domingo, 28 de agosto de 2011

Una nueva histeria macartista

Julian Assange de WikiLeaks responde a las acusaciones de espionaje y terrorismo

6 de julio de 2011

El fundador de WikiLeaks Julian Assange participó el 2 de julio en un inusual debate moderado por la presentadora de Democracy Now!, Amy Goodman, con el filósofo esloveno Slavoj Žižek , en Londres.

Assange cumple arresto domiciliario en Norfolk, localidad ubicada en las afueras de Londres, a la espera de una audiencia judicial que se realizará el 12 de julio, en la que se apelará la extradición a Suecia, donde se lo requiere para ser interrogado con relación a un supuesto caso de abuso sexual. Assange no está acusado de ningún delito en ningún país. En este extracto del debate del sábado, Žižek y Assange responden a quienes dicen que Assange debe ser juzgado en Estados Unidos según la Ley de Espionaje de 1917 y que WikiLeaks debe ser clausurado. "En realidad, siempre hay que ver la censura como una señal muy positiva, y los intentos de censura como una señal de que la sociedad aún no está completamente controlada, ni totalmente fiscalizada, sino que todavía conserva una dimensión política. Es decir, lo que la gente piensa, cree y siente y las palabras que escucha importan de verdad ", dice Assange.

AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now!, DemocracyNow.org, el Informe de Guerra y Paz. Soy Amy Goodman.

Este fin de semana, Democracy Now! estuvo en Londres en una reunión inusual: alrededor de 1.800 personas se reunieron en un viejo teatro de la zona East End de Londres para escuchar un debate poco común entre el editor en jefe de WikiLeaks, Julian Assange, y el renombrado filósofo esloveno, Slavoj Žižek, debate en el que yo estuve de moderadora.

Actualmente, Julian Assange cumple arresto domiciliario en Norfolk —localidad ubicada en las afueras de Londres— a la espera de una audiencia judicial que se realizará el 12 de julio, en la que se apelará la extradición a Suecia, donde se lo requiere para ser interrogado con relación a un supuesto caso de abuso sexual. Assange no está acusado de ningún delito.

Ayer publicamos la primera parte del debate. Assange llevaba un monitor en el tobillo que quedaba tapado por la bota. Hoy pasamos a la segunda parte.

AMY GOODMAN: No quiero parecer distraída mirando hacia abajo, sino que quiero que las citas sean exactas, así que las tengo en mi teléfono. Newt Gingrich, ex presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, dijo: "Julian Assange está involucrado en una guerra. El terrorismo informático que hace que muera gente, es terrorismo. Y Julian Assange está involucrado en terrorismo. Debería ser tratado como un combatiente enemigo y WikiLeaks debería ser clausurado en forma definitiva".

Bill Keller, del periódico The New York Times, lo llamó "arrogante, susceptible, conspirativo". Judith Miller —que a menudo escribía o era coautora de artículos que salían en la portada del periódico The New York Times donde se afirmaba la existencia de armas de destrucción masiva sin precisar fuentes—, dijo: "Julian Assange no es un buen periodista; no le importó en absoluto verificar la información que estaba publicando ni determinar si podía perjudicar a alguien o no".

Joe Biden, vicepresidente de Estados Unidos, dijo: "Julian Assange es un terrorista tecnológico". Peter King, congresista por Nueva York, pidió que se acuse a Assange según la Ley de Espionaje y pidió que se considere a WikiLeaks como una organización terrorista. Para no quedarnos solo en EE.UU.: Tom Flanagan, ex asesor del primer ministro canadiense, pidió el asesinato de Assange. Y la ex gobernadora de Alaska, Sarah Palin, lo llamó a usted, Julian, "agente anti estadounidense con sangre en sus manos". ¿Puede responder a estas acusaciones?

JULIAN ASSANGE: Bueno, después de que Bill Keller dijo que yo era susceptible no queda mucho espacio para responder, ¿no? Sarah Palin también una vez en Twitter se quejó de mi gramática, pero pedir un ataque de aviones no tripulados parece ser perfectamente comprensible; entonces que Sarah Palin corrija mi gramática es realmente un insulto.

Esa situación en Estados Unidos fue muy interesante. Obviamente, estos reclamos son equivocados y vergonzosos, pero la situación económica y política en que se produjeron fue fascinante. En pocos meses —desde diciembre del año pasado o enero de este año— vimos surgir una nueva histeria macartista. Es muy preocupante que pueda surgir un nuevo macartismo tan rápidamente.

Por otro lado, hay muchos políticos oportunistas que juegan para sus bases, sus amigos del complejo militar-industrial. Pero por otro lado, el poder es silencioso cuando no tiene que dar ninguna explicación. O sea, cuando pasas caminando al lado de un grupo de hormigas en la calle y accidentalmente aplastas a una cuantas, no te das vuelta y les dices a las otras : "dejen de quejarse o las ataco con un avión no tripulado". Simplemente las ignoras. Y esto es lo que pasa con el poder que está en una posición dominante. Ni siquiera se molesta en responder, no se inmuta ni por un instante.

Sin embargo vemos a todos estos personajes que salen a hablar con agresividad. Bill Keller, en una charla reciente, quizás para explicar por qué estaba hablando conmigo, dijo: "si tienes trato con Julian Assange, estás condenado a tener que sentarte en todos los debates y explicar lo que hiciste por el resto de tu vida". Pero en realidad Bill Keller tomó esa decisión, la de torcer la historia, blanquear la historia y adaptar la historia continuamente. ¿Por qué? ¿Por qué gastar energía haciéndolo? ¿Por qué no simplemente desconectar otro pager del periódico The New York Times? Porque esta gente está realmente asustada de lo que hay de verdadero en esta historia que sale y se desarrolla. Así es que veo esto como un signo muy positivo.

Y, como he dicho antes, en realidad siempre hay que ver la censura como una señal muy positiva y los intentos de censura como una señal de que la sociedad aún no está completamente controlada, ni totalmente fiscalizada, sino que todavía conserva una dimensión política. Es decir, lo que la gente piensa, cree y siente y las palabras que escucha importan de verdad. Porque en algunas áreas no importan. Y en realidad, en Estados Unidos casi nunca importa lo que dices. Nosotros nos las arreglamos para hablar y dar información con tal volumen e intensidad que la gente se vio obligada a responder. Es poco común que la gente se vea forzada a responder.

Creo que este es uno de los primeros síntomas positivos que he visto de Estados Unidos en mucho tiempo. Hablar a este nivel puede incitar al debate y forzar a la gente a responder. En China, la censura es mucho más agresiva, cosa que para mí es un signo de esperanza de que la sociedad china aún es una sociedad política, aunque se la esté fiscalizando y aunque con el tiempo se la esté controlando con relaciones contractuales y bancarias. En este momento el gobierno chino y la oficina de seguridad pública están realmente asustados de lo que la gente piensa.

SLAVOJ ŽIŽEK: Me odio por querer esto... ¿cómo se llama la película? "Petróleo sangriento". Pero desafortunadamente no correrá mucha sangre entre nosotros porque, otra vez, estoy de acuerdo. Hablando de China, déjeme decirle, quizás usted lo sepa —no es una anécdota— algo que confirma perfectamente lo que dice. ¿Sabía que hace dos o tres meses una oficina del gobierno chino aprobó una ley que prohíbe formalmente que aparezcan en los medios públicos —prensa, libros, historietas, TV, películas— las historias en las que haya un viaje en el tiempo o realidades alternativas? Es literalmente así. Lo confirmé con mis amigos en China. La justificación oficial fue que la historia es un asunto serio y no debe quedar en manos de este tipo de juegos triviales.

Pero está claro que lo que realmente les preocupa es que la gente tan siquiera imagine realidades alternativas y cosas así. Como usted decía, creo que es un buen signo. Ellos, al menos, necesitan la prohibición. Nosotros ni siquiera necesitamos la prohibición, casi nunca. Si alguien propone un cambio radical, simplemente aceptamos esta espontánea ideología cotidiana, pero todos sabemos cómo son nuestras realidades económicas. Usted propone elevar en un 1% el gasto en salud. No, eso significaría la pérdida de la competitividad, etc. Estoy completamente de acuerdo con usted en esto.

Un comentario final acerca de la gente que usted, Amy, menciona. Newt Gingrich es para mí —perdón por usar esta palabra fuerte— la escoria del planeta. No. Voy a ser más preciso. No tengo gran simpatía por Bill Clinton, pero recuerdo que cuando hicieron esa campaña sobre Mónica Lewinsky, Newt Gingrich hacía ataques moralistas. Y después se confirmó en los medios que —escuché una entrevista que le hicieron a Newt Gingrich–cuando su esposa estaba muriendo de cáncer, la fue a visitar al hospital para forzarla a firmar -sin tener la decencia de dejarla morir— un acuerdo de divorcio para poder casarse con otra mujer. Exactamente en la misma época del caso Lewinsky, él estaba engañando a su esposa con su secretaria.

Esta es gente que…, mi Dios, me convierto aquí en una especie de conservador moral. Debe haber algún tipo de comité ético que establezca que las personas como estas sean consideradas un peligro para nuestros jóvenes y tengan prohibido aparecer en público. Ahora señalaré un punto más importante, sobre el tema del terrorismo. Déjenme aclarar —y no estoy loco, lo digo en un sentido positivo— que sí, que en cierto sentido usted es un terrorista. ¿En qué sentido? En el sentido que Gandhi fue un terrorista. Lo qué usted está haciendo, no es algo que se puede tragar fácilmente: "Oh, mira todas estas noticias interesantes en los periódicos. Aquí está pasando esto, allá Slavoj Žižek está saliendo con Lady Gaga —totalmente falso— y mira lo de WikiLeaks"

AMY GOODMAN: ¿Es esta una desmentida oficial respecto a que no sale con Lady Gaga?

SLAVOJ ŽIŽEK: Desmiento absolutamente todo. No escuché ni una de sus canciones. Dios mío, yo escucho canciones de Schubert y Schumann. Perdón, pero soy un conservador.

AMY GOODMAN: No sé. Los representantes [de Lady Gaga] no fueron tan desafiantes. Sólo dijeron: "sin comentarios".

SLAVOJ ŽIŽEK: Mis amigos me dijeron lo mismo: "¡estúpido!, hubieras dicho 'sin comentarios' y ahora disfrutarías de mayor gloria y esas cosas". OK, sigamos. Tengo algo más serio que señalar. ¿Qué significa esto? ¿En qué sentido fue Gandhi un terrorista? Él trató con eficacia de parar, de interrumpir el normal funcionamiento del estado británico en la India. Y por supuesto usted está tratando de trastocar la circulación normal —y muy opresiva— de la información.

Pero la forma en la que debemos responder a esto es con una paráfrasis inagotable tomada de una parte maravillosa de la "La ópera de tres centavos" de Brecht: "¿Qué es el robo de un banco comparado con fundar uno nuevo?". ¿Qué es su "terrorismo" comparado con el terrorismo cotidiano que simplemente aceptamos para que las cosas sigan como están? Aquí es donde la ideología nos ayuda. Cuando pensamos en la violencia y el terrorismo, siempre pensamos en actos que interrumpen el flujo normal de las cosas, pero ¿qué hay de la violencia que tiene que existir aquí para que las cosas funcionen en la forma en que lo hacen?

Creo que —soy muy escéptico al respecto— si mi espíritu provocador me lleva a usar el término "terrorismo", es estrictamente como reacción a un terrorismo mucho más fuerte que ya está aquí. En vez de entrar en el juego moralista de "Oh no, él es bueno". Como los estalinistas decían de Lenin: "Te gustan los niños, juegas con gatos, no deberías...", como Norman Bates dice en Psicosis: "No podrías matar ni una mosca", usted es, en este sentido formal, un terrorista. Pero si usted es un terrorista, entonces, por Dios, ¿qué son los que lo acusan de terrorismo?

AMY GOODMAN: El renombrado filósofo esloveno Slavoj Žižek, autor de "Living In the End Times" [Vivir en el final de los tiempos], y Julian Assange, editor en jefe de WikiLeaks, conversando el fin de semana pasado en Londres. Volveremos con otra parte del debate en un minuto.


Traducido por Jaime Sepulveda

 

Para EEUU la operación en Libia es un modelo a seguir en otros países

El chiste del día:

27 Agosto 2011

Obama y Ben Rhodes.

Obama y Ben Rhodes.

La administración del presidente estadounidense, Barack Obama, considera que el desarrollo de la polémica operación en Libia demuestra lo acertada que es su nueva estrategia para el cambio de regímenes en otros países.

Así lo anunció uno de los consejeros para asuntos internacionales del mandatario, Ben Rhodes, en una entrevista a Foreign Policy.

Según Rhodes, la nueva estrategia de Estados Unidos es más eficaz y menos costosa. Si la actitud estadounidense durante la administración de George Bush la considera “ocupación”, la de Obama es una “liberación nacional”.

El consejero menciona dos principios nuevos: el cambio del régimen se realiza directamente por un movimiento nacional y EEUU. comparte la responsabilidad internacional con sus aliados.

La estrategia de la intervención militar en Libia podría aplicarse también en otros casos“, señaló Rhodes.

Esas declaraciones no quedaron sin respuesta por parte de sus opositores, que cuestionan el efecto positivo de la intervención en Libia, ya que no cumplió sus objetivos.

Por ejemplo, a pesar del propósito de proteger a la población civil, las fuerzas de la OTAN respaldaron tan activamente a los rebeldes, que numerosos civiles cayeron víctimas de sus ataques aéreos.

 

La decadencia de la iglesia católica en España no la para nadie

Rafael de la Garza Talavera

Rebelión

 

 

La visita de Ratzinger a España representa un punto de inflexión, un antes y un después en la historia del catolicismo europeo y en la historia española, demostrando que la decadencia de la más antigua corporación internacional es un hecho innegable y que la monarquía constitucional va de salida. Las protestas de una parte importante de la ciudadanía española no pueden comprenderse exclusivamente por la crisis económica por la que atraviesan sino sobre todo por el enorme desgaste de una institución y un régimen político que ha demostrado su sed por el poder y el dinero, por estar y haber estado históricamente a favor de las causas más retrógradas, violentas y autoritarias en la tierra de Cervantes y por su cinismo al proteger a miembros distinguidos, y no tanto, que practicaban y practican sistemáticamente la pederastia, entre otras perversiones.

Las manifestaciones de repudio a la visita del jefe de la nomenclatura católica se articularon principalmente alrededor del gasto que el estado español realizó para llevar adelante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Madrid, que según el coordinador de Europa Laica, Antonio González, rondaba los 25 millones de euros -algo así como cuatrocientos cincuenta millones de pesos, los cuales fueron incluidos en los presupuestos generales del estado español desde el 2010. ( http://www.librered.net/?p=8932 )

Los organizadores de la visita argumentaron que la derrama económica que los millones de visitantes multiplicarían con creces el gasto convirtiéndolo en una ‘inversión’ que beneficiaría a la comunidad madrileña, particularmente a hoteles, restaurantes y comercio en general, que no son precisamente el sector mayoritario de la población. Pero a los millones de euros ‘invertidos’ por el gobierno socialista habría que agregar los gastos generados por la enorme movilización de policías y demás fauna para proporcionar la seguridad adecuada a un acontecimiento de tales dimensiones así como la recolección de basura que los actos masivos generan invariablemente. Y sigue la mata dando pues hay que sumarle el costo que representó que los peregrinos fueran alojados por cinco días en edificios públicos, es decir, en más de 1400 centros escolares de la comunidad de Madrid que fueron cedidos a los organizadores de la JMJ. Resulta difícil de calcular entonces el monto de la ‘inversión’ pero es evidente que supera la cifra autorizada por la burocracia en el poder. Para colmo, las empresas beneficiadas con la política económica (Santander, Endesa y Telefónica) se paran el cuello apoyando con el dinero ganado a costa del empobrecimiento generalizado, la organización de la jornada impregnándola de un tufo empresarial donde la fe no aparece por ningún lado, a no ser la fe en las ganancias, que parece ser la única que comparten tanto las empresas como el Vaticano.

Por su parte, los opositores manifestaron reiteradamente que, en vista de la crisis que azota al país, la visita papal parecía más bien una burla hacia los millones de personas a las que los dueños del dinero y sus lacayos en el gobierno sugieren apretarse el cinturón y ser pacientes; Dios proveerá parecen decir.

Por otra parte, la JMJ es una respuesta desesperada frente a la pérdida de presencia de la iglesia católica en suelo español. Según las encuestas las creencias de sus habitantes han cambiado dramáticamente en la última década; en el año 2000 el 83% de la población se declaraba católico pero para el 2001 la cifra ha bajado al 72%. De estos, el 60% reconoce que apenas va a misa y sólo el 13% acude todos los domingos a los templos. ( http://www.clarin.com/mundo/Incidentes-masiva-marcha-Papa-Madrid_0_538146241.html ) Si la tendencia se mantiene el Vaticano estará perdiendo sin remedio su bastión europeo, cosa que le daría un golpe casi mortal pues España, desde las guerras de contrarreforma en el siglo XVI y XVII, se ha erigido como la nación que más ha defendido la ortodoxia católica, a costa incluso de su propio desarrollo económico, no se diga social y cultural.

En efecto, la contrarreforma significó para España el subdesarrollo económico del cual no salió sino a medias con la caída de Franco. Las enormes transferencias de riqueza desde las colonias hacia la metrópoli, a lo largo de tres siglos, fueron gastadas principalmente para financiar guerras contra los protestantes y al mismo tiempo para mantener una clase terrateniente parasitaria y retrógrada, que sobrevive hasta hoy en el poder. La época del oscurantismo español pareció ceder con el surgimiento de la república y el florecimiento cultural al iniciar el siglo XX, pero el golpe de estado fascista encabezado por Franco y apoyado por Hitler y los yanquis acabaron con la pequeña primavera española y devolvieron el país a las manos de la iglesia y el ejército.

Con la muerte del infame dictador, algunos creyeron que finalmente la república laica volvería por sus fueros pero las esperanzas se marchitaron rápidamente con la aparición de la monarquía -disfrazada de transición democrática- y el mantenimiento de los privilegios de la nobleza terrateniente. La iglesia mantuvo prerrogativas que en cualquier república liberal serían difíciles de justificar, como el control de la educación y la obtención directa de recursos públicos para financiar sus piadosas actividades, manteniendo así una fuerza artificial, si se quiere, pero que le ha permitido seguir siendo un actor político importante en el escenario nacional. Más aun, el surgimiento del Opus Dei proporcionó al Vaticano enormes recursos e influencia, incluso fuera del territorio español, pues la organización fundada por Escrivá de Balaguer inspiró el surgimiento de organizaciones en Latinoamérica, como los Legionarios de Cristo, que conspiraron para impedir el fortalecimiento de sociedades laicas, tolerantes e incluyentes.

Pero como se dice coloquialmente, en el pecado va la penitencia, ya que en este caso y como consecuencia de acciones desesperadas para recuperar el enorme poder del que gozó en otras épocas, la iglesia se hizo de la vista gorda para contener la decadencia al interior de sus filas a cambio de dinero e influencia. Marcial Maciel representa sin lugar a dudas el ejemplo paradigmático de lo anterior. Sus habilidades para comprar el favor del Vaticano -en particular de Wojtyla- ocultando sus adicciones y su pederastia, evidenciaron su debilidad para detener la debacle, dándole un golpe mediático definitivo.

Así las cosas, las manifestaciones de repudio a la visita papal para encabezar el JMJ en Madrid son claramente una consecuencia del desgaste del catolicismo en España pero sobre todo una prueba contundente de que la sociedad española está harta de la ‘transición democrática’ y de la monarquía decrépita que la articula y la organiza. Y eso no lo para nadie.

 

Las consecuencias mundiales de la decadencia de Estados Unidos

Immanuel Wallerstein

La Jornada

 

 

Hace 10 años, cuando algunas personas y yo hablábamos de la decadencia de Estados Unidos en el sistema-mundo, a lo sumo nos topábamos con sonrisas de condescendencia ante nuestra ingenuidad. ¿No era Estados Unidos la única superpotencia, involucrada en cada uno de los rincones más remotos de la Tierra, haciendo lo que quisiera casi todo el tiempo? Ésta era una visión compartida a todo lo ancho del espectro político.

Hoy, la visión de que Estados Unidos está en decadencia, en seria decadencia, es una banalidad. Todo el mundo lo dice, excepto algunos políticos estadunidenses que temen ser culpados por las malas noticias de la decadencia si la discuten. El hecho es que prácticamente todo el mundo cree hoy en la realidad de esa decadencia. Sin embargo, algo que está menos discutido es cuáles han sido y serán las consecuencias en el mundo de esta decadencia. La decadencia tiene raíces económicas que siguen su curso. Pero la pérdida del cuasi monopolio del poder geopolítico que Estados Unidos ejerció alguna vez tiene consecuencias políticas importantes en todas partes.

Empecemos con una anécdota contada en la sección de Negocios del New York Times el 7 de agosto. Alguien que gestiona inversiones en Atlanta apretó el botón de pánico en nombre de dos acaudalados clientes que le dijeron que vendiera todas sus acciones y que invirtiera el dinero en un fondo común de inversión más o menos blindado. El gestor dijo que, en los 22 años que llevaba en el negocio, nunca había recibido una petición como ésa. Era algo sin precedentes. El periódico le llamó a esto el equivalente “Wall Street” de la opción nuclear. Iba en contra del consagrado consejo tradicional de asumir un enfoque firme y constante conforme se avanza ante los vaivenes del mercado.

Standard & Poor’s ha reducido su calificación crediticia de Estados Unidos de AAA a AA+, también algo sin precedentes. Pero esto fue una acción bastante leve. La agencia equivalente en China, Dagong, ya le había reducido la credibilidad crediticia a Estados Unidos en noviembre pasado a A+, y ahora se le redujo a A-. El economista peruano Oscar Ugarteche ha declarado que Estados Unidos es una república bananera. Dice que Estados Unidos ha optado por la política del avestruz para no espantar a las expectativas (de crecimiento).

Y en Lima, la semana pasada, los ministros de finanzas de los estados sudamericanos, reunidos, han discutido urgentemente cómo aislarse de la mejor manera ante los efectos de la decadencia económica de Estados Unidos. El problema para todo el mundo es que es muy difícil aislarse de los efectos de la decadencia estadunidense. Pese a la severidad de su decadencia económica y política, Estados Unidos continúa siendo un gigante en el escenario mundial, y cualquier cosa que pase ahí sigue provocando grandes olas en todas partes.

Con toda certeza, el impacto más fuerte de la decadencia estadunidense ocurre y seguirá ocurriendo al interior de Estados Unidos. Los políticos y los periodistas hablan abiertamente de la disfuncionalidad de la situación política estadunidense. ¿Pero qué otra cosa puede ser sino disfuncional? El hecho más elemental es que los ciudadanos estadunidenses están aturdidos por el mero hecho de la decadencia. No es sólo que los ciudadanos estadunidenses sufran ellos mismos, materialmente, por la decadencia, y que estén profundamente asustados de que sufrirán más conforme el tiempo avance. Es que habían creído a nivel muy profundo que Estados Unidos es la nación elegida, designada por Dios o la historia para ser el país modelo en el mundo. El presidente Barack Obama sigue tratando de tranquilizarlos diciendo que Estados Unidos es un país triple A.

El problema para Obama y para todos los políticos es que muy pocas personas siguen creyendo eso. El golpe al orgullo nacional y a la imagen propia es formidable, y es también muy repentina. El país está tomando muy mal este golpe. La población busca chivos expiatorios y ataca muy a lo loco, y no con demasiada inteligencia, a los supuestos culpables. La última esperanza parece ser que alguien sea culpable, y como tal el remedio sea cambiar a las personas con autoridad.

En general, las autoridades federales son vistas como las que hay que culpar: el presidente, el Congreso, ambos partidos principales. La tendencia es muy fuerte hacia tener más armas a nivel individual y a ejercer un recorte del involucramiento militar fuera de Estados Unidos. Culpabilizar de todo a la gente de Washington conduce a una volatilidad política y a luchas intestinas locales cada vez más violentas. Estados Unidos es hoy, diría yo, una de la entidades políticas menos estables en el sistema-mundo.

Esto hace de Estados Unidos no sólo un país cuyas luchas políticas son disfuncionales, sino uno que es incapaz de consolidar mucho poder real en la escena mundial. Entonces, hay una caída importante en la fe en el país, y en su presidente, por parte de los aliados tradicionales de Estados Unidos fuera y por la base política del presidente en casa. Los periódicos están llenos de análisis de los errores políticos de Obama. ¿Quién puede argumentar con esto? Con suma facilidad, yo podría enlistar docenas de decisiones que Obama hizo, y que desde mi punto de vista fueron equivocadas, cobardes o algunas veces directamente inmorales. Pero me pregunto si, de haber tomado las mucho mejores decisiones que su base supone que debió tomar, habría habido mucha diferencia en el resultado. La decadencia de Estados Unidos no es el resultado de decisiones pobres por parte de su presidente, sino de las realidades estructurales en el sistema-mundo. Obama puede ser el individuo más poderoso del mundo todavía, pero ningún presidente estadunidense es tan poderoso hoy como los presidentes de antaño.

Hemos entrado en una era de agudas, constantes y rápidas fluctuaciones –en las tasas de cambio de las divisas, en las tasas de empleo, en las alianzas geopolíticas, en las definiciones ideológicas de la situación. El grado y rapidez de estas fluctuaciones conduce a la imposibilidad de contar con predicciones de corto plazo. Y sin alguna estabilidad razonable en las predicciones de corto plazo (tres años más o menos) la economía-mundo se paraliza. Todo el mundo tendrá que ser más proteccionista e introspectivo. Y los estándares de vida bajarán. No es un cuadro bonito. Y aunque hay muchos, muchos aspectos positivos para muchos países a causa de la decadencia estadunidense, no hay certeza de que en el loco bamboleo del barco mundial, otros países puedan de hecho beneficiarse como esperan de esta nueva situación.

Es tiempo de un análisis de largo plazo mucho más sobrio, de juicios morales mucho más claros acerca de lo que el análisis revela, y de acciones políticas mucho más efectivas en el esfuerzo, en los próximos 20 o 30 años, para crear un mejor sistema-mundo que en el que estamos atorados ahora.

Traducción: Ramón Vera Herrera

©Immanuel Wallerstein

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2011/08/27/opinion/030a1mun