viernes, 29 de octubre de 2010

Los papeles de la guerra

Alberto Piris

república.es

A los militares españoles que desde mediados de los años 50 del pasado siglo empezamos a efectuar con frecuencia estancias en EEUU, para seguir cursos de formación táctica y técnica, nos sorprendían muchas cosas de nuestros homólogos estadounidenses; en general, en sentido favorable. Uno de los aspectos que más me llamaba la atención era la proliferación de impresos, formularios y estadillos que había que rellenar cuidadosamente con motivo de cualquier actividad. No había tarea que no quedara debidamente registrada y filling the form (rellenar el impreso) era algo obligado en toda operación. Para los oficiales de aquel ejército español, desmedrado tras las penurias de la Guerra Civil y donde las carencias “se suplían con el celo” -según frase común-, ver cómo funcionaba un ejército moderno era una novedad extraordinaria.

Para los militares estadounidenses era entonces la guerra de Vietnam la principal pesadilla, pues su fin no se veía próximo. Cuando aún quedaban más de diez años para que concluyera, oí comentar, en el club de oficiales de la base en la que me alojaba, que el mejor procedimiento para acabar con el Vietcong sería lanzar desde el aire, mediante los famosos B-52, todas las toneladas de papel que la guerra había generado: el territorio enemigo y su población quedarían aplastados bajo una gruesa capa de documentos, con lo que se daría fin a la guerra, aunque solo fuese por asfixia.

Este recuerdo se ha reavivado al conocer lo que los medios han dado en llamar “filtración” de documentos militares de la guerra de Irak, que ha causado un escándalo de grandes proporciones. Esta segunda andanada es mucho más de lo que podría deducirse del nombre de la organización que la ha disparado. WikiLeaks se traduce como “las filtraciones de Wiki”, pero los casi 400.000 documentos que acaban de ver la luz, más que una simple filtración, constituyen una enorme marea o una gigantesca inundación.

Si pertenece al ámbito del humor la idea de un Vietnam sumergido bajo un océano de papel, no se puede dudar de que el actual equivalente digital de los documentos generados por la ocupación de Irak, difundidos sin fronteras por Internet, supone para el Pentágono, la Casa Blanca y el Gobierno de Bagdad un huracán político de consecuencias muy devastadoras. También a Londres han llegado fuertes ramalazos.

Muchas conclusiones se irán extrayendo del análisis de esta documentación. Pero una de las más demoledoras, tras un examen superficial, es la crueldad y el sadismo (ejecuciones sumarias, palizas, electrocuciones, uso de ácidos y de taladros eléctricos contra los detenidos) mostrado por los soldados del ejército iraquí contra su propio pueblo. ¿No era así como actuaban las tropas de Sadam? Asumido el culpable fiasco de las armas de destrucción masiva ¿no se aseguró insistentemente que la invasión tenía por objeto poner fin a las prácticas tiránicas del ahorcado dictador? Pues no parece que las cosas cambiaran para bien del sufrido pueblo iraquí, cuando se comprueban las sevicias que ha padecido a manos de sus soldados y, lo que es peor, la tolerancia mostrada por las fuerzas ocupantes, que tenían orden de no investigar los casos que solo afectasen a torturas o violencia entre iraquíes. Eso, cuando no eran los mismos soldados de EEUU los que entregaban expresamente sus prisioneros a los especialistas iraquíes en tortura.

Ante tan aplastante colección de pruebas incriminatorias, es muy hipócrita pasarlas por alto y argüir que su difusión pone en peligro la seguridad de las tropas, como se ha dicho en Washington. Aunque hoy sea Afganistán, y no Irak, el principal motivo de preocupación, es difícil separar y compartimentar en el tiempo y en el espacio unas actuaciones que vulneran los más elementales códigos de la ética humana y del comportamiento de los ejércitos en las guerras. Lo que ocurrió en Irak ¿se repetiría en Afganistán si hubiera permanecido oculto?

Forzoso es constatar, como consecuencia de lo anterior, que se necesitan unos árbitros independientes, como WikiLeaks y otras organizaciones análogas. Árbitros no implicados directamente en el terrible juego que allí se desarrolla (¿quién dará crédito, ahora, a los informes oficiales del Pentágono?) y capaces de actuar con valentía contra los Estados que, en virtud de una pretendida conciencia democrática y de difusión de los derechos humanos, recurren a la guerra para imponer por las armas los principios que luego no practican sobre el terreno cuando llega el momento de la verdad.

Los papeles de la guerra de Irak están cumpliendo una función para la que no fueron concebidos: en vez de atender a las exigencias de la burocracia militar, sirven para denunciar los horrores de una guerra que jamás debió iniciarse. Y en vez de atacar al mensajero, como suele ocurrir en estos casos, lo que exige la más elemental moral militar, política y cívica es comprobar los delitos revelados y proceder contra sus perpetradores en la forma que cabe esperar en cualquier Estado que se tenga por democrático.

http://www.republica.es/2010/10/28/los-papeles-de-la-guerra/

Cuba hoy: incertidumbres y certezas

Frank Josué Solar Cabrales

www.corrientemarxista.org / Rebelión

La Revolución Cubana se enfrenta a uno de los momentos más complejos de su historia y existe un consenso bastante generalizado de que deben producirse cambios trascendentes en nuestra sociedad.

El debate es sobre el ritmo y la dimensión que tendrán, así como su contenido y naturaleza. Un aspecto importante son los límites, hasta qué punto llegar sin transgredir el umbral de los principios o afectar la esencia misma del sistema que hemos defendido durante 50 años y al que hemos entregado alma, corazón y vida.

En sentido general, las medidas que se han ido tomando y las que se pretenden adoptar responden a la necesidad de dinamizar la economía cubana, de aumentar su productividad y eficiencia, de reevaluar la moneda nacional y los salarios, de sustituir importaciones, sobre todo en la producción de alimentos.

En fin, de lo que se trata es de reactivar una economía muy duramente golpeada por el subdesarrollo, por la pérdida de sus principales mercados y fuentes de suministros, por un bloqueo comercial genocida impuesto por el imperialismo norteamericano y también por trabas burocráticas internas y otros errores. Se intenta hacerlo, además, en condiciones muy difíciles, en las que el hostigamiento y los planes para destruir la Revolución no cesan.

Al parecer, las próximas reformas que se esperan están destinadas en su mayoría a utilizar mecanismos de mercado, así como estímulos materiales y salariales como incentivos en la búsqueda de eficiencia y el aumento de la productividad, empezando por el campo.

Este tipo de medidas, completamente legítimas e incluso necesarias para la supervivencia de una sociedad de transición al socialismo, en medio del acoso y del aislamiento, deben ser entendidas como lo que son: un retroceso obligado por las circunstancias, un mal necesario pero temporal, y nunca como una vía hacia adelante, como una alternativa de construcción de un tipo de socialismo. Esto es una cosa, y otra muy distinta aceptar la desigualdad como algo tolerable, normal, inevitable, incluso saludable para el funcionamiento del sistema.

Sin una perspectiva clara que las entienda como algo coyuntural, se corre el riesgo de que, al continuar el aislamiento, en algún momento esas reformas económicas vayan en una dinámica propia in crescendo hacia una restauración capitalista más lenta y sutil, y las distorsiones sociales que ellas mismas han creado, al final se volverían en contra de la Revolución. Avanzar por este camino inevitablemente fortalecería sectores procapitalistas dentro de la sociedad cubana y erosionaría gravemente los valores socialistas de solidaridad e igualdad social. Una restauración del capitalismo en Cuba significaría un desastre total desde todos los puntos de vista para nuestro pueblo.

Una sociedad de transición al socialismo como la cubana es, por definición, una sociedad en la que coexisten elementos del viejo y del nuevo mundo, en una amalgama contradictoria. De lo que se trata entonces en ese tipo de sociedad es de quien vence a quien, de cuales son los elementos que finalmente terminan preponderando, siendo hegemónicos.

Pienso que una pregunta fundamental que debemos hacernos todos hoy es ¿en qué medida la actual campaña contra las gratuidades y subsidios, contra el igualitarismo y determinados principios de igualdad social, afectaría conquistas sociales fundamentales de la Revolución Cubana? Es una antinomia pretender construir el socialismo fomentando la desigualdad. O aceptándola como algo normal o inevitable. Eso ya lo hace el capitalismo bastante bien.

Precisamente la plataforma liberal del capitalismo, su discurso ideológico central es el que habla de oportunidades y derechos para todos, pero que es imposible que todos vivamos igual. Según esta lógica es normal la desigualdad de ingresos.

En tanto, el socialismo debe aceptar ciertas dosis de desigualdad durante un período transicional como un mal pasajero, pero debe empeñarse desde el primer día en su reducción paulatina y sostenida. El camino contrario, el de fomentarla y utilizarla como estímulo para la productividad sólo conduce al capitalismo. Es imposible tener una economía que funcione sobre bases capitalistas y mantener un modelo político y social socialista.

El pago por resultados y el uso del salario como acicate para la producción no hace al obrero trabajar “según sus capacidades” sino más bien por encima de ellas, justo como hace el capitalismo, que lo sobreexplota y tensiona al máximo sus fuerzas, acuciado por sus necesidades materiales y las de su familia. Al final llevará a priorizar la salida individual sobre la colectiva, a la competencia entre trabajadores y empresas, en sentido contrario al espíritu socialista.

Las palancas económicas del capitalismo sólo producen más capitalismo. Incluso algunas de las que ya se han ensayado tímidamente han arrojado resultados por debajo de las expectativas. El pragmatismo, el sentido práctico, el proceder empírico, no llevarán a otro puerto que al capitalismo. Este barco necesita un proyecto como brújula, debatido y acordado entre todos.

Doblemente peligroso es cuando la guerra cultural global del imperialismo haciendo creer que no es posible otra vida que bajo el capitalismo es más despiadada y efectiva que nunca, paradójicamente cuando el sistema atraviesa una de las peores crisis de su historia, haciendo agua por todos lados. Tampoco nunca antes había tenido en Cuba mayor influencia que ahora. Le estaríamos haciendo el trabajo al enemigo contribuyendo inconscientemente a la justificación teórica e ideológica del capitalismo.

El aparente callejón sin salida al que se enfrenta el proyecto social cubano proviene de la imposibilidad de construir el socialismo en un solo país. Entonces, ante el retardo de la revolución latinoamericana se ve como única salida probable la adopción de reformas de mercado. Y es que aún desarrollando al máximo las potencialidades de la democracia obrera, la Revolución Cubana no podrá escapar a las duras condiciones económicas de atraso impuestas por el aislamiento y las profundas distorsiones en el proyecto que él provoca. Resurgirán una y otra vez todas las viejas porquerías del capitalismo, al decir de Marx. Para nosotros es cuestión de vida o muerte la extensión de la revolución socialista por toda América Latina. Por esa y otras razones considero que los revolucionarios cubanos debiéramos dar una acogida entusiasta a la propuesta del Presidente Chávez de crear la V Internacional, y convertirnos en uno de sus principales impulsores. Para la Revolución Cubana una política internacionalista no es sólo una cuestión moral o de tradición, sino de sobrevivencia.

La falsa idea de que pueda ser viable en el tiempo, a largo plazo, una fórmula donde se combinen y coexistan dosis equilibradas de socialismo y mercado, es una ilusión peligrosa. Y tan peligrosa como esta es aquella que pretende que las transformaciones en el ámbito económico no tengan su correlato e impacto en las estructuras políticas, como si fueran compartimentos estancos y separados.

Como el socialismo es sobre todo un asunto de conciencia, no sólo de cuchillo y tenedor, tan importante como lo que se produce es cómo se produce. O sea, para la construcción del socialismo sí es muy importante el color del gato, no sólo que cace ratones. No se puede aspirar a una sociedad superior si las riquezas obtenidas se alcanzan a través de relaciones de producción que fomenten la desigualdad, la explotación, la competencia.

La única manera que tiene la economía planificada para aumentar la productividad de forma distinta al capitalismo, es el control obrero. Este es también el mejor antídoto contra la corrupción. Ninguna otra medida administrativa o burocrática puede sustituirlo. Por ejemplo, la Contraloría General de la República podrá ser útil hasta cierto punto, pero ningún control desde arriba resolverá el problema, porque no va a su raíz. Una y otra vez la historia ha demostrado lo ineficaces que suelen ser las reformas por arriba y las soluciones burocráticas en un proceso de construcción del socialismo. El socialismo significa que el poder radique de verdad, en la práctica, y no sólo nominal o formalmente, en manos de los trabajadores.

La burocracia no puede controlarse a sí misma. En este aspecto no debe soslayarse la alerta de intelectuales prestigiosos y comprometidos sobre sectores de la burocracia blindándose económicamente por si las moscas, previendo un giro hacia el capitalismo y asegurándose el futuro en ese posible escenario.

Si bien es muy pronto para determinar adonde nos conducirá este proceso de cambios, considero que hay tres elementos claves a tener en cuenta:

1- La correlación actual de fuerzas y la acumulación política y cultural de los cubanos son muy favorables al proyecto socialista. Aquellos que sueñen hoy con una restauración capitalista en Cuba carecen de legitimidad y de aceptación pública.

2- La firme disposición y voluntad inicial de la dirección política de la Revolución y del pueblo cubano de preservar el socialismo en Cuba a cualquier costo, como única garantía para mantener las conquistas sociales alcanzadas y asegurar nuestra existencia como nación independiente y soberana. De todas maneras, independientemente de nuestras intenciones, muchos de esos cambios podrían desatar fuerzas que adquirieran su propia lógica y escaparan de nuestro control.

3- Las variables internacionales, sobre todo el desarrollo del proceso revolucionario en Venezuela tendrá una influencia decisiva, en un sentido u otro, para el resultado final en Cuba.

Nuestro desafío, el mismo de todo proceso revolucionario cuando se enfrenta a la reacción, es el de construir un parlamento en una trinchera, combatiendo a un enemigo que aprovechará hábilmente nuestras debilidades y desunión. Eso lo matiza todo. Pero en esa trinchera no existe otra alternativa que el parlamento del pueblo trabajador.

Hay señales muy positivas. Por ejemplo, las referencias reiteradas al papel central que deben desempeñar los trabajadores en la lucha contra la corrupción y la ineficiencia, así como en las discusiones económicas sobre el plan en cada centro de trabajo. También los llamados que ha hecho el mismo Raúl a una mayor democratización de nuestro Partido Comunista y de las estructuras políticas y de gobierno. Democracia que no debe ser ni abstracción ideal ni la burguesa, mascarada que encubre la dictadura del capital, sino la democracia de la mayoría trabajadora de este país, ejerciendo un poder y control efectivo desde la base.

Están, asimismo, los debates generados a partir del discurso de Raúl, los suscitados en los congresos de la CTC, de la FEU, de la UNEAC, además de los reclamos constantes, desde la dirección del país, a una discusión franca y abierta entre los revolucionarios, como método idóneo y saludable para encontrarle solución a nuestros problemas.

Esto ha sido práctica de la Revolución en varios momentos de su historia, recuérdese por ejemplo el proceso de discusión del Llamamiento al IV Congreso del PCC, o los parlamentos obreros, en los días más acuciantes del período especial. De lo que se trata es de tornar estos momentos en permanencia y funcionamiento sistémico.

Una de las diferencias fundamentales del socialismo con respecto al capitalismo, y ahí radica una de sus ventajas, es la amplia participación popular con la que debe construirse. Mientras al capitalismo le interesa excluir del ejercicio del poder y el proceso político a la mayor cantidad posible de personas, el socialismo, para ser, debe desarrollar al máximo sus potencialidades de inclusión política y de presencia del pueblo en las tomas de decisiones. El estado natural del socialismo debe ser el más amplio debate democrático entre revolucionarios.

Y las profundas carencias que todavía tenemos en ese aspecto son un problema muy grave. Necesitamos que la elección del camino a seguir salga de un gran debate público nacional sobre todas las cuestiones fundamentales, que incorpore al pueblo a las decisiones. En ese sentido considero contraproducente, primero, que los resultados de las discusiones producidas en todo el país a raíz del discurso de Raúl el 26 de julio en Camagüey se mantengan en secreto, y segundo, que las medidas derivadas de ellas sean estudiadas y decididas sólo por un grupo de personas en la dirección de la Revolución, sin participación popular. También creo que no se debiera demorar más el Congreso del Partido, su necesidad se hace más evidente cada día.

Entre los factores que nos permitieron resistir el tremendo mazazo que significó la caída de la URSS y el período especial subsiguiente hubo tres que considero fundamentales: en primer lugar, y el más importante, la presencia de Fidel, que con su enorme autoridad política y moral, se convirtió en el principal elemento cohesionador de todo el pueblo para enfrentar lo que se nos venía encima. El segundo, que la generación de aquellos días mantenía vínculos personales más cercanos y estrechos con los años fundacionales de la Revolución, con sus momentos épicos y románticos, la Campaña de Alfabetización, Girón, Angola, y había vivido un socialismo, el de la década de los 80, con niveles relativamente altos de consumo material y de justicia social. El tercero, que los argumentos utilizados para la resistencia respondían esencialmente a motivaciones políticas: era un pueblo consciente de sus conquistas y de lo que se jugaba, que se negaba a ser esclavo otra vez, a perder su soberanía, y para ello se disponía a arrostrar cualquier sacrificio (o desafío).

Hoy, la posibilidad de enfrentar un nuevo período especial, con limitaciones económicas agudas, nos sorprende, lamentablemente, en condiciones algo diferentes. Fidel ya no se encuentra, al menos formalmente, al frente del país y la Revolución, y su capacidad física se ha visto disminuida por la edad y por un grave problema de salud que lo tuvo al borde de la muerte. Junto a él, el liderazgo histórico de la Revolución está llegando a su límite biológico, y sigue siendo asignatura pendiente el aseguramiento del relevo de la dirección revolucionaria.

Una de las generaciones de jóvenes que coexiste hoy prácticamente lo único que ha visto es el período especial, con sus escaseces, sus desigualdades, las profundas contradicciones económicas, políticas y sociales que ha originado en el seno de la sociedad cubana, y que han afectado incluso, en mayor o menor grado, nuestras niñas bonitas y sagradas: la salud y la educación; y la erosión constante que ha provocado en los valores, espiritualidad y el modo de vivir socialista que hemos practicado durante 5 décadas. Para ella, el discurso de justicia y bienestar de la Revolución a veces no encuentra asidero en la realidad, peor si se usan consignas gastadas y esquemas trillados. Por último, la salida a la coyuntura actual se busca apelando a medidas pragmáticas de corte económico y no a la movilización de las reservas políticas de nuestro pueblo.

El sistema de funcionamiento político que hemos tenido durante estos 50 años se ha basado casi exclusivamente en el extraordinario carisma y liderazgo de Fidel. La confianza plena del pueblo en él, en sus planteamientos y su dirección, ha asegurado con efectividad la unidad, la defensa de la Revolución, y el rumbo socialista del proyecto, y nos ha permitido derrotar todos los embates del imperialismo. Pero el vacío dejado por él no podrá ser llenado por nadie. En el futuro, la única garantía de que ese poder tremendo no caiga en manos de personas al estilo de Mijail Gorbachov, Boris Yeltsin, o tantos otros, es rediseñar nuestro modelo político ampliando la democracia obrera y el control popular. Vital es contar con un PCC unido, sólido, con la mayor democracia interna y un ambiente de debate libre y franco de ideas entre revolucionarios.

Uno de los fenómenos más peligrosos que vemos hoy para la continuidad de la alternativa socialista, es la extendida despolitización y desideologización, presente sobre todo en sectores juveniles apreciables. Inconscientemente se refuerza esta tendencia desde el discurso oficial, cuando se carga la mano en el pragmatismo y no en las motivaciones políticas. Un discurso de “soluciones prácticas” combinado con apelaciones abstractas a la conciencia, la voluntad y la ética, que según entiendo, tiene efectos muy limitados.

Aunque duela reconocerlo, en la Cuba de hoy pueden trazarse muchos paralelos con la situación de la URSS en los últimos años de la década del 80. El solo pensarlo me provoca escalofríos y me pone los pelos de punta, porque el desenlace allá fue fatal, mismo que debemos evitar acá a toda costa. Las similitudes pueden observarse tanto en el complejo panorama social y económico: apatía política en los jóvenes, ineficacia burocrática, corrupción, despilfarro; como en algunas de las medidas propuestas para enfrentarlo.

La restauración capitalista más peligrosa podría venir a caballo de un discurso dizque revolucionario que hablara de mantener todas nuestras conquistas sociales, pero dejando de ser testarudos en materia económica, modernizarnos, adaptarnos a lo que hay, aceptar lo inevitable, abrirnos al mundo y al mercado con todas sus fuerzas, contradicciones y consecuencias. La guinda del pastel de semejante línea argumentativa sería la reconciliación nacional, la idea de que todos somos cubanos, que basta ya de pelearnos entre nosotros, que podemos ser capaces de construir un proyecto de país en el que quepamos todos, poniéndonos de acuerdo pacíficamente. Claro, con libertad de empresa. Esa idea es tan utópica y peligrosa que cualquier intento de contemporizar con la contrarrevolución, interna o externa, no nos dará siquiera tiempo a rectificar. Ellos tienen un diseño de futuro radicalmente distinto al nuestro, y es imposible hacerlos coincidir. La Revolución deberá seguir siendo con todos y para el bien de todos, pero manteniendo el poder en manos de la mayoría trabajadora y defendiéndose de quienes pretendan derrocarla.

Fuente: http://www.corrientemarxista.org/internacional/8-america-latina/280-cuba-hoy-incertidumbres-y-certezas.html

El factor K

Juan Carlos Monedero

Rebelión

Desde la muerte de Perón, no le dolía tanto a la Argentina la pérdida de un Presidente. Muy al contrario, habían sacado del palacio de gobierno a algunos de ellos por no cumplirle al pueblo. E incluso a otros que habían gozado de respeto, como Raúl Alfonsín, se los llevó la gloria de la historia a rincones de olvido por una transición rendida al poder de unos militares asesinos y arrogantes.

“Algunos celebran la muerte de Kirchner” – se recuerda en las calles de Buenos Aires-. Y continúan: “Pero están en el Penal de Marcos Paz”. La verdad, no todos. Además de los militares de la dictadura -los que están entre rejas y los que siguen en libertad-, también celebran, recuerda José Pablo Feinmann, el establishment y las clases altas, en un esquema repetido por toda la América Latina. Es curioso cómo, pese a no haber dejado de ganar dinero, las élites tradicionales nunca han soportado que alguien a quien no controlan ocupe el gobierno. No son de fiar. Néstor Kirchner no era confiable para estos sectores. En estos días Argentina está elaborando su censo. Ha trascendido que no pocos inspectores encontraban a esas clases pudientes celebrando con champán la muerte del ex Presidente. Palabra vieja esa de oligarquía. Tan vieja como oportuna. Como también son católicos, el domingo serán perdonados. Un país no cambia en ocho años.

Cuando en 2004 Néstor Kirchner mandó al máximo responsable del Ejército, el teniente general Roberto Bendini, descolgar el retrato de los dictadores Videla y Bignone del Colegio Militar, ese país, que venía de gritar en las calles “Que se vayan todos”, empezó a creerse que algo estaba cambiando. Pero la tarea no podía ser fácil.

La misma debilidad con la que Kirchner llegó al poder le fueron marcando un camino que supo leer. Dejó atrás sus maneras de político tradicional y se sumó al viento de cambio que atravesaba América Latina. Ya conocía a Chávez y a Lula. Algo le fueron contando. Kirchner podía haber mantenido la política de represión de De la Rúa o Duhalde, pero prefirió hacer de los derechos humanos la bandera de su nueva agenda. Los tiempos le atropellaban y él supo hacer de necesidad virtud. Viéndose inicialmente como candidato para 2007, la penúltima traición de Menem lo acercó a la Casa Rosada antes de tiempo (Ménem, miembro también del Partido Justicialista, el favorito del Fondo Monetario Internacional, el que postró al país de rodillas, se retiró de las elecciones con el único fin de desprestigiarlas, permitiendo que en la segunda vuelta fuera electo Kirchner ante la ausencia de contrincante).

Llegó pues al poder sin legitimidad, como un político más, como el mal menor que, en cualquier caso, podía salir del Gobierno por el tejado como su antecesor De la Rúa. No llegaba como la gran solución, como le ocurrió a Chávez en Venezuela o a Lula en Brasil. Muy al contrario. El diario Página 12 recordaba las apreciaciones del propio Kirchner en esos momentos: “Al próximo presidente nadie le va a creer nada por años (…) Cuando anuncie algo lo va a tener que cumplir. Y cuando anuncie otra cosa a las 24 horas, igual nadie le va a creer y también lo va a tener que cumplir. Va a ser como ir a elecciones todas las semanas”.

Cuatro grandes líneas son el legado de Kirchner, un legado insólito que hizo que miles de personas fuera espontáneamente a la Plaza de Mayo a llorar al que fue su Presidente más respetado de la última etapa: la defensa de los derechos humanos (no solamente de los represaliados de la dictadura, sino también de las minorías sexuales), la apuesta por la integración latinoamericana, el comienzo del pago de la deuda social –con la necesaria ruptura con el Fondo Monetario Internacional como condición previa- y la reordenación de las filas peronistas.

Las Madres y las Abuelas de la Plaza de Mayo han dejado constancia de la apuesta de Kirchner por la memoria histórica y el coraje frente a unos militares que seguían agitando los sables (algo que contrasta con la pusilanimidad de España con los crímenes del franquismo). Igualmente, la lucha contra la persistencia de la dictadura atacaba a las élites de la derecha que habían acompasado su gestión económica a los propios procesos dictatoriales. El pago de la deuda social, que tendría sus más amplias repercusiones ya durante el mandato de su pareja sentimental y política, Cristina Fernández de Kirchner, se sustanciaba en la renacionalización del sistema de pensiones y la asignación universal por hijo. Pero para poder hacer esto posible, fue necesario romper con el FMI y la heterodoxia neoliberal del Banco Central (pese a que el primer Ministro de Economía de Kirchner sería Roberto Lavagna, quien había ocupado ese cargo en el gobierno inmediatamente anterior de Duhalde). Y para romper con el FMI –zanjar la deuda y, por tanto, dejar de pagar intereses- era igualmente necesario el apoyo de algunos países, tanto para otorgar músculo financiero como para frenar las acusaciones internacionales que podían volver a poner a Argentina a merced de los ajustes de unos mercados que, cuando se les plantó cara, demostraron no ser tan omnipotentes. El apoyo en ese momento de los Presidentes Chávez y Lula fue esencial para aguantar los ataques y conseguir liquidez, consolidándose unas alianzas determinantes para la marcha del continente.

De hecho, fue en Mar del Plata, en noviembre de 2005, durante la VI Cumbre de las Américas, donde se sepultó la propuesta del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) impulsada por los Estados Unidos y que señaló el momento de máximo alejamiento de América Latina del país que siempre había visto el continente sudamericano como su patio trasero. El impulso del MERCOSUR y el apoyo a la incorporación de Venezuela al mismo, junto a la creación en 2008 de la UNASUR (de la cual era Presidente Néstor Kirchner en el momento de su fallecimiento) han marcado un punto de inflexión de la integración latinoamericana frente al esquema tradicional de la OEA, marcada por la influencia norteamericana. El apoyo decidido de Kirchner a estas nuevas alianzas regionales fue esencial, constituyendo esta nueva política exterior argentina un pilar de la independencia del continente (y que explican el luto oficial declarado en varios países de la región o el compromiso de buena parte de los Presidentes latinoamericanos para asistir a los funerales).

En política, siempre te construyen tus enemigos. Los poderes tradicionales argentinos hablaban del “factor K” para descalificar toda la tarea política procedente de los gobiernos de Néstor Kirchner o el posterior de su esposa Cristina. Como ocurriera en Ecuador, cuando se volvió contra el gobierno de Lucio Gutiérrez su pretendida descalificación a los opositores como “forajidos”, el factor K pasó a ser señalado como un motivo de calidad democrática por el “kirchnerismo”. No en vano, la pelea con los medios de comunicación, principal partido de la oposición en Argentina (al igual que en Brasil, Venezuela, Paraguay, Ecuador o Bolivia), se convirtió en la última gran batalla que pudo ver el fallecido Presidente. La ley de servicios de comunicación audiovisual aprobada por el gobierno de Cristina Fernández se cruzaba con la demostración –a falta de decisiones judiciales finales- que presentaban como un robo la apropiación por algunos medios –en especial el diario Clarín- de la principal empresa de papel del país durante la represión de la Junta Militar. Igualmente entraba en escena la amplia sospecha de que dos hijos de la propietaria del diario eran niños robados durante la dictadura después del asesinato de sus madres. Las dictaduras terminan siendo procesos de clase que incorporan todo tipo de robos e iniquidades. Las bolsas, corrieron a titular esos mismo medios de comunicación, celebraron con subidas la muerte de Néstor Kirchner. También serán perdonados por eso.

En el haber del Presidente Kirchner queda la creación de una nueva Corte Suprema independiente que pudo frenar la amenaza de la anterior de dolarizar la economía; queda la apuesta por los derechos humanos, la derogación de las leyes que impedían las extradiciones pedidas por el juez Garzón, la derogación de las leyes de punto final y el juicio a los asesinos y responsables de la dictadura militar; quedan las instituciones de la nueva arquitectura latinoamericana y el impulso personal que le dio a la UNASUR; queda la soberanía del Banco Central; quedan tasas de pobreza y de pobreza extrema reducidas a un tercio de lo que estaban en 2003; quedan unas reservas en divisas tan amplias como liberadas para el uso que decida el gobierno; queda la renegociación de la deuda externa y las nuevas relaciones con el FMI; queda la atención a los jubilados, el incremento del empleo, nuevas prestaciones sociales; queda la ley de matrimonio civil… En un país que en 2001 había entrado en bancarrota material y moral.

También hay sombras, que responden a los problemas propios de países de baja institucionalidad (donde la corrupción y el clientelismo son patrimonio establecido), así como a los problemas siempre pendientes de vivienda, de salud, de desempleo, de educación, de violencia, de matonismo y clientelismo sindical. Pero no se pidan milagros, especialmente los que tuvieron décadas para realizar cambios y sólo se solazaron en la ruina de Argentina. ¿Cuánto tardó un país como España en salir de su franquismo sociológico? ¿Y no es acaso aún cierto que todavía no hemos salido de esa influencia perniciosa? La tradición peronista en Argentina, cierto es, no deja de ser un conejo al que difícilmente se le acierta por lo mucho que se mueve. Pero algo empezó a moverse en el país con la elección del Presidente Kirchner. Le ha faltado tiempo. Caprichos del destino. O quizá sea cierto que tienen influencias esas iglesias que, tan poco cristianamente, han celebrado la muerte del mandatario.

Durante las manifestaciones contra el corralito, esa operación financiera sin maquillaje que le robó los ahorros no ya a las clases populares –como ha sido históricamente- sino también a las clases medias, alguien escribió en una pancarta: “menos realidades y más promesas”. Y seguramente eso es lo que vino a hacer Néstor Kirchner. Porque en ese juego de recuperar la esperanza, el pueblo movilizado se hizo actor político constituyente y apoyó hasta hacerlas reales decisiones políticas que requerían mucho coraje. Toda una juventud que nació con la dictadura, ahora está en la calle, en los institutos, en las universidades, en partidos con voluntades nuevas y viejas, en las fábricas recuperadas y en las que todavía siguen lógicas antiguas, con esa realidad naciente de una América Latina que se está poniendo de pie y que ha aprendido mucho del pasado reciente del continente. Una amplia juventud que se ha podido dar cuenta de que algo cambió con el factor K.

Y por eso, contra lo que digan los medios, el pueblo lo está llorando.

El iluminador

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Por Sandra Russo

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Lo había votado, pero a regañadientes. Se votaba sin esperanza. Ni siquiera uno llamaba traición a las traiciones. Eran más bien tradiciones, parecían como las vueltas de la vida o la humedad. Me acuerdo bien del 2003. Con que se fuera Duhalde estaba bien. Llorábamos a Kosteki y Santillán. Y la lucha cotidiana, desde mi trabajo, era intentar hacer ver a los desocupados como hombres y mujeres que hacían piquetes, no como piqueteros. Era hacer ver en los cartoneros a los desesperados, no a los ladrones potenciales.

Estábamos hechos mierda. Eramos ruinas. No teníamos ni trabajo ni orgullo ni líderes. Es sorprendente cómo consiguió ese poder en las sombras, ese siniestro poder que nadie vota, ese que hoy conocemos, convencernos de que todo era más o menos lo mismo, y que era beige. Es sorprendente el daño que le hizo y le sigue haciendo a este país una generación política que no tiene retorno de la entrega irrestricta de sus convicciones.

Creíamos que era inútil esperar cambios de la política, que la política era ese deporte sin reglas que jugaban y siguen jugando tantos. Y mientras todo era lo mismo, nos iban traicionando uno por uno.

En estos años, Kirchner pasó a ser Néstor, un privilegio del lenguaje y de su cercanía, un premio a esas ideas con las que llegó a la Rosada y que llevó adelante contra toda la adversidad que eligió enfrentar. Néstor fue el primer presidente que gobernó este país defendiendo con los dientes los pilares de lo que él concibió como un proyecto nacional y popular, de génesis peronista pero de alcances más amplios, y fue también el que sabía que había que esculpir lo maravilloso sobre la arcilla mugrienta que éramos.

A Néstor le debemos el regreso triunfante y orgulloso de la política. Y si no lo escribo ahora que se murió, no estoy siendo leal con lo que creo. Néstor fue un regalo de la historia, un sobreviviente de una generación decapitada, un disidente de la lucha armada que guardó en su corazón, no obstante, durante años, los sueños de ellos, que eran los mismos que los suyos, los de su compañera y los de tantos y tantos más.

No por casualidad uno de los pilares de su proyecto era el recambio generacional y la formación de nuevos cuadros. Los que nos sacarán de encima la chatura y la ignorancia que hoy reina en el Congreso serán los nuevos dirigentes, los que hoy aparecen de a racimos en el kirchnerismo, pero es de esperar que surjan también en todas las otras fuerzas, para que alguien recoja el guante de la discusión política a la que Néstor nos invitó, y la pluralidad no sea la excusa, como es usada ahora, para asfixiar una vez más un brote de poder popular.

Desde el día en el que hizo descolgar los cuadros de los asesinos, se hizo evidente que él hacía cosas que nadie antes había hecho, y no porque era imposible, sino porque faltaba estrategia, coraje, confianza, autoridad. Le achacan autoritarismo. A la autoridad de un presidente constitucional le llamaban autoritarismo. Siempre le han llamado como quisieron a todo. Néstor nos ayudó a renombrar nuestro mundo, el del nuevo paradigma, el mundo de nuestros sueños.

Recuerdo ahora una columna que escribí justo antes de aquellas elecciones desesperanzadas del 2003, escrita en el dolor del naufragio y la amargura de comprobar que nuestra sociedad se pliega en nichos de profundo individualismo y mezquindad. Se llamaba “Imagino”, y decía que después de todo lo que uno sueña para su pueblo es una vida que incluya el trabajo, un desayuno con algo calentito y pan con miel, un techo, un cumpleaños, un regalo para el Día del Niño. Decía que ahí, en esa escena privada de cualquier argentino vulnerable, en ese movimiento de regreso a la equidad, estaba el motor de nuestros sueños.

Con Néstor descubrimos que esa escena privada que replica la felicidad de un pueblo depende del líder apropiado, pero también de una correspondencia, un intercambio de lealtad entre ese liderazgo y los sectores que representa. Hoy hay una nueva generación de militantes que se suma a militantes de otras generaciones que nunca habían encontrado una expresión política que hablara por ellos. Su entrega final quizá nos diga la importancia de lo que está en juego.

No tengo más que gratitud hacia el hombre que, como un iluminador en un cine muy oscuro, nos señaló el camino, no para hacer inevitable algún tropiezo, sino para advertirnos que sí, que hay un camino.

El hombre, esa mujer, la multitud

OPINION[cerrar]

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http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/go-gris.gif Por Mario Wainfeld

La muchedumbre empezó a congregarse al mediodía del miércoles, al cierre de esta nota (bien entrada la noche del jueves) sigue su desfile en sinfín. El cronista cree que es de buena praxis calcular “cuánta gente hubo”, la misión se torna imposible cuando se renuevan constantemente las filas. Van de la Plaza al Obelisco por Avenida de Mayo, doblan por Rivadavia, hacen un codo, entran a la Casa Rosada. La Plaza, además, está repleta de sol a sol y hay circulación constante en la zona bancaria y en el Bajo.

El tránsito de los asistentes es incesante, relativamente veloz, miles de personas fluyen cada hora. El narrador estuvo un par de ratos, miró televisión, se informa con otros circunstantes. El relato coincide: la mayoría son “gente suelta” no encuadrada, que recorre la franja que va de los sectores más humildes a las clases medias del conurbano. Porteños estrictos hay bastantes. Muchos sub-40 o aun sub-30, mayormente militantes que le encontraron sentido a la política en estos años, que se espabilaron cuando vieron a la derecha real copar las calles porque “somos el campo”.

La muchedumbre, que no tiene principio ni final, entra a la Casa Rosada acaso por primera vez. Ansía saludar, acompañar, confortar, ver, participar, dejarse oír. Participan, apoyan, aman, sostienen. Hay grupos encuadrados, en flagrante minoría.

La crónica argentina registra capillas ardientes visitadas por millares de personas. Artistas populares de variado “volumen de juego”, deportistas. Y, apenas, un puñado de dirigentes políticos.

La historia del peronismo depara más que ninguna otra esas escenas, junto con muchas otras. Hechos que combinan la pasión popular (ritos que se repiten y se renuevan) con la interpelación política. El peronismo es muy escenográfico, muchas imágenes de masas en cualquier formato dramático. No es sencillo descifrarlas, es necio desconocerlas o subestimarlas. Azuzan odios atávicos, análisis ignorantes, desdenes de clase.

La multitud entra y sale de la Casa de Gobierno, no se diría que la mueven la crispación ni la caja. Si usted los mira sin anteojeras, corroborará que no los arrea nadie. Van como ciudadanos que son, como protagonistas que ansían ser.

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La presidenta, Cristina: Quien está ahí, frente al féretro de su compañero de luchas y de vida, es la Presidenta y es Cristina. Anteojos ahumados, enhiesta hasta cuando se sienta, mira hacia delante y escucha. La gente recorre la Rosada, que es un edificio extraño. En el patio de las palmeras, por caso, siempre se escucha cantar a los pájaros. Vaya a saberse cómo sobreviven y se inspiran en ese microclima de smog, en un enclave dentro del cemento, a metros de la city ruidosa e insalubre.

Más mujeres que hombres recorren un caminito establecido. Pasan, tiran un beso, ponen el puño el alto, hacen la “V” con los dedos, se golpean el pecho con el puño, ahí donde los profanos suponemos que está el corazón. Algunos les hablan a las dos, a Cristina y a la Presidenta. Otros, vocean cánticos o consignas. Los jóvenes son los más ruidosos. Hay sincretismo en las consignas, algunas clásicas o hasta arcaicas del peronismo entreveradas con “hasta la victoria, siempre”, por qué no. La más repetida, calcula el cronista en la hora y media que estuvo presente y las muchas más que vio la tele, es “¡fuerza, Cristina!”. El escriba piensa en la tapa de Página/12 de ayer, un prodigio de creatividad de ese tipo talentoso, profundo y tierno que es Daniel Paz. Y se felicita por haber elegido este diario para meterse de lleno en el periodismo, cuando encontró un tope para otras formas de intervención en política.

De vez en cuando se prorrumpe en aplausos, prolongados, de aquellos que uno quiere seguir sosteniendo porque ese sonido, en ese ámbito, dice más que mil palabras.

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El orden es absoluto, las gentes de a pie acatan la básica organización, porque respetan. Ellos entran por una puerta, los invitados especiales por otra. Hay un ingreso para autos, donde irrumpen los de los funcionarios, los de algunos empresarios. Siempre entraron funcionarios a la Rosada, tanto como empresarios. La novedad son las combis de los movimientos sociales y de los organismos de derechos humanos, que gozan de una inédita prioridad: la seguridad los hace pasar primero. Es un dato del kirchnerismo, las Madres, las Abuelas, los movimientos sociales son locales ahí desde hace siete años. Antes “paraban” en la Plaza, clamando en la vereda de enfrente. Los cooptaron, dicen los que nada entienden. Les dieron plata, añaden. En realidad, atendieron sus reclamos, consagraron leyes y también les asignaron módicas partidas del presupuesto. Las ONG gozan de buena fama en el establishment a condición de que no batallen por los pobres, ni por la verdad y la justicia. Eso cambió en esta etapa, entre otras variables.

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Cristina acaricia de vez en cuando el féretro, acomoda la bandera, los pañuelos blancos que le acercaron, algún estandarte. Mira hacia delante, conmueve su economía gestual. Sólo se mueve para besar a Madres o a Hijos, a alguna mujer de pueblo. Tira un beso con las manos, se lleva la mano al corazón.

En su derredor, hombres hechos y derechos no pueden contener la emoción. Carlos Zannini, de ordinario sonriente, se muestra tieso, todo lo lívido que pueda estar un morocho. Agustín Rossi conserva el rostro demudado desde el miércoles. Carlos Tomada está estremecido, con los ojos húmedos.

Oscar Parrilli, una suerte de dueño de casa, va y viene, organizando y recibiendo. Máximo Kirchner también se mueve a veces, ordena algo, le habla y cuida a su madre. Osvaldo Soriano escribió alguna vez que uno llega a ser hombre cuando pierde a su padre, memora el cronista.

Juan Cabandié, hijo recuperado que reencontró a su familia, mira sin ver. El 24 de marzo de 2004, los Kirchner lo invitaron a subir a un escenario histórico, al costado de la ESMA. Comenzó ahí una carrera política, que ahora deberá seguir sin un referente paternal que se le fue de sopetón.

Carlos Kunkel y Jorge Taiana son compañeros de militancia con varios años de cárcel arriba, cuando eran jóvenes y delgados. Ahora, con 30 años más y una corpulencia estimable, se abrazaban en esos pasillos, dando tumbos, llorando como pibes.

Ella, Cristina, no llora.

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El presidente Lula da Silva aborda un avión express, junto a su asesor Marco Aurelio García, cuando faltan menos de tres días para la segunda vuelta de las presidenciales en Brasil. Mucho compromiso es venirse cuando hay tanto en juego.

Lula, un estadista colosal que no deja de ser un hombre de pueblo expresivo, no disimula su congoja. Marco Aurelio se saca las gafas para enjugarse los ojos. El presidente paraguayo Fernando Lugo, enfermo, está ahí. Todos saludan a la Presidenta y abrazan a Cristina. Predicadores autóctonos explican que el líder del PT es sideralmente distinto de los Kirchner y hasta lo usan como modelo. Lula da toda la impresión de pensar distinto. En los gestos, en docenas de discursos, que repitió ayer ya con un pie en el estribo: “O Kirchner era más que un presidente, un compañero”. Lula es un gran orador, no da puntada sin nudo.

Esos presidentes, como el boliviano Evo Morales que también traslucía dolor, no creen exactamente que la Argentina está aislada del mundo, no vaya a creer, lector.

Hugo Chávez habla en el Aeroparque, cita a Bolívar y San Martín, sus gestas y campañas, a Eduardo Mallea y a José Martí. Ya en la capilla ardiente, el presidente bolivariano estrecha a Máximo y a Cristina, a quien besa las dos manos. Lula la abraza. Después lo mima a Lugo, le besa la cabeza rapada.

Son presidentes, son personas, se saben compañeros.

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Mercedes Marcó del Pont y la embajadora en México Patricia Vaca Narvaja sonríen cuando saludan en los pasillos y lloran de modo calmo, sin ocultarse, en la capilla ardiente. Son cristinistas desde antes, desde cuando vivía Néstor Kirchner. Ahora ser cristinista tendrá otro sentido, que deberá construirse, contrarreloj, acaso comenzando antes de que se elabore el duelo. La política no da sosiego ni respiro.

El líder muerto se transmuta en bandera y mito. El de Kirchner ya dice que ofrendó su salud y su vida por su vocación militante. Sus compañeros lo enaltecen, dirigentes radicales adoptan ese discurso. No es el caso del vicepresidente, cuya ansia de figuración lo induce al papelón y a la falta de respeto. Julio Cobos fatiga los canales de cable, emite comunicados, hurta el cuerpo para evitarse una rechifla.

Ricardo Alfonsín y Ernesto Sanz, entre otros, asisten y elogian la militancia, tanto como la tradición nacional y popular. Puede haber cálculo, protocolo, buena onda o cortesía, en cualquier caso estuvieron a la altura de las circunstancias.

Cristina se toma una tregua de minutos, va a una salita aparte. Ve a Leopoldo Moreau, lo abraza y le manda efusivos saludos “para tus hijas, que son militantes”. Moreau discurre con el cronista, a su ver hubo tres dirigentes que hicieron época en la política: Perón, Alfonsín y Kirchner. Ninguno podía parar ni jubilarse.

Cristina, la Presidenta, llegó por un camino signado de dolor y desafíos a tener la oportunidad de disputar un tercer mandato consecutivo para su fuerza política. Yrigoyen, maltrecho, lo logró en el pasado remoto. Perón debió esperar 18 años para su tercera vez. Alfonsín no pudo terminar en regla su primer gobierno. Cristina irá, debe ir, por esa chance. Es muy arduo, no es imposible, aunque la prensa de Papel Prensa la ningunee y la desdeñe.

El cronista se va de la Rosada, junto a una colega que sale en la tele. Una señora sesentona de aspecto sencillo la reconoce, le agradece “lo que están haciendo”. Se llama Matilde, es de Lanús, dice estar contenta porque esperó siete horas en la cola pero “pudo verla”. A ella, a Cristina. No lleva un choripán en la mano, no llegó en un micro a cambio de nada. Fue a verla, le dijo, seguramente, “fuerza Cristina”. Y esa, acaso, será la ciento y única vez que habrá pisado la Rosada en su vida.

mwainfeld@pagina12.com.ar

miércoles, 27 de octubre de 2010

Reflexiones sobre Haiti (LMD)

Haití

Por Eduardo Galeano, Claude-Marie Vadrot, Suzy Castor

LA HUMILLACIÓN IMPERDONABLE


En 1803 los negros de Haití propinaron tremenda paliza a las tropas de Napoleón Bonaparte, y Europa no perdonó jamás esta humillación infligida a la raza blanca. Haití fue el primer país libre de las Américas. Estados Unidos había conquistado antes su independencia, pero tenía medio millón de esclavos trabajando en las plantaciones de algodón y de tabaco. Jefferson, que era dueño de esclavos, decía que todos los hombres son iguales, pero también decía que los negros han sido, son y serán inferiores. La bandera de los libres se alzó sobre las ruinas. La tierra haitiana había sido devastada por el monocultivo del azúcar y arrasada por las calamidades de la guerra contra Francia, y una tercera parte de la población había caído en el combate. Entonces empezó el bloqueo. La nación recién nacida fue condenada a la soledad. Nadie le compraba, nadie le vendía, nadie la reconocía.
[...] Estados Unidos reconoció a Haití recién sesenta años después del fin de la guerra de independencia, mientras Etienne Serres, un genio francés de la anatomía, descubría en París que los negros son primitivos porque tienen poca distancia entre el ombligo y el pene. Para entonces, Haití ya estaba en manos de carniceras dictaduras militares, que destinaban los famélicos recursos del país al pago de la deuda francesa: Europa había impuesto a Haití la obligación de pagar a Francia una indemnización gigantesca, a modo de perdón por haber cometido el delito de la dignidad. La historia del acoso contra Haití, que en nuestros días tiene dimensiones de tragedia, es también una historia del racismo en la civilización occidental.
Eduardo Galeano "Los pecados de Haití" (15 de enero de 2010, http://www.argenpress.info/)




UN MEDIOAMBIENTE DEGRADADO


[...] Viajando a bordo de una de las avionetas que comunican Santo Domingo con Puerto Príncipe, la capital de Haití, es ocioso que el piloto anuncie la frontera: para comprender que se comienza a volar sobre paisaje haitiano, basta percatarse del momento en que los árboles desaparecen bruscamente. En cosa de minutos, Haití apenas ofrece otra cosa que una sucesión de montes pelados: esta parte de la isla que apenas tiene el tamaño de Bélgica y suma 8 millones de habitantes y que fue otrora conocida como "la perla de las Antillas" se ve desde aire como un mundo lunar surcado por cauces carente de agua cuando no llueve.
El penoso estado de la mitad de la antigua Española viene a añadirse al sinnúmero de desdichas, a los miles de muertos, a los millares de exilados generados por los Duvalier, dictador padre y dictador hijo. Les sucedió Jean-Bertrand Aristide, el cura secularizado que, antes de ser depuesto, llegó a acumular con su abogada y esposa cerca de 850 millones de dólares de fortuna personal, sin duda para "sus pobres" de la Ciudad del Sol, los que le llevaron al poder en los años 80. Haití sufre uno de los medioambientes más degradados de las Américas: uno de los pocos estados del planeta
en los que la historia del país se confunde totalmente, y de continuo, con la degradación de la naturaleza y del medio ambiente, porque los sucesores de los chiflados y de los dictadores no lo han hecho mejor. [...] Cada año, lluvias más y más devastadoras a causa de las alteraciones climáticas que multiplican la violencia de huracanes y ciclones se precipitan sobre una superficie incapaz ya
de retener tierra cultivable. Las tierras transportadas ni siquiera se detienen ya en los llanos, y ganan la costa: cada año, entre 37 y 40 millones de toneladas de tierra van a dar en la mar, y sólo el 10% del agua de lluvia penetra en el suelo. El resto discurre rápidamente sobre unos suelos encallecidos en la imposibilidad de que la retenga cualquier vegetación. Múltiples consecuencias: la irremediable alteración de los microclimas de la isla, el agostamiento de mantos freáticos vitales, 400 ríos o desaparecidos o con caudales que fluyen apenas unas semanas al año. Como en el caso de la leña, unas hostilidades pseudopolíticas enfrentan entre sí a los campesinos y a los campesinos con los grandes propietarios por el control del agua subsistente: se forman bandas que matan por el control de un simple canal de irrigación. Esta sequía progresiva ha llegado a un nivel inquietante en la segunda mitad de los 90, trayendo consigo la desaparición de los abundantes peces de agua dulce que constituían el alimento básico de muchos habitantes. En la llanura de la Arbonita, hacia el norte, los propios risicultores ya no tienen agua bastante para sus cultivos de arroz.
Una paradoja para un país en el que llueve desde luego mucho durante la mayor parte del año. Y año tras año desaparecen risicultores, porque los EEUU exportan a Haití 250.000 toneladas de arroz norteamericano públicamente subvencionado, y por lo mismo, menos caro que el arroz local que se compra en los mercados.
Cada año, millares de personas pierden la vida a causa de las inundaciones que transforman la menor pendiente en un torrente furioso. Decenas de veces al año, un pequeño viento huracanado que dure media hora basta para que Puerto Príncipe, rodeado de colinas, se vea invadido desde las alturas de la capital por toneladas de detritus que se acumulan en las calles de la baja ciudad, en donde viven los más pobres. En la Ciudad del Sol, el suburbio costero más miserable, el bastión desde el que Aristide lanzó su carrera como sacerdote y luego como político, la densidad demográfica es de 10 personas por metro cuadrado: algunas familias llegan incluso a turnarse para dormir en las chabolas que uno de cada dos huracanes o destruye o inunda. [...]
Claude-Marie Vadrot "Haití : el terremoto afecta a un país que está siendo social y ecológicamente destruido desde hace décadas" (13 de enero de 2010, http://www.politis.fr/)



LOS EXCLUIDOS RECLAMAN SU PARTICIPACIÓN


En Haití se codean dos mundos, dos modos de vida, articulados sin embargo entre sí en la dinámica de funcionamiento del sistema social. La existencia de uno se explica por la presencia del otro. Sin embargo, por vez primera, los excluidos pretenden su inclusión no sólo social sino también política. Esta pretensión, muy novedosa en el panorama político, dificulta sobremanera la transición.
Las dos reivindicaciones que atraviesan esta época, dignificar al hombre y cambiar el Estado, aunque utilizadas de manera confusa, acarrean un contenido claro. Por una parte, el respeto de la dignidad del hombre y el derecho a la ciudadanía para todos y, por la otra, la exigencia de un sistema político donde las reglas del juego y las leyes sean respetadas y de una nueva institucionalidad que permita la realización de un proyecto nacional y favorezca la participación real de todas las capas sociales.
Los sectores de la burguesía y la clase política tradicional no llegan a vislumbrar las mutaciones que se están operando en el seno de la sociedad. En este contexto de una permanente y casi unánime contestación, los métodos de contención, de cooptación, de dominio y aun de represión de la elite dominante pierden su eficacia. Frente a las demandas de estos nuevos actores colectivos, el régimen político se debilita y pone al desnudo su incapacidad de gobernar, de responder a las exigencias de participación y de bienestar de la población, así como de mantener la cohesión social y su propia legitimidad.
La marcada polarización de esta etapa que nace de las contradicciones y confrontaciones que sacuden esa sociedad de carencia se caracteriza por una lucha política sumamente aguda que no deja de ser pacífica y está marcada por la prioridad de lo político. Sin embargo, los incontables asesinatos políticos o de carácter colectivo, el constante desplazamiento interno de población, la emigración masiva de boat people o de profesionales explican la gran polarización social que caracteriza al país.
El arcaísmo del sistema y la incapacidad del Estado para cumplir con sus funciones nacionales promueven, de manera cada vez más evidente, la búsqueda de una solución a una crisis total. Esta, precisamente por su carácter histórico-estructural y su grado de madurez, dificulta toda tentativa de recomposición. En efecto, se da, por una parte, la difícil renovación del sistema socioeconómico y político por parte de la vieja oligarquía y la muy reciente clase política. Por la otra, pese a las luchas sociales renovadas, con avances notorios y retrocesos no menos considerables, el movimiento social, potente en su esencia pero débil en lo organizativo y en sus manifestaciones, carente de recursos, sin el motor de partidos políticos y agrupaciones estructuradas de la sociedad civil, no llega todavía a dar el paso para una nueva estructura capaz de brindar una solución. Ningún sector social o político llega todavía a consolidar una dirección política y económica capaz de llevar adelante un proyecto nacional ni tampoco de resolver la cuestión de la hegemonía.
Suzy Castor "La transición haitiana: entre los peligros y la esperanza". Revista OSAL Año VIII, Nº 23, abril de 2008 (Buenos Aires, CLACSO).

¿Adónde va Francia? (La Haine)

26/10/2010 x Ramate Keita http://www.lahaine.org/skins/basic/img/espaciador.gif

Momento critico: el Senado aprobó la reforma, pero los burócratas de la Intersyndicale siguen sin declarar la huelga general reconductible

Después de asistir, en estos días, a una asamblea de los ferroviarios de la estación Saint Lazare, puedo muy bien imaginar a la clase obrera francesa tomando el poder y dirigiendo el país. Cada uno tomaba la palabra tranquilamente y con confianza. Hablaban los obreros de base de todos los sindicatos de la estación, de la CGT, Sud, FO, CFDT, Unsa. Sin ninguna agresividad y seguros de si mismos, votaron por unanimidad la continuación de la huelga. Además votaron también la constitución de un comité de organización de la huelga formado por trabajadores sindicalizados y no sindicalizados, una tradición que viene de las luchas de 1995.

Algunos viejos trabajadores de la CGT se opusieron pero eran una pequeña minoría. Los votos los contaba un trabajador que tocaba a cada votante para que bajara el brazo. Antes habían hablado en la asamblea maestros, estudiantes universitarios, liceístas y carteros que apoyaron a los huelguistas y que trataban de que en sus frentes de trabajo se votara otro día de huelga. Al final, todos aplaudieron y cantaron la Internacional, con el puño en alto.

Esta es una escena que se repite en muchos lugares desde hace dos semanas. Admiramos la calmada determinación los obreros cuando deciden entrar en la lucha contra el gobierno. Se nos dirá que solo del 30 al 40% de los ferroviarios hacen huelga. Pero los activistas recordaron que eran menor en 1995, cuando la huelga de los trenes, metros y buses paraliza el país durante 3 semanas, y lograron echar abajo el proyecto neoliberal del primer ministro Juppé, derrota de la que ese señor no se ha recuperado todavía. Este fue unos de los primeros ataques neoliberales contra los trabajadores franceses.

La clase obrera va acumulando experiencias, sus activistas tienen cultura política, y también, al calor de la lucha, hay una recuperación de la democracia obrera. La burocracia sindical de la CGT es mucho más débil que hace 15 ó 20 años, tiene que aparentar querer luchar para no perder completamente el prestigio y el control. Cada día más militantes sindicales rompen con la CGT y parten para otro sindicato más pequeño, Sud, menos burocratizado y aparentemente más radical.

Lo importante en este proceso son esas tendencias a independizarse del control burocrático, lo que implica, por un lado, actuar desbordando los diques con que la burocracia quiere contener el movimiento. Por otro lado, en esta lucha y acción independientes, se esboza un nuevo movimiento obrero, una recomposición que delinea estructuras y formas de acción superadoras de los marcos burocráticos, estructuras de lutte-de-classe, como se dice aquí. Es decir, para el combate de clase contra clase, y no para la colaboración con las patronales y el gobierno de turno.

Las “asambleas interprofesionales” por ciudad y barrio

Los trabajadores han montado asambleas interprofesionales por ciudad o barrio. Quizás lleguen a formarlas por región, podrían llegar hasta una gran asamblea nacional de trabajadores.

¿Cómo se forman las “interprofesionales”? Generalmente la gente comienza a reunirse en torno a un sector de punta en la lucha, por ejemplo los trabajadores de las refinerías, o de las estaciones de tren.

De esta manera han venido desbordando a la burocracia sindical, que se ha visto obligada a llamar a otras jornadas de manifestaciones, pero cuidándose de no convocar a la huelga general indefinida “reconductible”.[Ver "Reclamos en el movimiento obrero por huelga general indefinida - ¿Hacia un cambio en la situación de la lucha de clases?", por Ramate Keita, SoB, 10/10/10] Se ha desatado una ola de solidaridad con los huelguistas, hay innumerables iniciativas para juntar dinero para que ellos y sus familias aguanten una huelga larga. La traición de la burocracia sindical es clara también en este aspecto: Una central multimillonaria como la CGT no ha puesto sus fondos al servicio de los que se movilizan, ni ha hecho una campaña financiera para ayudar a los que hacen huelga.

Crisis política: los trabajadores y el pueblo no soportan más este gobierno

El proceso que comenzó por la lucha contra el proyecto de gobierno de aumentar la edad de la jubilación para recibir pensión completa, término por unificar a todos los explotados.

El sentimiento de odio ya existía. Estallaron las primeras huelgas y acciones, nos vimos las caras y comprendimos que sentíamos lo mismo. Los que no podían ponerse en huelga por su aislamiento, muestran su simpatía con las luchas, aunque causen molestias inmediatas. El rechazo al gobierno es general, a pesar de las mentiras con que nos bombardean por radio, televisión y prensa. Hasta las encuestas lo reconoce: más del 70% de los franceses ven con simpatía las huelgas y 69% quieren que el movimiento continúe.

La salida masiva de los estudiantes y liceístas, cada vez más numerosos en las movilizaciones, describen muy bien la situación. Lo de las pensiones fue sólo la gota que derramó el vaso. Ya estaban hasta el borde con las pocas perspectivas de empleo para la juventud, con el deterioro de las condiciones de estudio, el desempleo de sus padres, etc, etc. Otros jóvenes dicen que lo que más los enfurece es el mismo gobierno, soberbio y autoritario, que desde hace meses no cede ante la movilización.

Recuerdan la lucha contra el CPE (Contrato Primer Empleo) del 2006, que los jóvenes tiraron abajo después de haber sido aprobado en el parlamento. Gritan a los adultos que no se preocupen, que ahora todos derrotaremos el proyecto del gobierno.

Como los trabajadores, los jóvenes se baten por conservar las conquistas de la posguerra. Es que todos saben que esto no termina aquí. Después del régimen de pensiones, el estado va a atacar la seguridad social universal. Ya el deterioro de los hospitales lo demuestra, quieren imponer la medicina privada a la yanqui. Y después atacarán las ayudas y subsidios a los desempleados y las familias. Quieren que volvamos 100 años atrás en nuestras condiciones de vida.

Así quieren hacer “competitiva” la economía capitalista francesa en el mercado mundial y seguir garantizando a los bancos y grandes empresas ganancias siderales en medio de la crisis mundial y el estancamiento de Europa.

Un combate de clase contra clase

En estos últimos días el enfrentamiento entre el gobierno y los huelguistas aparece claramente como un combate de clase contra clase. Los trabajadores amenazan al gobierno públicamente y este responde mandándoles la policía.

Ayer, viernes 22, el gobierno tomó la refinería de Grandpuits, cerca de Paris. Mandaron la policía a levantar el bloqueo de los trabajadores y de los piquetes que habían ido a solidarizarse. Tres obreros de la CGT resultaron heridos. Oímos por la radio a los trabajadores expresarse con cólera: “¡Gobierno de fascistas, dictadura! ¡No respetan el derecho a huelga!”

Ya el país había pasado varios días con penuria de gasolina por la huelga de las refinerías y el bloqueo de los chóferes de camiones. Sarkozy estaba muy ridiculizado porque desde el principio había asegurado que nunca faltaría la gasolina. Ahora obliga a los trabajadores a trabajar militarizándolos con una ley de “defensa nacional”. Los sindicatos de base de los trabajadores van a tribunales denunciando que no es el caso ya que no hay ninguna guerra, que es simplemente un ataque contra el derecho de huelga. El tribunal les da razón, pero el gobierno vuelve a obligarlos bajo amenaza de prisión. Los sindicatos vuelven a denunciar al gobierno… compás de espera hasta el fin de semana.

Trabajadores, pensionados, estudiantes organizan también blocajes de autopistas. Viene la policía y desbarata el bloqueo. Pero se vuelven a reunir para bloquear otro punto.

Momento critico: ¿como seguir después de que el Senado aprobó la reforma?

Todo el mundo sabía que los senadores iban a aprobar la reforma tan combatida. La votaron 177 contra 153. El número es sorprendente, puesto que hay sólo 80 senadores de oposición. Esto refleja el grado del repudio social, porque el Senado es una instituciones más reaccionarias del estado burgués y del régimen de la V República.

Ya los trabajadores habían advertido que el voto en la Asamblea y el Senado no detendría la movilización. Pero los burócratas de las confederaciones buscan calmar la situación, aunque no lo reconozcan abiertamente. La Intersyndicale, en vez de declarar formalmente la huelga general reconductible, que de hecho ya ha comenzado sin ellos, sigue llamando a acciones aisladas para ver si la gente finalmente se cansa.

Así han convocado a dos nuevas “jornadas de acción” el 28 octubre y el 6 de noviembre. Con esas jornadas quieren hacer el "entierro digno" del movimiento. Van a aprovechar los días de la Fête de la Toussaint (Fiesta de Todos los Santos) para tratar de enfriar las cosas, también a los estudiantes porque hay vacaciones.

Me parece, sin embargo, que estas maniobras no enfriarán a los trabajadores ni a los jóvenes en lucha. El sentimiento general es que la movilización recién esta comenzando. Pero, de todos modos, representa un peligro porque a la acción del gobierno se suma el pérfido accionar de los burócratas sindicales, en espacial los de la CGT y CFDT.

Pero el voto puede desencadenar un estallido de rabia y que las cosas vayan a un enfrentamiento aun mayor, llegándose a una verdadera rebelión con huelga general.

Al mismo tiempo, la lucha se vuelve aún más política contra el gobierno y también contra el régimen, que toman estas medidas tanto contra los intereses como contra la voluntad manifiesta de la inmensa mayoría. No hay posibilidad de lograr nada, si no se cuestiona la legitimidad del gobierno y de las instituciones que votan este atropello a la inmensa mayoría. ¡La más grande tarea democrática y al mismo tiempo de clase, hoy es tirar abajo ya a Sarko y la V República! ¡Que se vayan todos, ya!

Aunque esto no esté aun muy claro en la cabeza de la mayoría del pueblo, todos sentimos que no podemos aguantar este gobierno hasta 2012 (año de elecciones presidenciales y parlamentarias), como quisieran los socialistas, comunistas y otros partidos de “izquierda”, y también los burócratas de la Intersyndicale.

Socialismo o Barbarie

EE.UU. bajo el dominio del poder sionista

27/10/2010 x Ernesto Gómez Abascal

El “lobby” dejó de serlo para insertarse como parte de la estructura de poder que dirige el imperio

Hace tiempo que me he estado preguntando si en realidad existe un lobby sionista en los Estados Unidos o si ya éste dejó de serlo para insertarse como parte de la estructura de poder que dirige el imperio. Hoy me inclino por esta última apreciación. No es lo mismo un “lobby”, que por muy poderoso que sea se supone que existe para influir o hacer labor de cabildeo desde fuera, que formar parte del propio poder. El “lobby”, representado fundamentalmente por el American Israeli Public Affairs Committee (AIPAC), puede seguir existiendo como mecanismo de relaciones públicas, pero es solamente parte del juego.

Y hablo de sionismo, no de judaísmo, pues aunque los dirigentes de Israel tratan de identificar los dos términos como si hablaran de lo mismo, para mí está claro que el primero expresa una categoría política y el segundo una condición religiosa. Hay judíos, aunque sean una minoría, que son antisionistas.

Por estos días se discute también la exigencia de los gobernantes de Tel Aviv para que los palestinos y los árabes reconozcan la condición de Israel como “Estado confesional judío”, lo que conllevaría la exclusión o desconocimiento de un 20% de su población que está compuesta por palestinos que profesan la religión musulmana o cristiana. La exigencia sionista puede estar dirigida a que se acepte una futura expulsión de esta población árabe como culminación de las operaciones de “limpieza étnica y religiosa”, que vienen practicando desde hace más de medio siglo para dejar un “Estado puro”. Ya hace años la Organización de las Naciones Unidas había declarado, con razón, que el sionismo era una forma de racismo.

Hasta los años cuarenta, los sionistas habían mantenido vínculos privilegiados con los británicos, que fueron los que propiciaron en 1917, con objetivos colonialistas, la constitución de un “Hogar Nacional” para el pueblo judío en Palestina, una tierra que no les pertenecía. Este fue el antecedente directo de la creación en 1948, del Estado de Israel. Pero desde 1942, cuando la Agencia Judía dio a conocer el Programa de Biltmore, se venía produciendo un traslado de los intereses sionistas hacia los Estados Unidos y el centro de actividad de sus organizaciones pasó de Londres a Nueva York. Decenas de miles de judíos alemanes y europeos que habían emigrado a Estados Unidos huyendo del fascismo, estaban escalando posiciones en los medios masivos, en las actividades culturales y en los estamentos científicos y financieros. Igualmente comenzaron a introducirse en posiciones políticas influyentes. Ya en 1944, se consideraba que contaban con el apoyo de 77 senadores y 318 representantes en el Congreso.

Desde esa época, aunque hubo altos y bajos en el apoyo y el compromiso de los gobiernos estadounidenses con los intereses sionistas, el poder de éstos se fue extendiendo y consolidando, por encima de uno u otro partido. Sin embargo, fue posiblemente durante el gobierno del presidente George W. Bush cuando se pudo apreciar con más claridad que el lobby había pasado a ser parte integrante del poder establecido. Un grupo significativo de judíos sionistas estadounidenses y de estadounidenses pro sionistas, participaron en la elaboración después de finalizada la Guerra Fría de las principales ideas recogidas en el conocido “Proyecto para el Nuevo Siglo”, un programa para el pleno dominio mundial. Muchos de ellos pasaron a ocupar cargos en su administración neofascista: Paul Wolfowitz, Richard Perle, John Bolton, Elio Cohen, Lewis Libby, Dov Zekheim, Stephen Carbone…, una verdadera pandilla de delincuentes políticos.

Ellos fueron los hombres de Cheney y Rumsfeld en la implementación de la “guerra total contra el terrorismo”, desatada a partir del ataque a las Torres Gemelas en septiembre de 2001, acción que no pudo realizarse de forma más oportuna para poder instrumentar sus planes y a partir de la cual lanzaron su campaña para intimidar y someter al mundo.

Observé desde Bagdad cómo los sionistas y pro sionistas fueron levantando la gigantesca ola de mentiras para preparar una guerra que iba en contra de los verdaderos intereses del pueblo estadounidense. Washington pudo haber negociado con el gobierno iraquí y haber obtenido incluso concesiones muy importantes en la explotación de sus enormes reservas de petróleo y gas. Ya antes, cuando Saddam Hussein lanzó una guerra insensata contra Irán, habían mantenido una estrecha colaboración con su gobierno.

Cuando en los meses anteriores, al inicio de la guerra en 2003, conversaba con dirigentes iraquíes sobre la posibilidad o no de que ésta estallara, encontré en muchos de ellos la convicción de que el diferendo se resolvería mediante la negociación. Hasta mediados de marzo de ese año, siendo ya evidente que estaban a punto de llover bombas y cohetes sobre Bagdad, percibí que al menos en una parte importante del mando iraquí, predominaba el criterio de que la movilización militar enemiga era parte de la presión para llegar a negociaciones. Y ellos estaban dispuestos a negociar. Tal vez ésa fue la razón de la falta de preparativos para una defensa efectiva que observaba en mis recorridos.

Si el gobierno estadounidense hubiera optado por la negociación, se habría evitado una criminal guerra que ha costado cientos de miles de muertos al pueblo iraquí y la destrucción de una buena parte del país, pero los sionistas pensaban que si ello ocurría se fortalecería al país árabe al cual los dirigentes de Israel siempre han considerado “una amenaza para su seguridad.” El objetivo sionista no sólo era deponer al gobierno de Saddam, sino destruir el país, retrasar un siglo su posible desarrollo y tal vez dividirlo. Todavía están en eso.

Por intereses sionistas, ahora convertidos en punta de lanza del poder imperialista, el pueblo norteamericano ha debido pagar sin embargo un alto precio. La montaña de muertos iraquíes significa una montaña de resentimientos y odio acumulado entre árabes y musulmanes. La guerra ha costado cifras incalculables de millones de dólares, lo cual ha sido un factor en el desencadenamiento de la crisis económica que todavía sacude el país. Y lo que es más doloroso para el pueblo estadounidense, cerca de 4 500 jóvenes han muerto y decenas de miles han sido heridos, muchos de los cuales quedaron lisiados o arrastrarán otras secuelas.

El próximo objetivo es Irán. Habrá que ver si después del desastre de Iraq los sionistas pueden imponer sus criminales propósitos y desatar otra guerra que se aprecia como de terribles e incalculables consecuencias… también para el pueblo estadounidense.

CubavsBloqueo

Murió en Calafate el ex presidente Néstor Kirchner (Presid. de la Nacion)

miércoles, 27 de octubre de 2010


A los 60 años murió el ex presidente Néstor Kirchner tras haber sido internado de urgencia a la madrugada en el hospital Formenti de Calafate por una afección cardíaca aguda.

Lo acompañaba su esposa, la Presidenta Cristina Fernández, quien se encontraba en su domicilio de la ciudad santacruceña para participar del Censo 2010.

El ex presidente Néstor Kirchner murió hoy a los 60 años tras sufrir una descompensación cardíaca en el hospital de la ciudad santacruceña de El Calafate.

La presidenta Cristina Fernández se encontraba junto a su esposo cuando éste se descompuso y fue trasladado de urgencia al hospital municipal de esa ciudad patagónica.

El 11 de septiembre último, el ex mandatario había sido sometido a una angioplastía por una obstrucción en una arteria coronaria en el Sanatorio Los Arcos, donde también había sido internado en febrero pasado.

En esa oportunidad, Kirchner recibió el alta médica luego de permanecer un fin de semana internado.

Kirchner fue presidente de los argentinos en el período comprendido entre 2003 y 2007.

Estaba casado desde 1975 con Cristina Fernández, con quien tuvo dos hijos, Máximo y Florencia.

La Jefa de Estado esperaba ser censada a las 9:30 en su domicilio de la localidad santacruceña de Calafate mientras espera se recupera de un estado gripal que la mantuvo alejada ayer de la actividad oficial.