso, a sostener que la raza determina la inteligencia.

Algo similar ocurrió en Francia con los conservadores. El presidente Nicolas Sarkozy llamó "escoria" a los inmigrantes de las afueras de París y dijo que los iba a pasar por "una Kaercher", limpiadora industrial de alta presión.

El Partido de la Libertad (FPÖ) de Austria, casi siempre hizo campaña contra la inmigración, a veces empleando eslóganes racistas. Este año, el lema es "Daheim Statt Islam", ("en casa, no en el Islam).

El FPÖ tiene entre 24 y 29 por ciento de simpatizantes entre los entrevistados para la última encuesta. El mismo estudio muestra que concentra el interés de más de 40 por ciento de los menores de 30 años.

El destacado periodista Hans Leyendecker, apeló al público a "no caer en la trampa propagandística" de los movimientos que se oponen al Islam en Europa.

"Los encendidos debates sobre los riesgos del terrorismo islámico ignoran casi siempre un hecho básico, que la mayoría de los atentados ocurren en países islámicos, como Afganistán, Pakistán y Somalia, y que las principales víctimas son los propios musulmanes", escribió Leyendecker en una columna publicada por el diario Die Sueddeutsche Zeitung’.

"En 2010 hubo 250 atentados terroristas en Europa. Solo uno de cada tres fue perpetrado por islámicos", añadió.

Berhring Breivik trató de justificar sus acciones con los mismos argumentos promovidos por el principal movimiento europeo opuesto al Islam, señaló el politólogo Stefan Weidner, jefe de edición de la revista alemana Fikrun wa Fann (arte y pensamiento), publicada en árabe.

"El movimiento reclama ahora diferenciar entre la crítica ‘moderada’ del Islam y la ‘violenta’", apuntó.

El terrorismo europeo cristiano, como el defendido por Behring Breivik, no ataca a las comunidades musulmanas, al igual que el terrorismo islámico rara vez atenta contra ciudades occidentales, añadió Weidner.

"En vez de atacar la sede del gobierno en Riyad, el odio hacia el Islam de Behring lo llevó a lanzar el ataque más brutal contra su propia sociedad", remarcó.

 

 

 

Europa: inmigración e islamismo

© REUTERS/ Hannibal Hanschke

Firmas

16:45 26.12.2014(actualizada a las 15:27 27.12.2014)

Luis Rivas

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Europa asiste sorprendida a la aparición de un nuevo fenómeno social para el que no cuenta con soluciones fáciles: el rechazo de muchos de sus ciudadanos a lo que consideran «la islamización del Viejo Continente».

Las manifestaciones que cada lunes se celebran en la ciudad alemana de Dresde –y que se multiplican por otras localidades del país– representan el último ejemplo, y quizá el más evidente, del sentir de una parte de la ciudadanía europea. En Alemania, la organización autodenominada “Patriotas europeos contra la islamización de Occidente” (Pegida, en su acrónimo alemán) ha despertado las alarmas del establishment.

Los seguidores de Pegida, cada semana más numerosos, desfilan bajo el lema “Wir sind das Volk”, (“Nosotros somos el pueblo”), la frase que los manifestantes de la antigua Alemania del Este coreaban contra el régimen de la extinta RDA. Pegida, un movimiento apoyado por ciudadanos de todas las edades, denuncia lo que ellos entienden por “islamización” de su país  y que se manifiesta en las exigencias que, según ellos, quiere imponer  el islamismo al que las autoridades –denuncian– no ponen freno.

Alemania ha vivido recientemente algunos episodios que han servido de combustible a este sentimiento. La aparición de una llamada policía de la sharia en algunos barrios, que acosa a los ciudadanos intentando hacer respetar la ley islámica; la multiplicación de velos y burkas en las calles, el aumento de la delincuencia en barrios donde la policía tiene dificultades para actuar… A ello se añade el auge del multiculturalismo y el sentimiento de que las tradiciones y la cultura locales deben ser olvidadas para adaptarse a los nuevos tiempos. Así, por ejemplo, en ciertas ciudades, el tradicional mercado de Navidad ha sido rebautizado como “mercado de invierno”.

Los partidos políticos tradicionales han reaccionado abruptamente a Pegida, con la acusación fácil de xenofobia. Cierta prensa solo ha sabido reaccionar con el tradicional y simplista argumento de considerar a los manifestantes como “nazis”.

“Rebelión popular, no son nazis”

El politólogo Werner Patzel, de la Universidad de Dresde, piensa que Pegida nace del hecho de que una parte importante de la población se rebela contra algo sobre lo que nunca se le ha consultado ni se ha debatido: que Alemania se haya convertido en una tierra de emigración. “Los manifestantes no son nazis”, dice, “serían fácilmente recuperables para los cristiano-demócratas (de Angela Merkel), si estos dejaran de aplicar la política del avestruz”.

Los simpatizantes de Pegida afirman no estar contra la emigración, sino contra la llegada de inmigrantes que quieren imponer su religión,  su cultura y rechazan integrarse en el país que les acoge. Alemania, recordemos, ha sido siempre un país de emigración: polacos, yugoslavos, españoles, italianos, portugueses, turcos o latinoamericanos pueden dar testimonio de ello. Lo que Pegida denuncia y lo que muchos políticos en Europa se niegan a mencionar es que el problema no está en la emigración, sino en la presión de un islam radical que, cierto, ha impregnado en una minoría, pero que es incesantemente impulsado por algunos responsables de esa comunidad que tienen como objetivo imponer su weltanschauung (su visión del mundo).

Que el insulto y la demonización de este fenómeno no es el mejor remedio puede observarse en la vecina Francia. Durante décadas los partidos y la prensa que sostiene al sistema, lo que otros denominan “las élites”, han respondido con el insulto y el desprecio a los dirigentes y votantes del Frente Nacional de los Le Pen. Mientras tanto, millones de ciudadanos han engordado las filas de una organización que recoge el sentimiento de abandono de millones de franceses ante lo que consideran como efectos negativos de la globalización, el diktat de los burócratas de la Unión Europea, la crisis social y económica del liberalismo desenfrenado y, por supuesto, el multiculturalismo y sus defensores, que se extasían ante la cultura ajena y desprecian los valores y creencias nacionales. El Frente Nacional es ahora el primero en intención de voto.

Francia: “la guerra de los belenes” y la censura

En Francia, país donde el laicismo es ley desde 1905, hay también una amplia capa de la población que denuncia que esa ley nacida hace más de un siglo para separar el poder del Estado y la Iglesia Católica, es utilizada ahora para apagar las tradiciones del país. Estas Navidades, el rechazo al multiculturalismo creciente y –también hay que decirlo– el hartazgo ante la presión islamista, se ha traducido en “una guerra de belenes”. Varias ciudades han desafiado la ley que exige la neutralidad religiosa en organismos públicos y han instalado a la Virgen María, a San José y al niño Jesús en la entrada de los ayuntamientos. Llevado el caso a los tribunales, por el momento los jueces han decidido que los belenes pueden quedarse donde están.

Muchos fervientes defensores franceses del laicismo curiosamente se vuelven más comprensivos cuando se trata de decisiones exigidas por una minoría de musulmanes. Así, se pasa por alto que en el país considerado “de la libertad” haya ayuntamientos, como el de la ciudad de Lille, donde en las piscinas municipales existan horarios diferentes para hombres y mujeres. O que se permita el rezo musulmán en las calles, cuando los propios responsables de esa religión explican que la oración se puede hacer en casa, en la intimidad. O que se tolere que las niñas  lleven el velo islámico en algunas guarderías públicas.

Plantear esa simple contradicción puede valerle a uno ser calificado con los insultos supremos dedicados al que disiente en Europa: nazi y fascista. En Francia, donde tres atentados al grito de “Alá es grande” se han producido durante las Navidades y han costado la vida a una persona, se intenta por todos los medios minimizar el auge del radicalismo islamista. Políticos y periodistas que jamás han puesto un pie en los suburbios olvidados por la República, imparten lecciones de moral, de tolerancia y de apertura de espíritu a quienes ponen peros a su idílica visión de las cosas.

Aficionados a los "autodafés", al linchamiento público y a la delación, algunos políticos y periodistas han hecho una campaña de denigración de tal magnitud contra el escritor y ensayista de más éxito del año, que han obtenido su desaparición definitiva de una cadena de televisión privada. El “pecado” de Éric Zemmour es insistir sobre la destrucción de los valores franceses y de la memoria nacional. Zemmour denuncia también la inmigración masiva y el auge del integrismo islámico en su país.

Es solo un ejemplo de la dificultad para mantener un debate sobre un asunto que debería abordarse con frialdad y respeto para todos. Tratar la inmigración como un arma arrojadiza solo conduce a un callejón sin salida. Que la inmigración debe ser regulada, pocos lo dudan en Europa. Pero quienes lo piden no son automáticamente xenófobos o racistas. Cerrar los ojos ante el islamismo es, por otra parte, suicida.

*Luis Rivas, periodista. Excorresponsal de TVE en Moscú y Budapest. Dirigió los servicios informativos del canal de TV europeo EuroNews. Vive en Francia desde hace más de 20 años.

 

América Latina ayer, Europa hoy

Umberto Mazzei

Alai

 

 

La crisis actual no es una crisis del comercio ni de la producción de bienes o de servicios. La crisis es de los bancos, del sector financiero. Su origen es lejano y de naturaleza ideológica; viene de la distorsión que hizo David Ricardo de las ideas de Adam Smith.

Smith admitía el egoísmo empresarial como un motor de movimiento económico, pero con normas que lo encausasen. Ricardo abogó por la eliminación de restricciones. En particular, de restricciones en tres cosas: la emisión de papel moneda, en la sobreproducción industrial y en la circulación de capitales.

La emisión de papel moneda produjo desde entonces sobreproducción de dinero y continua pérdida de poder adquisitivo. La sobreproducción industrial condujo al imperialismo comercial. La irrestricta circulación del capital condujo a especulaciones y estafas internacionales.

En la época actual eso se agrava, se complica y se expande con la creación de "productos financieros" - porque ahora los servicios financieros dicen ser industria - que circulan y se aceptan sin verdadera garantía de valor, sea nacional o internacional. Los nombres de esos papeles quieren sonar técnicos, con eufemismos dichos en inglés: default swaps, derivatives, sub-prime o quantitative easing. La realidad es que el mundo es víctima de una estafa originada en Wall Street y la City. Nada nuevo, lo distinto esta vez es su dimensión sideral.

Antecedentes de deuda soberana

Desde el siglo XIX se suceden crisis del mismo origen, aproximadamente, cada 40 años. Todas causadas por el colapso de especulaciones financieras, que suelen desembocar en el comienzo de una guerra; las dos guerras mundiales no son ajenas a ese patrón. Los negocios bélicos, la eliminación de rivales comerciales y el botín versado en los sacos del vencedor, devuelven el equilibrio a los bancos en dificultades.

La crisis europea actual y la de los años 80, tienen su origen en 1944, en Bretón Woods. En esa reunión entre los eventuales vencedores, para estabilizar la economía mundial de la post-guerra, se adoptó el dólar como moneda de referencia internacional, pero garantizado con un patrón oro de $35/onza. Ese acuerdo fue renegado por Estados Unidos en 1971, año en que dejó de exportar el petróleo que equilibraba su balanza comercial. Fue sin duda un default sobre su deuda – eso que escandaliza cuando lo hacen otros. Desde entonces la Reserva Federal comenzó una emisión de dólares sin fondos, para cubrir una balanza comercial deficitaria. Para evitar que el dólar cayese en desuso como moneda de referencia, la OPEP redujo la producción e impuso la venta de su petróleo sólo en dólares: los llamados petrodólares, emitidos para esa función.

Esos petrodólares excedentarios no podían asimilarse en las economías petroleras y terminaron depositados en bancos, principalmente anglosajones. Los bancos no guardan el dinero; lo colocan. Así salieron elegantísimos banqueros a colocar dinero en rincones del tercer mundo, ofreciendo préstamos a bajo interés y sin garantías.

Es la conocida mecánica de prestar capitales, a sabiendas de que, en lugar de gastarse en una función reproductiva, serán dilapidados en gasto corriente, importación de productos industriales o en corruptas transacciones, cuya ganancia regresa a los bancos extranjeros. Pero la deuda queda y el Estado la asume como deuda soberana que debe ser pagada exprimiendo los recursos nacionales con el sólito programa llamado de austeridad. El resultado es vano, crea desocupación y es pretexto para la privatización de los activos del país, sobre todo de servicios públicos monopólicos e indispensables.

Historia de la deuda de América Latina

La crónica deuda externa de la América Latina se arrastra desde su independencia y su nacimiento está descrito con agudeza técnica por el filósofo económico suizo Jean Charles Sismondi: ... "en las naciones opulentas la producción suele ser determinada, no por las necesidades, sino por la abundancia de capitales, y entonces, al sobrepasarse pronto el consumo, se produce una cruel miseria.

"La apertura del inmenso mercado que ofrece… la América española, fue el hecho que más pudo desahogar las manufacturas inglesas. El gobierno inglés parece juzgarlo también así; y, durante los siete años que han pasado desde la crisis comercial de 1818, una actividad sin precedentes se ejerció para hacer penetrar el comercio inglés hasta los rincones más recónditos de México, de Colombia, del Brasil, del Rio de la Plata, de Chile y del Perú. …

"Pero, por inmenso que fuese el desahogo que ofrecía la América libre, no hubiese sido suficiente para absorber todas las mercancías que Inglaterra había producido por encima de sus necesidades, si los préstamos hechos a las nuevas repúblicas no hubiesen de golpe aumentado desmesuradamente sus medios de comprar mercancías inglesas. Cada estado de América prestó de los ingleses una suma suficiente para poner a funcionar su gobierno; y, a pesar de que fuese un capital, la gastaba inmediatamente durante el año como una renta; quiere decir que se empleaba entero en comprar mercancías inglesas por cuenta del público, o de pagar aquellas que habían sido enviadas por cuenta de particulares. Se formaron en ese tiempo numerosas compañías, con inmensos capitales, para explotar todas las minas de América; pero todo el dinero que gastaban regresaba a Inglaterra, sea por las máquinas… o por los bienes exportados...

"Todo el tiempo que duró este singular comercio, en que los ingleses pedían a los americanos, que se dignaran comprar, con capitales ingleses, las mercancías inglesas, y las consumiesen por amor de ellos, la prosperidad de las manufacturas inglesas pareció brillante. No fue ya la renta, sino el capital inglés lo que se empleó para estimular el consumo; los ingleses, comprando y pagando ellos mismos los propios productos que enviaban a América, no se ahorraron sino el placer de gozarlos también ellos mismos.

"Nunca tuvieron las manufacturas inglesas tantos pedidos como durante la serie de especulaciones del 1825, que asombro tanto el mundo; pero que, cuando los capitales se gastaron, y vino el momento de pagarlos, cayó de pronto el velo, cesó la ilusión, y la miseria recomenzó con mayor fuerza que en 1818" (Sismondi, Nuevos Principios de Economía, 1927. Libro cuarto, Capitulo 4).

Esa deuda Latinoamericana con los bancos ingleses fue vendida en los mercados de valores y causó descalabros por toda Europa. Es así como surgieron coaliciones de cobradores que las cobraban a cañonazos. El caso más célebre es la ocupación anglo- hispano- francesa de Veracruz, que terminó desempolvando el trono de Iturbide para darlo a Maximiliano de Austria.

En los años de 1980, Latinoamérica vio repetirse el mismo mecanismo de deuda, solo que no vinieron cañoneras, sino el FMI, el BID y el Banco Mundial, que se encargaron de asegurar el pago. Tampoco trajeron un príncipe extranjero; hoy día hay modos más discretos y el cobro se encarga a políticos locales confiables. La eficiencia del cobro aumenta, porque la apariencia de legitimidad disminuye el riesgo de rebelión violenta. Así sucedió la Década Pérdida de la América Latina.

La situación hoy

Después de la triste experiencia del Tercer Mundo con la deuda externa, los gobiernos de esos países, en general, se abstuvieron de endeudarse. También sucede porque algunos aún están pagando y no tienen ni el crédito ni la voluntad política. Sus sufrimientos no ha mejorado que transitoriamente las finanzas de los bancos y demás empedernidos jugadores que operan en los casinos financieros.

Peter Drucker explicó que el flujo de la economía financiera se había separado del flujo de la economía comercial de bienes y servicios; señalando que su tamaño había aumentado y era varias veces superior al de la economía real. Eso – decía él- resultaba de la emisión de dólares inorgánicos emitidos desde 1971 para pagar el déficit comercial de los Estados Unidos (Drucker, 1986). Emmanuel Todd dijo que el papel de Estados Unidos en la economía mundial parecía ser el de suministrar dinero virtual (Todd, 2005). En Wall Street y en la City parecen olvidar un principio básico de Economía I: que el dinero no es la riqueza; que es sólo un símbolo.

Según el Banco Internacional de Compensaciones, de Basilea (BIC, 2013) en el mundo, para abril de 2013 se vendían diariamente 5,3 billones (trillions en inglés) de derivativos; o sea, diariamente, un tercio del PIB de Estados Unidos. El total de estos productos en circulación se estimaba entonces entorno a los 700 billones. Si se toma en cuenta que el Producto Mundial Bruto era en 2013 fue de 75 billones, es imposible aterrizar ese dinero imaginario en la economía real. Eso es lo que técnica y legalmente se define como estafa. El BIC no tiene cifras públicas más recientes, pero las cifras de la secuencia del 2010 al 2013 indican una tendencia al aumento.

Esa sobreabundancia de valores en ascenso que es independiente de la conducta de la economía real, es el resultado de una combinación letal de la constante creación cumulativa de dinero inorgánico por la Reserva Federal de Estados Unidos – que es un consorcio de bancos privados- con el eufemismo de facilitación cuantitativa (quantitative easing -QE-) para que los bancos y otros agentes puedan invertir masivamente en las bolsas y así hacer subir de nuevo el valor disminuido de sus portafolios; esto viene unido a una desregulación liberadora de toda prudencia elemental en la actividad especulativa de los bancos.

A diferencia de la economía real, que es socialmente positiva, porque al crecer reparte beneficios a todos los actores, la economía especulativa es socialmente negativa. Sus actores suelen ser empresas apátridas, sin vínculos sociales. Su base es una abstracción imaginaria, que emite papeles llamados valores, porque se suponen basados en alguna garantía, que van a comerciarse en las plazas financieras. En la realidad, su principal actividad es manipular percepciones del futuro y su único móvil es la ganancia a corto plazo, que no es distribuida sino que se mantiene en el circuito financiero, apartada de la economía real; la que produce bienestar socialmente perceptible.

La historia de la economía real está marcada por crisis que anteceden el relevo de los países protagonistas, cuyo ocaso suele incluir episodios bélicos. Creo que vivimos uno de esos momentos. Las economías reales de los dos países anglosajones con los mayores centros financieros tienen marcados síntomas recesivos, mientras sus bolsas solo suben porque los teclados en las computadoras de sus traders dan la ilusión de crear riqueza. A dedazos electrónicos suben y bajan precios en los las bolsas, sin que nada haya cambiado en la realidad tangible. Los precios se inflan soplando las compras, hasta explotar como burbujas y desinflarse cuando las compras cesan.

En el año 2008 explotaron cuatro de esas burbujas especulativas:

1. La burbuja de materias primas y alimentos, cuya muestra fue la llamada « crisis de la tortilla » en México. Del mismo modo súbito, subían y bajaban los precios del maíz, el petróleo y los cereales, sin aumento de consumo o por menor producción;

2. La burbuja inmobiliaria, estimulada por préstamos fáciles con hipoteca sobre bienes de valor inferior, que empaquetadas juntas eran vendidas como "Sub-Prime Mortages" (Hipotecas Sub-Optimas) en lugar de llamarlas basura.;

3. La burbuja de las bolsas, donde acciones y valores subían y bajaban sin haber mayores inversiones o fluctuación en los dividendos;

4. Burbujas en el cambio de las divisas, donde las monedas subían y bajaban sin cambios en las cifras macro-económicas de los países;

Salvo por la caída de los precios inmobiliarios y el desahucio a favor de los bancos, no ha cambiado gran cosa la conducta de los especuladores desde 2008.

La fabricación de la crisis europea

En 2008, el dólar comenzó a caer y eso amenazaba mortalmente la hegemonía de EE UU. Hacía el 2010, la gran prensa inició una campaña contra el Euro, haciendo eco de las declaraciones pesimistas de los propios políticos del "establishment" europeo y de los organismos financieros internacionales. La supuesta debilidad del Euro era la crisis por la deuda pública de algunos países que son parte de la Euro-zona. Países endeudados por sus gobiernos que pagaron con fondos públicos el « rescate » de bancos privados nacionales. Esa deuda no viene de un desajuste económico interno; viene de la estupidez de quienes hicieron préstamos riesgosos y de la deshonestidad de quienes pagaron deudas ajenas con dinero ajeno.

El caso emblemático fue Grecia, cuyo PIB, en 2011, era el 1,5% de la Economía de la Unión Europea y el 2,6% de la Eurozona (Eurostat, 2014); por lo que no tenía el peso económico para arrastrar con sus deudas la economía que respalda al Euro. Era algo selectivo, porque Grecia con un PIB €215 millardos y una deuda del 166 % de su PIB, se suponía que era un mayor riesgo y debía pagar intereses más caros que Japón, cuyo PIB era de €4,4 billones y su deuda el 228 % de su PIB (BM, 2014); pero así lo estimaron las evaluadoras de riesgo de Wall Street. El mismo patrón se repitió con Portugal, Irlanda, España e Italia. Esto sirvió para crear una desconfianza en la economía europea y...en el Euro.

La Unión Europea es la economía más grande del mundo y el principal exportador. Su segundo socio económico es China, con € 428 millardos ($567 millardos) y el primero, es Estados Unidos, con €444 millardos (Eurostat, 2013). Como la economía china crece al 7,7% y la de Estados Unidos crece 2,5% (BM, 2013), es probable que, en 2014, China sea ya el mayor socio europeo. Para China la UE es ya el mayor socio comercial. En 2014 el PIB de la UE será de €14.303 billones (US$18.451 billones) según el FMI y su surplus comercial en septiembre 2014, era ya de €18,5 millardos (Eurostat, 2014). La economía real europea no está enferma, es su sector financiero que ha sido contagiado por el sector financiero anglosajón. Las presiones políticas hegemónicas no son ajenas a ese contagio.

Fueron los banqueros de Alemania, Francia, Italia y Holanda, que pagan grandes sueldos y premios a sus ejecutivos de poco discernimiento, quienes compraron valores sin valor, emitidos por los bancos anglosajones, y los vendieron a los bancos de las economías periféricas de la Unión Europea: Grecia, Portugal, España, Chipre & Co, que también pagan bien a sus ejecutivos. Ahora tienen sobresaltos porque los valores que vendieron cayeron a su valor real y sus clientes no pueden pagar. Como siempre, intervinieron el FMI, el Banco Mundial y el Banco Central Europeo para dar los créditos necesarios para pagar a los bancos acreedores; con la novedad de que en Chipre que la banca para pagar acreedores extranjeros, confiscó también dinero de sus clientes.

Por un rato hubo temblores por miedo de que Grecia hiciese lo que correspondía: regresar al drama. Pero no será así, porque los banqueros del grupo duro europeo quieren cobrar en Euros sus créditos. Un detalle adicional, que nunca se menciona, es que todas esas obligaciones de los bancos en los países periféricos se garantizaron con seguros contra falta de pago (Credit Dafault Swaps), cuyas primas se cobraron, pero que no se aplican para cancelar las deudas porque esos seguros son extendidos y comerciados entre los mismos bancos acreedores.

El acuerdo trasatlántico

Estados Unidos propuso a la Unión Europea un Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión - TTIP-, que pretende integrar ambas economías. Se han hecho varios estudios econométricos, todos coinciden en que el acuerdo llevaría a sustituir el comercio intraeuropeo por el comercio con Estado Unidos. Esto implica una desintegración europea y lo paradójico es que el principal abogado del acuerdo es la Comisión Europea; eso da una idea de quién manda en Bruselas.

Según un estudio de Jeronim Capaldo (GDAE / Tufts University, 2014) usando el modelo de Política Global de la ONU, en los diez primeros años del acuerdo los resultados serían los siguientes:

1. Pérdidas netas en las exportaciones europeas, principalmente las del Norte de Europa (2,7% del PIB, seguidas por Francia (1,9%) y Reino Unido (0,95%).

2. Pérdidas netas en términos de PIB para países del Norte de Europa (-0,5), seguidos por Francia (-0,48) y Alemania (-0,29).

3. Pérdida de ingreso para los trabajadores: Francia con -5.500€ por trabajador, países de Europa del Norte -4,800€, Reino Unido -4,200€ y Alemania -3,400€.

4. Pérdida de 600.000 puestos de trabajo. 223.000 en el Norte de Europa., 134.000 en Alemania, 130.000 en Francia y 90.000 en el Sur de Europa.

5. Reducción de la participación de los salarios en el PIB, lo que implica una transferencia de la renta del trabajo al capital. En Francia del 8%; en Reino Unido, del 7%; en Alemania y norte de Europa, del 4%.

6. Pérdida de ingresos públicos de los Estados, por disminución de ingresos por impuestos indirectos. Francia 0,64% del PIB y en todos eso empuja hacia déficits públicos mayores que los del acuerdo de Maastricht.

7. Mayor inestabilidad y desequilibrios financieros, causados por menores ingresos por exportaciones, menores salarios, menor recaudación, menores ventas. Los beneficios de la inversión serían sostenidos por aumento de precios de los activos; burbujas, dicho de otro modo.

8. Mayor vulnerabilidad a cualquier crisis en los Estados Unidos.

Las conclusiones son dos: a) los estudios encargados por la Comisión Europea no usan un buen modelo y al usar el de la ONU los resultados son desfavorables al TTIP; b) en este momento de bajo crecimiento y austeridad una reorientación comercial reduciría las rentas del trabajo y eso reduciría la actividad económica.

En cuanto a la parte de la propuesta relacionada con Inversión Extranjera Directa, tanto Francia como Alemania dijeron que no están dispuestas a negociar cláusulas que permitan una jurisdicción arbitral extraterritorial a los inversionistas.

Nuestra opinión es que la economía europea está aún sana, sus problemas vienen del contagio del sector financiero anglosajón y de las presiones norteamericanas contra el comercio con viejos clientes estratégicos, como Irán y Rusia. Los Estados Unidos quieren firmar el TTIP, para acabar con el mal ejemplo del Estado de Bienestar europeo, para chupar los recursos de la más potente economía, para mantener las ficciones en los mercados de valores y mantener al dólar como moneda internacional. Además, es inquietante esa política de destruir a los proveedores energéticos europeos o a distanciar a Europa de ellos. Pareciera que Estados Unidos busca eliminar opciones energéticas a Europa y hacerla dependiente de sus dudosos recursos en gas de esquiste; vendido en dólares, naturalmente.

Conclusión: Como dijo Luis XVIII, Rey de Francia y hombre de mundo, sólo la ambición no envejece nunca. El sistema económico basado en el dólar se cae a pedazos, pero la ambición lo mantendrá activo hasta su última ruina.

- Umberto Mazzei, IREI SISMONDI, Ginebra


Referencias Bibliográficas

Sismondi, Jean Charles (1827). Nouveaux Principes de Economie Politique ou De la richesse dans ses rapports avec la population.
Paris: Delunay.

Drucker, Peter. (1986). The Changed World Economy, Washington: Foreign Affairs.

Todd, Emanuel. (2002). Après l' Empire: essai sur la décomposition du systeme américain. Paris:Gallimard.

Capaldo, Jeronim, 2014. The Trans-Atlantic Trade and Investment Partnership:
European Disintegration, Unemployment and Instability, GDAE Working Paper 14-03, Tufts University, Medford, MA.
http://ase.tufts.edu/gdae/policy_research/TTIP_simulations.html

BIC / BIS, 2014 Bank of International Settlements, Basel:
http://www.bis.org/statistics/dt1920a.pdf,

Eurostat, 2014; 2013, European Commission,
http://trade.ec.europa.eu/doclib/docs/2006/september/tradoc_122530.pdf

BM, 2014 ; BM 2013.
World Bank. http://databank.worldbank.org/data/download/GDP.pdf


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Una reflexión difícil

 Por Boaventura de Sousa Santos

El terrible crimen cometido contra los periodistas y dibujantes de Charlie Hebdo hace muy difícil un análisis sereno de lo que está implicado en este acto bárbaro, de su contexto y precedentes, así como de su impacto y repercusiones futuras. Sin embargo, este análisis es urgente, bajo pena de continuar avivando un fuego que mañana puede alcanzar a las escuelas de nuestros hijos, nuestras casas, nuestras instituciones y nuestras conciencias. Las siguientes son algunas ideas para ese análisis.

- La lucha contra el terrorismo, la tortura y la democracia. No se pueden establecer nexos directos entre la tragedia de Charlie Hebdo y la lucha contra el terrorismo que los Estados Unidos y sus aliados están ejecutando desde el 11 de septiembre de 2001. Pero es sabido que la extrema agresividad de Occidente ha causado la muerte de muchos millares de civiles inocentes (casi todos musulmanes) y ha sometido a niveles de tortura de una violencia increíble a jóvenes musulmanes contra los cuales las sospechas son meramente especulativas, como consta en el reciente informe presentado al Congreso norteamericano. Y también es sabido que muchos jóvenes islámicos radicales declaran que su radicalización nació de la revuelta contra tanta violencia impune. Ante esto debemos reflexionar si el camino para frenar la espiral de violencia es continuar con las mismas políticas que la han alimentado como ahora es demasiado evidente.

La respuesta francesa al ataque muestra que la normalidad constitucional democrática está suspendida y que un estado de sitio no declarado está en vigor, que los criminales de este tipo, en lugar de ser apresados y juzgados, deben ser abatidos, que este hecho no representa aparentemente ninguna contradicción con los valores occidentales. Entramos en un clima de guerra civil de baja intensidad. ¿Quién gana con esto en Europa? Ciertamente, no los partidos de izquierda como Podemos en España o Syriza en Grecia.

- La libertad de expresión. Es un bien precioso pero tiene límites, y la verdad es que, en su inmensa mayoría, esos límites son impuestos por aquellos que defienden la libertad sin límites, siempre y cuando sea “su” libertad. Hay muchos ejemplos de estos límites: si en Inglaterra un manifestante dice que David Cameron tiene sangre en las manos, puede ir preso; en Francia, las mujeres islámicas no pueden usar el hiyab; en 2008, el dibujante Maurice Siné fue despedido de Charlie Hebdo por haber escrito una crónica supuestamente antisemita. Esto significa que los límites existen, pero son diferentes para diferentes grupos de interés. Por ejemplo, en América latina, los grandes medios, controlados por familias oligárquicas y por el gran capital, son los que más claman por la libertad de expresión sin límites para descalificar a los gobiernos progresistas y ocultar todo lo bueno que estos gobiernos han hecho por el bienestar de los más pobres.

Aparentemente, Charlie Hebdo no reconocía límites para descalificar a los musulmanes, incluso cuando muchos de sus dibujos fueran propaganda racista y alimentasen la ola islamofóbica y antiinmigrante que avasalla a Francia y, en general, a Europa. Además de muchos dibujos con el Profeta en poses pornográficas, uno de ellos, bien aprovechado por la extrema derecha, mostraba un conjunto de mujeres musulmanas embarazadas, presentadas como esclavas sexuales de Boko Haram que, apuntando a sus vientres, pedían que no les fuese retirado el subsidio social por embarazo. De un golpe, se estigmatizaba al Islam, a las mujeres y al Estado de bie-nestar social. Obviamente que, a lo largo de los años, la mayor comunidad islámica de Europa se fue sintiendo ofendida por esta línea editorial, aunque fue igualmente inmediato su repudio ante este crimen bárbaro. Debemos, pues, reflexionar sobre las contradicciones y asimetrías de los valores que creemos son universales.

- La tolerancia y los “valores occidentales”. El contexto en que ocurrió el crimen es dominado por dos corrientes de opinión, ninguna de ellas favorable a la construcción de una Europa inclusiva e intercultural. La más radical es frontalmente islamofóbica y antiinmigrante. Es la línea dura de la extrema derecha en toda Europa y de la derecha cuando se ve amenazada por elecciones próximas (el caso de Antonis Samarás en Grecia). Para esta corriente, los enemigos de la civilización europea están entre “nosotros”, nos odian, tienen pasaportes de nuestros países; y esta situación solo se resuelve liberándonos de ellos. La pulsión antiinmigrante es evidente.

- La otra corriente es la de la tolerancia. Estas poblaciones son muy distintas de nosotros, son una carga, pero tenemos que “aguantarlas”, hasta porque son útiles; aunque solo debemos hacerlo si ellas son moderadas y asimilan nuestros valores. Pero, ¿qué son los “valores occidentales”? Luego de muchos siglos de atrocidades cometidas en nombre de estos valores dentro y fuera de Europa –de la violencia colonial a las dos guerras mundiales– se exige algún cuidado y mucha reflexión sobre lo que son esos valores y por qué razón, de acuerdo con los contextos, ora se afirman unos ora se afirman otros.

Por ejemplo, nadie pone hoy en duda el valor de la libertad, pero no puede decirse lo mismo de los valores de la igualdad y la fraternidad. Fueron estos dos valores los que fundaron el Estado social de bienestar que dominó la Europa democrática después de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, en los últimos años, la protección social, que garantizaba niveles más altos de integración social, comenzó a ser puesta en cuestión por los políticos conservadores y hoy es concebida como un lujo inaccesible para los partidos del llamado “arco de gobernabilidad”. La crisis social causada por la erosión de la protección social y por el aumento del desempleo entre jóvenes, ¿no será leña para el fuego del radicalismo por parte de los jóvenes que, más allá del desempleo, sufren la discriminación étnico-religiosa?

- El choque de fanatismos, no de civilizaciones. No estamos ante un choque de civilizaciones, incluso porque la cristiana tiene las mismas raíces que la islámica. Estamos ante un choque de fanatismos, aunque algunos de ellos no aparezcan como tales porque nos son más próximos. La historia muestra cómo muchos de los fanatismos y sus choques estuvieron relacionados con intereses económicos y políticos que, en realidad, nunca beneficiaron a los que más sufrieron con tales fanatismos. En Europa y sus áreas de influencia es el caso de las cruzadas, de la Inquisición, de la evangelización de las poblaciones colonizadas, de las guerras religiosas y de Irlanda del Norte. Fuera de Europa, una religión tan pacífica como el budismo legitimó la masacre de muchos millares de miembros de la minoría tamil de Sri Lanka; del mismo modo, los fundamentalistas hindúes masacraron a las poblaciones musulmanas de Guyarat en 2003, y el eventual mayor acceso al poder que han conquistado recientemente con la victoria del presidente Modi hace prever lo peor. Es también en nombre de la religión que Israel continúa imponiendo la limpieza étnica de Palestina y que el llamado Califato masacra poblaciones musulmanas en Siria y en Irak. ¿La defensa de la laicidad sin límites en una Europa intercultural, donde muchas poblaciones no se reconocen como tales, será después de todo una forma de extremismo? ¿Los diferentes extremismos se oponen o se articulan? ¿Cuáles son las relaciones entre los jihadistas y los servicios secretos occidentales? ¿Por qué los jihadistas del Estado Islámico, que ahora son terroristas, eran “combatientes de la libertad” cuando luchaban contra Khadafi y contra Assad? ¿Cómo se explica que el Estado Islámico sea financiado por Arabia Saudita, Qatar, Kuwait y Turquía, todos aliados de Occidente? Una cosa es cierta, por lo menos en la última década: la gran mayoría de las víctimas de todos los fanatismos (incluyendo el islámico) son poblaciones musulmanas no fanáticas.

- El valor de la vida. El rechazo total e incondicional que los europeos sienten ante estas muertes debe hacernos pensar por qué razón no sienten el mismo rechazo ante un número igual o mucho mayor de muertes inocentes como resultado de conflictos que, en el fondo, ¿tal vez tengan algo que ver con la tragedia de Charlie Hebdo? En el mismo día, 37 jóvenes murieron en Yemen en un atentado con una bomba. El verano pasado, la invasión israelí causó la muerte de dos mil palestinos, de los cuales cerca de 1500 eran civiles y 500 niños. En México, desde el año 2000 fueron asesinados 102 periodistas por defender la libertad de expresión y, en noviembre de 2014, 43 jóvenes fueron asesinados en Ayotzinapa.

Ciertamente, la diferencia en la reacción no puede estar basada en la idea de que la vida de europeos blancos, de cultura cristiana, vale más que la vida de europeos de otros colores o de no europeos de culturas basadas en otras religiones o regiones. ¿Será entonces porque estos últimos están más lejos de los europeos y son menos conocidos por ellos? ¿Acaso el mandato cristiano de amar al prójimo permite tales distinciones? ¿Será porque los grandes medios de comunicación y los líderes políticos de Occidente trivializan el sufrimiento causado a esos otros, cuando no los demonizan al punto de hacernos pensar que ellos no merecen otra cosa?