miércoles, 15 de agosto de 2012

El sadismo económico

Tenaz persistencia de los programas de castigo social

Por Ignacio Ramonet*

 

España, “beneficiada” con un rescate financiero para sus bancos, es la última destinataria de las políticas de austeridad salvaje que aplica la Unión Europea (es decir, Alemania). Lo terrible es que los crueles sacrificios que le exigen a la población sólo servirán para hundirla en la miseria y agravar la recesión.

Sadismo? Sí, sadismo. ¿Cómo llamar de otro modo esa complacencia en causar dolor y humillación a personas? En estos años de crisis, hemos visto cómo –en Grecia, en Irlanda, en Portugal, en España y en otros países de la Unión Europea (UE)– la inclemente aplicación del ceremonial de castigo exigido por Alemania (congelación de las pensiones; retraso de la edad de jubilación; reducción del gasto público; recortes en los servicios del Estado de Bienestar; merma de los fondos para la prevención de la pobreza y de la exclusión social; reforma laboral, etc.) ha provocado un vertiginoso aumento del desempleo y de los desalojos. La mendicidad se ha disparado. Así como el número de suicidios.
A pesar de que el sufrimiento social alcanza niveles insoportables, Angela Merkel y sus seguidores (entre ellos Mariano Rajoy) continúan afirmando que sufrir es bueno y que ello no debe verse como un momento de suplicio sino de auténtico júbilo. Según ellos, cada nuevo día de castigo nos purifica y regenera, y nos va acercando a la hora final del tormento. Semejante filosofía del dolor no se inspira en el Marqués de Sade sino en las teorías de Joseph Schumpeter, uno de los padres del neoliberalismo, quien pensaba que todo sufrimiento social cumple de algún modo un objetivo económico necesario y que sería una equivocación mitigar ese sufrimiento aunque sólo fuese ligeramente.
En eso estamos. Con una Angela Merkel en el rol de “Wanda, la dominadora”, alentada por un coro de fanáticas instituciones financieras (Bundesbank, Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional, Organización Mundial del Comercio, etc.) y por los eurócratas adictos de siempre (Durão Barroso, Van Rompuy, Ollie Rehn, Joaquín Almunia, etc.). Todos apuestan por un masoquismo popular que llevaría a los ciudadanos no sólo a la pasividad sino a reclamar más expiación y mayor martirio “ad maiorem Europae gloriam”. Hasta sueñan con eso que los medios policiales denominan “sumisión química”, unos fármacos capaces de eliminar total o parcialmente la conciencia de las víctimas, convertidas sin quererlo en juguetes del agresor. Pero deberían ir con cuidado, porque la “masa” ruge.

España se derrumba

En España, donde el gobierno de Mariano Rajoy está aplicando políticas salvajes de austeridad al límite precisamente del “sadismo” (1), las expresiones de descontento social se multiplican. Y eso en un contexto de enorme desconcierto, en el que, de repente, los ciudadanos constatan que a las crisis económica y financiera se suma una grave crisis de gobernabilidad. Simultáneamente, varios pilares fundamentales del edificio del Estado se resquebrajan: la Corona (con el tétrico asunto de la caza al elefante en Botswana), el Poder Judicial (con el cochambroso caso Dívar), la Iglesia (que no paga el impuesto sobre bienes inmuebles, IBI), el sistema bancario (del que nos afirmaban que era el “más sólido” de Europa y constatamos que se desmorona), el Banco de España (incapaz de alertar sobre Bankia y otras quiebras espectaculares), las Comunidades Autónomas (sumidas algunas de ellas en abismales escándalos de corrupción), los grandes medios de comunicación (excesivamente dependientes de la publicidad y que ocultaron las calamidades por venir)...
Sin hablar del propio Gobierno, cuyo Presidente, en un momento en el que España (con Grecia) se ha convertido en el eje de los problemas del mundo, parece avanzar sin brújula. Y quien, frente a interrogantes fundamentales, o permanece en silencio, o contesta con expresiones surrealistas (“Vamos a hacer las cosas como Dios manda.”), o sencillamente sostiene “contraverdades” (2). Mariano Rajoy y su equipo económico tienen una gran responsabilidad en el desastre actual. Han piloteado la crisis bancaria con evidente torpeza; han dejado descomponerse el caso de Bankia; han transformado una clara situación de quiebra en una pulseada con Bruselas, el Banco Central Europeo y el FMI; han practicado el negacionismo más necio, pretendiendo hacer pasar un rescate de consecuencias gravísimas para la economía española como un crédito barato y sin condiciones (“Es un apoyo financiero que no tiene nada que ver con un rescate”, declaró De Guindos; “Lo que hay es una línea de crédito que no afecta al déficit público”, afirmó Rajoy).
Todo esto da la penosa impresión de un país que naufraga. Y cuyos ciudadanos descubren de pronto que tras las apariencias del “éxito económico español”, pregonado durante lustros por los gobernantes del PSOE y del PP, se escondía un modelo (el de la “burbuja inmobiliaria”) carcomido por la incompetencia y la codicia.

Codicia, incompetencia, ceguera

En cierta medida, comprendemos ahora –muy a expensas nuestras– uno de los grandes enigmas de la historia de España: ¿cómo fue posible que, a pesar de las montañas de oro y plata traídas de América por el Imperio colonizador y explotador, el país se viese convertido, a partir del siglo XVII, en una suerte de corte de los milagros llena de mendigos, desamparados y pordioseros? ¿Qué se hizo de tamaña riqueza? La respuesta a estas preguntas la tenemos hoy ante los ojos: incompetencia y miopía de los gobernantes, codicia infinita de los banqueros.
Y el castigo actual no ha terminado. Después de que la agencia Moody’s, el pasado junio, rebajara la nota de la deuda española en tres escalones, desde A3 hasta Baa3 (uno por encima del “bono basura”), la prima de riesgo llegó hasta límites insoportables. La solvencia española está en la pendiente que conduce a un rescate. Y tanto el rescate a la banca como el rescate de la deuda pública tendrán un costo social terrorífico. En su informe anual sobre España, el Fondo Monetario Internacional, por ejemplo, ya está reclamando que el Gobierno suba el IVA y que apruebe lo antes posible una nueva disminución del sueldo de los funcionarios para reducir el déficit. Además, en un documento de trabajo, los expertos del Fondo recomiendan a España que extienda aun más el despido, reclaman el contrato único y que se evite la actualización automática de los sueldos (3).
La Comisión Europea recomienda igualmente el aumento del IVA y la adopción de nuevas medidas “austeritarias”: el retraso de la edad de jubilación, el control del gasto en las Comunidades, el endurecimiento de las prestaciones por desempleo, la eliminación de la desgravación por vivienda y la reducción del volumen de la Administración Pública. Todo antes de 2013. Ya que no se puede devaluar el euro, se trata de devaluar a todo un país, rebajando su nivel de vida entre un 20 y un 25%...
Por su parte, la canciller alemana exige que España continúe con las profundas reformas económicas y fiscales. A pesar de la canina fidelidad que le manifiesta Rajoy, Merkel se opone con uñas y dientes a cualquier medida del Gobierno que suponga para España ceder en el camino de la austeridad y de las reformas estructurales.

El Cuarto Reich

Berlín quiere aprovechar el “shock” creado por la crisis y la posición dominante de Alemania para conseguir un viejo objetivo: la integración política de Europa bajo las condiciones germanas. “Nuestra tarea hoy –declaró Merkel en un discurso ante el Parlamento alemán– es compensar lo que no se hizo [cuando el euro fue creado] y acabar con el círculo vicioso de la deuda eterna y de no cumplir las normas. Sé que es arduo, que es doloroso. Es una tarea hercúlea, pero es inevitable.” Algunos comentaristas hablan ya del IV Reich...
Porque, si se produce el “salto federal” y se avanza hacia una unión política, eso significa que cada Estado miembro de la UE tendrá que renunciar a considerables partes de su soberanía nacional. Y que una instancia central podrá interferir directamente en los presupuestos y los impuestos de cada Estado para imponer el cumplimiento de los acuerdos. ¿Cuántos países están dispuestos a abandonar tanta soberanía nacional? Si ceder parte de la soberanía es inevitable en un proyecto de integración política como la Unión Europea, sin embargo existe una diferencia entre federalismo y neocolonialismo... (4)
En los Estados sometidos a rescates –España, entre otros– estas importantes pérdidas de soberanía ya son efectivas (5). Desmintiendo a Rajoy, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, afirmó que la troika (BCE, Comisión Europea y FMI) controlará la reestructuración de la banca en España (6). Esa troika gobernará la política fiscal y macroeconómica para seguir imponiendo reformas y recortes y para asegurar la prioridad del cobro de la deuda que los bancos españoles tienen con la banca europea, y principalmente alemana (7). España dispone pues, desde junio pasado, de menos libertad, menos soberanía de su sistema financiero y menos soberanía fiscal.
Todo ello sin ninguna garantía de salir de la crisis. Al contrario. Como lo recuerdan los economistas Niall Ferguson y Nouriel Roubini: “La estrategia actual de recapitalizar los bancos a base de que los Estados pidan prestado a los mercados nacionales de bonos —o al Instrumento Europeo de Estabilidad Financiera (IEEF) o a su sucesor el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE)— ha resultado desastrosa en Irlanda y Grecia: ha provocado una explosión de deuda pública y ha hecho que el Estado sea todavía más insolvente, al tiempo que los bancos se convierten en un riesgo peor en la medida en que una parte mayor de la deuda pública está en sus manos” (8).
Pero entonces, si no funcionan ¿por qué se mantienen esas sádicas políticas de “austeridad hasta la muerte”? Porque el capitalismo se ha puesto de nuevo en marcha y se ha lanzado a la ofensiva con un objetivo claro: acabar con los programas sociales del Estado de Bienestar implementados después del final de la Segunda Guerra Mundial y de los que Europa es el último santuario.
Pero, como decíamos más arriba, debería ir con cuidado. Porque las “masas” están rugiendo...

1. Véase Conn Hallinan, “Spanish Austerity Savage to the Point of Sadism”, Foreign Policy in Focus, Washington, 15-6-12, http://www.fpif.org/blog/the pain in spain falls mainly on the plain folk
2.
Véase Ignacio Escobar, “Las siete grandes mentiras sobre el rescate español”, Rebelión, 12-6-12.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=151211
3. El País, Madrid, 15-6-12.
4. Véase Niall Ferguson y Nouriel Roubini, “Esta vez, Europa está de verdad al borde del precipicio”, El País, 10-6-12. Véase también, Ignacio Ramonet, “Nuevos protectorados”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Nº 153, marzo de 2012.
5. Una prueba de la mentalidad de neocolonizados es el esperpéntico proyecto Eurovegas que se disputan las Comunidades de Madrid y de Cataluña, basado en la especulación urbanística y financiera, y asociado al “aumento del blanqueo de capitales, la prostitución, las ludopatías y las mafias”. Consúltese la plataforma Aturem Eurovegas: http://aturemeurovegas.wordpress.com
6. El País, 14-6-12.
7. Vicenç Navarro, Juan Torres, “El rescate traerá más recortes y no sirve para salir de la crisis”, 15-6-12,
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=151370
8. Ver la nota 4.




Notas relacionadas

Grecia enfrenta su decisión final, por Costas Lapavitsas, Edición Nº 156, junio de 2012

Golpe de Estado europeo, por Raoul Marc Jennar, Edición Nº 156, junio de 2012

Salir de la austeridad, por Ignacio Ramonet, Edición Nº 155, mayo de 2012

Argentina 2001, Grecia 2011, por Maurice Lemoine, Edición Nº 154, abril de 2012

Nuevos protectorados, por Ignacio Ramonet, Edición Nº 153, marzo de 2012

 

* Director de Le Monde diplomatique, edición española.

 

Calambres institucionales

Edición Nro 158 - Agosto de 2012

Editorial

Por José Natanson

 

La inestabilidad en América Latina sigue siendo una realidad. Pero, ¿dónde termina el ejercicio democrático de la oposición y comienza la desestabilización o el clima destituyente?

unque algunas teorías semióticas propongan hipótesis insólitas del tipo “todo es texto”, y por más que el cristianismo insista con aquello de que “En el principio era el Verbo”, casi siempre el lenguaje corre detrás de la realidad, soplándole la nuca: en América Latina se habló durante décadas de “golpe de Estado” para referir a la decisión de los militares de interrumpir el orden constitucional apoderándose del gobierno, cerrando el Congreso, prohibiendo a los partidos y, la mayoría de las veces, interviniendo la justicia, los medios de comunicación y los sindicatos. Pero la experiencia de los últimos años nos ha puesto ante una nueva realidad, que el lenguaje aún no consigue nombrar: hablamos así de “golpe suave” (1) o “neo-golpe” (2), y en el caso paraguayo, el más reciente de todos, de “golpe de Estado institucional” o “golpe parlamentario”, expresiones tan autocontradictorias (si es “institucional” o “parlamentario” difícilmente sea un “golpe”) como “círculo cuadrado” o “inteligencia militar”.
¿Qué pasó en cada caso? En Paraguay, el Congreso destituyó al presidente en un trámite express que lo privó de cualquier posibilidad razonable de defensa, y designó en su reemplazo al vice, elegido en la misma boleta y a la vez cabeza de la conspiración; en Honduras, los militares detuvieron al jefe de Estado, enfrentado al Congreso y la Corte Suprema por una reforma constitucional que éstos habían bloqueado, y avalaron el nombramiento de un senador en su reemplazo; en Bolivia en 2008, los departamentos ricos del oriente articularon un desafío al poder de Evo Morales que incluyó una masacre campesina y que sólo concluyó cuando un referéndum revocatorio desempató la situación a favor del gobierno; en Ecuador, una asonada policial derivó en el secuestro del presidente e intentos dispersos por tomar algunas instituciones gubernamentales; hace pocas semanas, nuevamente en Bolivia, el amotinamiento de un sector de la policía en reclamo de mejoras salariales fue definido por el gobierno como un “golpe de Estado”, aunque no hubo indicios contundentes que confirmaran la denuncia de un intento articulado de tomar el poder.
Cada situación es diferente y es necesario hilar muy fino para entender qué pasó exactamente en cada caso: si en algunos países, como Honduras y Paraguay, la interrupción del orden institucional parece clara, en otros es menos nítida y su valoración precisa todavía es motivo de disputa.
Como sea, la prevalencia del virus de la inestabilidad nos pone ante dos realidades tan evidentes como difíciles de aceptar. La primera: América Latina, aunque sigue siendo la región más democrática del mundo en desarrollo, está lejos de haber alcanzado un grado de consolidación equivalente al de los países más desarrollados. Como un calambre, el riesgo institucional aparece y desaparece, siempre al acecho.
La segunda incomodidad resulta de admitir que los procesos de “giro a la izquierda” que hoy controlan el poder en la mayoría de los países de la región tienen orígenes menos diáfanos de lo que quisieran. En Ecuador, el triunfo de Rafael Correa estuvo precedido por la destitución de… tres presidentes democráticamente elegidos; al igual que en Bolivia, donde Evo Morales llegó al gobierno luego de las renuncias de Sánchez de Lozada y Mesa, o Venezuela, donde el ascenso de Chávez se produjo tras dos presidentes interinos y dos intentos frustrados de golpes de Estado (estos sí tradicionales, el primero de ellos liderado por el mismo Chávez).

Inestabilidad nacional

Pese a la elegancia parisina de la Recoleta y sus cinco premios Nobel, Argentina no ha sido ajena a esta fiebre subtropical. De hecho, la renuncia de De la Rúa, la asunción y luego la renuncia anticipada de Duhalde y la victoria de Kirchner se produjeron en condiciones no menos alteradas que las del resto de los países latinoamericanos. E incluso luego, normalizada la política y estabilizada la economía, la posibilidad de un quiebre institucional siguió operando, si no como realidad cercana al menos como fantasma difuso.
En junio del 2008, en pleno conflicto del campo, los intelectuales de Carta Abierta acuñaron la expresión “clima destituyente” para definir una coyuntura que combinaba la ofensiva opositora de los grandes medios con cacerolazos espontáneos en algunos barrios, un gobierno desorientado (en un desdichado discurso, Kirchner llegó a hablar de “comandos civiles”) y cortes de rutas coordinados que hicieron temer por el desabastecimiento de alimentos en las ciudades.
Como saben bien los historiadores revisionistas, que han hecho de ello un medio de vida últimamente bastante redituable, la reinterpretación de los sucesos políticos es parte de una disputa en la que se juega tanto la mirada sobre el pasado como el rumbo del futuro: el éxito del hit interpretativo de Carta Abierta radicaba en que no hablaba de “golpe” sino de “destitución”, y en que no aludía a un actor identificable sino a un mucho más vaporoso “clima”. Su aporte en aquel momento fue fundamental, al punto que todavía hoy, con el gobierno fortalecido tras obtener el 54 por ciento de los votos, la expresión sigue resonando: el último en invocarla fue el canciller Héctor Timernan, quien advirtió sobre el riesgo de que la situación paraguaya se replique en otros países, incluso en Argentina.

Espectros y realidades

La pregunta podría formularse en estos términos: ¿dónde termina el ejercicio democrático de la oposición y comienza la desestabilización o el clima destituyente?
Tras la experiencia del conflicto por la 125, con las principales ciudades del país virtualmente sitiadas durante semanas, parece absurdo negar que en ciertos sectores opositores anida el deseo de una interrupción institucional: son los que temen que algunas de las reformas kirchneristas –digamos: la ley de medios o las retenciones– se conviertan en cuestiones irreversibles, lo cual no deja de ser llamativo, pues la historia ofrece miles de ejemplos de transformaciones aparentemente inamovibles que luego se modifican: lo estamos viendo ahora, con la crisis de la Europa del bienestar, y lo vimos en los 90, cuando Menem desarmó en pocos años el modelo construido desde la posguerra. Si se mira bien, el mismo kirchnerismo es la prueba viviente de que no existe ningún orden económico-social eterno, ¿o alguien en su sano juicio hubiera pensado, quince años atrás, en un sistema jubilatorio y una YPF estatales o –por mencionar un tema menos grato– el retorno del control de cambios?
La responsabilidad no es solamente de la oposición. El gobierno alimenta el fantasma cuando machaca una y otra vez, en un estilo que está lejos de la serenidad, con el carácter estructural e irreversible de las reformas que emprende (para entenderlo habrá que reconocer que la transformación de la sociedad para “siempre” es al fin y al cabo una forma muy humana de compensar la finitud de la vida, tal como demuestra la experiencia del Che Guevara, que hablaba de crear ¡un hombre nuevo!).
En los 80, Raúl Alfonsín solía amenazar con un regreso de los militares cada vez que se sentía amenazado, estrategia que quedó neutralizada cuando la renovación cafierista se apoderó del peronismo y garantizó su respaldo a las instituciones de la democracia. Menos extorsivamente, el kirchnerismo recurre de tanto en tanto al cuco del “giro restaurador”: cuando Martín Redrado se atrinchera con las reservas, cuando el Congreso se niega a votar el Presupuesto, cuando los ruralistas anuncian un paro. ¿Por qué lo hace? Porque forma parte de una estrategia exitosa de acumulación discursiva pero también, creo, por razones menos tácticas y más filosóficas: para el gobierno, reconocer que la conspiración está lejos implica admitir el carácter genuinamente democrático de la mayor parte de la oposición, incluyendo a la derecha. Y aun más: supone reconocer que su máximo exponente, el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri, se ha comportado de manera perfectamente democrática, admitiendo sus derrotas electorales y no abusando de los mecanismos institucionales, de los vetos y los decretos más de lo razonable, o en todo caso no más de lo que lo ha hecho el gobierno nacional.
Implica admitir, en suma, que Macri podrá ser antipático y conservador, pero que no carece de “paciencia democrática” y que, por lo tanto, expresa una ruptura respecto de la tradicional derecha autoritaria argentina. Esto lleva a un replanteo acerca de la posible articulación entre el macrismo y algún fragmento del peronismo, lo que a su vez implica admitir que dentro del mismo oficialismo anidan sectores que quizás en un futuro formen parte de la oposición: me refiero a gobernadores importantes del interior, a unos cuantos intendentes y, lo más peligroso de todo, al kirchnerismo de baja intensidad que encarnan dirigentes con altos niveles de popularidad, como Sergio Massa y, claro, Daniel Scioli.
Y en eso anda el gobierno, que intuye que, como con Sigourney Weaver en Alien, la oposición crece en sus mismas entrañas, lo que lo ha llevado a una extenuante estrategia de desgaste y contención respecto de su principal aliado-adversario, que procesa el amor-odio con su proverbial imperturbabilidad.

Perspectiva

Para concluir, creo que es posible articular los tres episodios mencionados –los intentos de desestabilización en América Latina, el conflicto por la 125 y las tensiones con Scioli– en un solo razonamiento. En primer lugar, recordemos que las instituciones regionales, la Unasur y el Mercosur, no consiguieron evitar el quiebre institucional en Paraguay, del mismo modo que el Grupo de Río y la OEA no lograron frenar la destitución de Manuel Zelaya en Honduras. Como señala Federico Vázquez (3), el esfuerzo regional, por mejor intencionado que esté, no alcanza para reemplazar a la construcción de poder político a nivel nacional (y en este sentido es interesante comprobar que los dos golpes exitosos acabaron con gobiernos que no habían emprendido procesos de reforma profundos, al menos no tan profundos como los de Bolivia, Ecuador o Venezuela, donde los ensayos de desestabilización fracasaron). Por otra parte, señalemos también que en pleno conflicto del campo el gobierno logró mantenerse en pie gracias al apoyo de dos estructuras de poder que permanecieron a su lado incluso en los momentos más duros, la CGT de Hugo Moyano y el PJ bonaerense de Daniel Scioli, y de las cuales hoy ha tomado distancia.
En tiempos de desaceleración económica, conflictos con los gobernadores y tensiones sociales, quizás no esté de más recordar que fue a partir de ellos que el kirchnerismo logró sortear la tormenta, ampliar su popularidad a las esquivas clases medias y reinventarse hasta convertirse en lo que es hoy.

1. El periodista Walter Goobar en Miradas al Sur, 8-7-12.
2. El politólogo Juan Gabriel Tokatlian en La Nación, 24-6-12.
3. Ver páginas 8 y 9.


© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

lunes, 9 de enero de 2012

La guerra económica entre EE.UU. e Irán

 

Pepe Escobar

Asia Times Online

 

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

 

 

Intentemos un curso rápido sobre cómo arruinar la economía global.

Una enmienda clave de la Ley de Autorización para la Defensa Nacional firmada por el presidente de EE.UU., Barack Obama, el último día de 2011 –cuando nadie prestaba atención– impone sanciones a cualquier país o compañía que compre petróleo iraní y lo paguen a través del Banco Central de Irán. Desde este verano, cualquiera que lo haga no podrá realizar negocios con EE.UU.

Esta enmienda –para todos los fines prácticos una declaración de guerra económica– se la debéis al Comité EE.UU.-Israel de Asuntos Públicos (AIPAC), por órdenes directas del gobierno israelí bajo el primer ministro Benjamin "Bibi" Netanyahu.

Torrentes de discursos político han tratado de justificarla como el plan B del gobierno de Obama en lugar de permitir que los perros de guerra israelíes realicen un ataque unilateral contra Irán por su supuesto programa de armas nucleares.

Sin embargo, la estrategia israelí original era realmente aún más histérica –que se impidiera efectivamente a todo país o compañía que pagara por petróleo iraní importado, con las posibles excepciones de China e India-. Además, los que ponen a Israel por sobre los intereses de EE.UU. trataron de convencer a todos de que esto no conduciría a interminables aumentos del precio del petróleo.

Exhibiendo una vez más su incomparable capacidad de disparar a sus propios pies calzados de Ferragamo, los gobiernos de la Unión Europea (UE) están discutiendo si o no seguir comprando petróleo de Irán. La duda existencial es si deberían comenzar o esperar unos meses. Inevitablemente, como la muerte y los impuestos, el resultado ha sido –qué iba a ser– un aumento astronómico de los precios del petróleo. El barril Brent de crudo gira ahora en torno a los 114 dólares y la única posibilidad es que suba.

Entrégame el crudo a tiempo

Irán es el segundo productor de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), y exporta hasta 2,5 millones de barriles diarios. Cerca de 450.000 de esos barriles van a la Unión Europea, el segundo mercado iraní después de China.

El necesario burócrata anónimo, el comisionado de Energía de la UE, Gunther Ottinger, ha estado divulgando que la UE puede contar con Arabia Saudí para compensar la falta de petróleo de Irán.

Cualquier analista petrolero que se respete sabe que Arabia Saudí no tiene la necesaria capacidad adicional disponible. Además, y crucialmente, Arabia Saudí tiene que ganar mucho dinero con petróleo caro. Después de todo, la contrarrevolucionaria Casa de Saud necesita urgentemente esos fondos para sobornar a sus súbditos para que descarten toda posibilidad de una Primavera Árabe autóctona.

Hay que agregar la amenaza de Teherán de bloquear el Estrecho de Ormuz, impidiendo así que un sexto del petróleo del mundo y un 70% de las exportaciones de la OPEP lleguen al mercado; no es sorprendente que los negociantes petroleros hagan todo lo que pueden por asegurarse la posesión de todo el crudo que puedan conseguir.

Hay que olvidar el petróleo asequible a 50 dólares o incluso 75 dólares por barril. El precio del petróleo puede estar destinado a llegar pronto a 120 dólares por barril e incluso a 150 dólares para el verano, precisamente como en el año 2008 afectado por la crisis. La OPEP, a propósito, bombea más petróleo que nunca desde finales de 2008.

Por lo tanto, lo que comenzó como un artefacto explosivo improvisado del camino urdido por Israel, se ha convertido ahora en un múltiple atentado suicida contra sectores enteros de la economía global.

No es sorprendente que el presidente de la comisión de seguridad nacional y política exterior del Parlamento iraní, Ala'eddin Broujerdi, haya advertido de que Occidente puede estar cometiendo un “disparate estratégico” con estas sanciones al petróleo.

Traducción: tal como van las cosas, el nombre del juego para 2012 es una profunda recesión global.

Obama se la juega

Primero Washington filtró que las sanciones contra el Banco Central de Irán no “están sobre la mesa”. Después de todo, el propio gobierno de Obama sabía que se convertirían en un aumento del precio del petróleo y solo pueden conducir a más recesión global. El régimen iraní, además, obtendría más dinero por sus exportaciones de petróleo.

No obstante, el combo Bibi-AIPAC no tuvo problemas para imponer la enmienda a través de esas Mecas de los que ponen primero a Israel, el Senado y el Congreso de EE.UU. – incluso si el secretario del Tesoro de EE.UU., Tim Geithner, se opuso expresamente-

Es posible que la enmienda que acaba de aprobarse no represente las “sanciones paralizantes” exigidas a gritos por el gobierno israelí. Teherán sentirá la presión, pero no a un nivel intolerable. Sin embargo, solo esos irresponsables del Congreso de EE.UU. –aborrecidos por la abrumadora mayoría de los estadounidenses según numerosos sondeos– podrían llegar a creer que conseguirán sacar los 2,5 millones de barriles diarios de Irán del mercado mundial sin consecuencias drásticas para la economía global.

Asia necesitará cada vez más petróleo y seguirá comprando petróleo de Irán. Y los precios del petróleo seguirán flirteando con la estratósfera.

¿Entonces por qué firmo Obama la enmienda? Para el gobierno de Obama todo depende actualmente del cálculo electoral. Esos dementes terminales del circo presidencial republicano –con la honorable excepción de Ron Paul– pregonan la guerra contra Irán desde el momento en que resultan elegidos, y algunos sectores sutanciales del electorado estadounidense son lo bastante despistados como para aceptarlo.

Nadie, sin embargo, hace algunos cálculos elementales para concluir que las economías estadounidense y europea, ciertamente no necesitan que el petróleo flirtee con el nivel de 120 dólares si se espera una recuperación mínima.

Muéstrame lo que tienes

Aparte de ese grupo contraproducente de la OTAN en crisis terminal, todos sus vecinos dejarán de lado la declaración israelí-estadounidense de guerra económica:

  • Rusia ya dijo que la pasará por alto.
  • India ya está pagando el petróleo iraní a través de Halbank en Turquía.
  • Irán negocia activamente la venta de más petróleo a China. Irán es el segundo de China después de Arabia Saudí. China paga en euros, y pronto pagará en yuanes. Para marzo los dos países habrán sellado un acuerdo sobre nuevos precios.
  • Venezuela controla un banco binacional con Irán desde 2009; es como pagan a Irán por su negocio en Latinoamérica.
  • Incluso algunos aliados tradicionales de EE.UU. quieren quedarse afuera. Turquía, que importa cerca de un 30% de su petróleo de Irán, buscará una cláusula de escape que exima al importador turco de petróleo, Tupras, de las sanciones estadounidenses.
  • Y Corea del Sur hará lo mismo, para comprar cerca de 200.000 barriles diarios, un 10% de su petróleo, a Irán en 2012.

China, India, Corea del Sur, todos tienen complejos vínculos comerciales en ambas direcciones con Irán (el comercio China-Irán, por ejemplo, es de 30.000 millones de dólares anuales, y subiendo). Nada de esto se acabará porque lo diga el eje Washington/Tel Aviv. Por lo tanto se puede esperar una racha de nuevos bancos privados establecidos en todo el mundo en desarrollo con el propósito de comprar petróleo iraní.

Washington no tendrá el valor de tratar de imponer sanciones a bancos chinos porque estén tratando con Irán.

Por otra parte, hay que elogiar la valentía de Teherán. Después de una implacable campaña de asesinatos encubiertos; secuestros de científicos iraníes; ataques a través de la frontera en la provincia Sistan-Baluchistán; sabotaje israelí de su infraestructura, con virus y otros medios; invasión de su territorio por drones espías estadounidenses; interminables amenazas israelíes y republicanas de un inminente ataque de “Conmoción y pavor”; y la venta de 60.000 millones de dólares en armas de EE.UU. a Arabia Saudí, Teherán todavía no cede.

Teherán acaba de ensayar –exitosamente– sus propios misiles crucero, precisamente en el estrecho de Ormuz. Entonces, cuando Teherán reacciona ante los continuos actos agresivos de Occidente, le acusan de “actos de provocación”.

El viernes pasado, el consejo de redacción del New York Times se mostró totalmente enamorado de las amenazas del Pentágono a Irán, mientras pedía “máxima presión económica”.

El resultado final es que los iraníes de a pie sufrirán, afectados por la crisis, y los endeudados europeos de a pie también sufrirán. La economía de EE.UU. también sufrirá. Y cada vez que perciba que Occidente exagera su histeria, Teherán seguirá reservándose el derecho de provocar un aumento astronómico de los precios del petróleo.

El régimen en Teherán seguirá vendiendo petróleo, seguirá enriqueciendo uranio y, sobre todo, no caerá. Como un misil Hellfire que cae sobre una fiesta pastuna de matrimonio, esas sanciones occidentales fracasarán miserablemente. Pero no sin haber provocado mucho daño colateral, en el propio Occidente.

Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su nuevo libro, recién aparecido, es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Contacto: pepeasia@yahoo.com.

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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/NA07Ak01.html

 

lunes, 2 de enero de 2012

¿Se aleja la perspectiva de una ofensiva militar contra Irán?

 

Ignacio Klich

Revista Debate

 

 

El revés que significó para el frente estadounidense-israelí la captura de un avión espía en la República Islámica, la campaña electoral de Obama y la radicalización de los sectores ultraortodoxos en Israel como factores clave para entender el panorama.

Junto a la detención en Irán de un agente estadounidense, cuyo juicio se abrió el martes 27 en Teherán, la inesperada captura iraní -el 4 de este mes- de un aparato aéreo norteamericano no tripulado (UAV, por su abreviatura en inglés), que violaba su espacio aéreo, se volvió un revés militar mayúsculo para Estados Unidos. La Agencia Central de Inteligencia (CIA) es, por ahora, el único operador estadounidense de los UAV modelo Sentinel; el capturado fue forzado a aterrizar en la República Islámica, abocado aparentemente al monitoreo del programa nuclear iraní.

En la medida en que no es éste el primer UAV aprehendido por los iraníes -otros seis, varios de ellos israelíes, lo fueron antes-, la adversidad también alcanzó al Estado hebreo. De ahí que el premier Benjamin Netanyahu se sirviera de una posterior reunión de su gabinete para anunciar la designación de Evyatar Mataniah como titular de un Directorio Nacional de Cibernética, componente central de la seguridad israelí y de su afán de mantenerse, en palabras de Netanyahu, entre los países a la cabeza de la guerra electrónica.

Frente a esos reveses estadounidense-israelíes, Irán tuvo su mes de serios infortunios, accidentales y/o causados por enemigos de la República Islámica, en noviembre último. Tal fue, entre otros, la explosión provocada por un atentado o descuido en una base de misiles del Cuerpo Islámico de Guardias Revolucionarios (IRGC, su sigla en inglés) en las afueras de Teherán. Ésta se cobró diecisiete vidas, entre ellas la del general Hassan Moghaddam, uno de los responsables del programa misilístico iraní. También hubo otra explosión o voladura en la ciudad de Ispahán, asiento de importantes instalaciones nucleares iraníes.

Generalmente muy bien informado, el boletín estadounidense Stratfor comunicó no haber logrado identificar los edificios afectados por el segundo estallido, mostrándose, eso sí, muy poco convencido por el intento de fuentes de inteligencia hebrea de alimentar “con escasa sutileza” la impresión de que ambos incidentes fueron la resultante de operativos israelíes.

Como quiera que haya sido el caso, la captura del Sentinel dio lugar a protestas iraníes, respectivamente elevadas a la Organización de las Naciones Unidas, la Organización de la Conferencia Islámica y el Movimiento de No Alineados -antesala a una vaticinada apelación a la Corte Internacional de Justicia en La Haya-, en las cuales la penetración del espacio aéreo iraní, con los 250 kilómetros recorridos por este UAV hasta descender en el nordeste de la República Islámica, fue retratada principalmente como parte de meses de “actividades encubiertas del gobierno estadounidense”.

Sumado a la muerte de Moghaddam y a la eclosión en Ispahán, Irán ha sido testigo de la exacerbación de las medidas punitivas de Washington y sus aliados por su programa nuclear (dada la negativa de Moscú y Pekín a dar otra vuelta de torniquete al régimen de sanciones del Consejo de Seguridad). Si bien ese programa, para muchos, enmascara la ambición iraní de dotarse de armas atómicas, en la versión de Teherán se trata de los usos pacíficos de la energía nuclear. Paradójicamente, sin embargo, la postura ruso-china está apoyada por la creencia militar estadounidense de que Irán no ha resuelto todavía, y menos aún concretado, la construcción de armas nucleares. Pero es cierto que acapara recursos de posible utilidad para ello.

Tal acopio nutre el alarmismo del gobierno israelí, naturalmente interesado en conservar las ventajas políticas derivadas de su monopolio regional de las armas nucleares. No sorprende, pues, que distintos aspirantes presidenciales y otros opinantes adscriptos a la derecha republicana estadounidense, disparen sobre el presidente Barack Obama, dada su resistencia a recurrir a las soluciones militares favorecidas por Israel, antes de reemplazar Paquistán a Irán en la mira hebrea. Ningún republicano deberá afrontar las consecuencias prácticas de sus dichos antes de conocerse el veredicto de las urnas, en noviembre de 2012.

UNOS SE PAVONEAN. OTROS NINGUNEAN

Con ese trasfondo, ni duda cabe del interés de Teherán en publicitar la caza del Sentinel, diseñado para eludir la detección de radares enemigos, como un significativo logro iraní. Se entiende, pues, el alarde propagandístico, a tono con el status iraní de potencia regional de, entre otros, Hossein Salami, vicecomandante del IRGC, sobre la no tan amplia brecha “entre nosotros y Estados Unidos, o el régimen sionista y otros países desarrollados”.

A su turno, sería ocioso ignorar que Washington busca desmerecer tal logro y presenta a Teherán como beneficiario de un mal funcionamiento del Sentinel y de errores operativos, generadores de la pérdida de otros UAV por desperfectos y condiciones climáticas adversas. Fuentes oficiales iraníes, en cambio, insisten en un sofisticado ataque cibernético contra ese aparato. En sintonía con el ninguneo washingtoniano, el Wall Street Journal citó a funcionarios estadounidenses que alegan -sin aporte de evidencia concluyente en apoyo de su hipótesis- que el Sentinel se habría hecho añicos al impactar en territorio iraní, logrando Teherán rearmar gran parte del mismo, como si fuese un puzzle, para su exhibición en público.

Sea que el descenso se haya debido a una exitosa interferencia electrónica iraní en el GPS del Sentinel -una razón que descartan distintos expertos estadounidenses, si bien esa vulnerabilidad era conocida desde hace años-, o a otras circunstancias, el daño causado a Estados Unidos e Israel por tal captura ha sido admitido por especialistas de ambos países. El Lexington Institute estadounidense, por caso, consideró la pérdida del Sentinel un verdadero “desastre”, al señalar que aunque éste se hubiese desintegrado al tocar tierra en Kashan habrían quedado secretos por rescatar de entre sus restos. Por su parte, el boletín hebreo DEBKAfile subrayó el estado de “shock” de los servicios de inteligencia de ambos países, dada la “debacle mayor” que implica esa captura para la tecnología de UAV gestada por Estados Unidos e Israel.

En efecto, sus implicancias van desde la posible penetración iraní de los códigos secretos que gobiernan las acciones del Sentinel, manejados por vía satelital desde Estados Unidos y otras locaciones, hasta el más seguro acceso de Irán y terceros países a un tesoro de secretos tecnológicos, ya sea sobre materiales para eludir la detección de radares, como sistemas de toma de imágenes, sensores especiales para monitorear conversaciones y para localizar partículas nucleares, o equipos de comunicaciones en clave.

Así las cosas, Washington tendrá que atender una variedad de vulnerabilidades, no sólo las asociadas con el GPS sino otras, puestas en evidencia cuando, por ejemplo, elementos enemigos de la presencia estadounidense en Irak lograron descargar de otro aparato no tripulado las imágenes recogidas por éste, con contramedidas para eliminar a futuro potenciales reincidencias. Ello es tan necesario para hipotéticos ataques a Irán, como a la luz de la advertencia del secretario de Defensa estadounidense, Leon Panetta, que lo acontecido dista de ser óbice para proseguir con los vuelos de monitoreo.

Cabe escuchar lo anunciado por Panetta intercalando que, para la antes mencionada publicación hebrea, el Sentinel en manos iraníes debía inaugurar “la próxima y más crítica etapa” de una guerra cibernética contra la República Islámica. En el pasado, esa lucha obligó a Irán a reemplazar buena parte de las centrífugas empleadas en su planta de enriquecimiento de uranio de Natanz, tras la penetración allí del Stuxnet, virus desarrollado por Estados Unidos e Israel, tal como lo confirmó The New York Times.

Entretanto, Fars y Mehr, dos agencias semioficiales de Irán, ya publicitaron los permisos pedidos por Rusia y China para inspeccionar el Sentinel, divulgando una de ellas lo afirmado por un asesor legislativo iraní: este UAV puede jugar “un papel clave en intercambios de la inteligencia iraní con los rivales de Estados Unidos”.

A su turno, DEBKAfile se permitió especular sobre el precio requerido por Irán para acceder a lo solicitado por rusos y chinos: “tecnología nuclear y misilística avanzada, la última palabra en materia de centrífugas para enriquecer uranio y el sistema antimisiles aéreos S-300”. Si bien ese precio es susceptible de ser pagado, aquello a obtener por la República Islámica dependerá, entre otros factores, de cuán capaces sean sus técnicos para aprovechar por sí solos los secretos tecnológicos del Sentinel.

El mismo boletín hebreo retrató la reciente visita a Moscú del canciller hebreo Avigdor Lieberman como dirigida a tratar de privar a Teherán de la mencionada tecnología y material defensivo ruso. Ese desenlace se convertiría, por un lado, en acelerador potencial del programa nuclear iraní y, por el otro, escudaría su infraestructura de un ataque preventivo estadounidense o israelí. Tras verse brevemente acogido por el premier Vladimir Putin, Lieberman declaró que “las posturas rusas en Oriente Medio no resultaron útiles” para el logro de su objetivo.

En aras de presionar a Putin, no sorprende una especulación adicional: endilgar a Rusia el haber aportado a Irán la tecnología necesaria para la captura del Sentinel. Es un hecho ampliamente comprobado, sin embargo, que las necesidades nucleares y de defensa de Teherán han sido hasta ahora una variable de ajuste en la relación rusa con Washington.

Para ese medio israelí, entonces, la República Islámica logró forzar el descenso del Sentinel, debiendo quizás recurrir a terceros -acaso a norcoreanos y otros- para obtener la tecnología empleada para ello. Asimismo, la cautela rusa vis-à-vis Teherán explicaría su intercepción este mes en Moscú de material radiactivo destinado a Irán, y la referencia a China de una de las agencias noticiosas iraníes como el primero de los adversarios de Estados Unidos que podría ayudar a su país a recobrar el historial de vuelo, objetivos monitoreados y demás información de valía del Sentinel.

Tampoco cabe excluir a otros proveedores más inesperados. Así lo ilustró este mes la firma israelí Allot Communications, que estuvo vendiendo a Irán, por ejemplo, equipos electrónicos, no necesariamente útiles para interceptar UAV, a través de un intermediario escandinavo.

En resumen, la captura del Sentinel sumó nuevas complicaciones a las preexistentes para un ataque a Irán. Difícilmente menores, las iniciales ya incluían la anticipada alza de precio del petróleo, en caso de cierre iraní del estrecho de Hormuz, atravesado por un tercio del consumo mundial de petróleo, lo cual comprometería la superación de la crisis de los países centrales. Dista de ser casual, pues, el ejercicio naval iraní iniciado el sábado 24 al este de Hormuz, zona en la que operan dos portaviones estadounidenses, o las declaraciones coetáneas de un jefe de inteligencia iraní, el general Seyed Hessam Hashemi, que “de proseguir Estados Unidos con sus actividades de espionaje en Irán, la República Islámica derribará cualquier UAV espía y demás aviones agresivos”.

Todo ello opera en contra de las soluciones manu militari, más aún cuando, a ojos castrenses estadounidenses, éstas retrasarían sólo dos años el programa nuclear iraní, salvo que el ataque tuviese una envergadura impensada y lograra la completa eliminación de la infraestructura nuclear y bélica de Irán. No sorprende, entonces, que Washington se haya abstenido del uso de la fuerza para rescatar el Sentinel o, en su defecto, destruirlo, luego de que Teherán se negara a devolverlo sin un pedido de disculpas estadounidense por su intrusión en el espacio aéreo iraní.

LUCIDEZ Y PRAGMATISMO

Con el trasfondo de la desconexión de Irak, el desinterés washingtoniano en verse envuelto en una nueva e indeseada guerra mesoriental, y las serias dificultades para que Israel afronte por sí solo una ofensiva contra Irán -una “enorme estupidez”, para el jefe del servicio de inteligencia hebrea (Mosad) hasta enero pasado, Meir Dagan-, apuntalan el recurso a las sanciones económicas y operaciones encubiertas para intentar detener la supuesta marcha iraní hacia las armas nucleares. Ese escenario no excluye resguardar a aliados y amigos de Washington en el golfo con un posible paraguas nuclear estadounidense. Claro que, en los meses que median hasta los comicios, las necesidades electorales u otras de Obama impiden el descarte sin más de la opción militar, por ejemplo en las cuatro semanas previas a los comicios para maximizar su impacto sobre los votantes.

En lo que al Estado hebreo se refiere, Dagan alertó en mayo último que “quienquiera que ataque a la República Islámica debe saber que puede desatar una guerra regional” en la que Irán, entre otros, lanzará misiles sobre Israel, asunto confirmado esta semana -por si ello fuera necesario- por el ministro de Defensa iraní, Ahmad Vahidi. Por añadidura, Dagan aclaró más recientemente que un ataque israelí puede llevar a los iraníes en la dirección contraria a la deseada, “a tratar de obtener capacidad nuclear tan pronto como sea posible”. No cabe duda de que el Estado hebreo preferiría seguir disfrutando de las ventajas que le reditúa ser la única potencia nuclear de Oriente Medio. De no lograr preservar ese status, sin embargo, ya Ephraim Halevy, predecesor de Dagan en la cúpula del Mosad, aseguró que “Irán dista de representar un peligro existencial” para Israel.

Para Halevy, la verdadera amenaza existencial la constituye la creciente radicalización de los sectores ultraortodoxos del judaísmo israelí. Y, ¿cómo ignorar que si este ex jefe del Mosad morigeró su evaluación de la ultraortodoxia judía en su país, continuó sosteniendo que el Estado hebreo es indestructible, mientras que “una ofensiva militar contra Irán no sólo puede afectar a Israel, sino a toda la región, por espacio de un siglo”?

Dados su autoridad y ojo clínico en el tema, difícilmente pueda leerse a Dagan y Halevy como habiendo llegado a sus conclusiones con ligereza. En todo caso, lo que sí puede decirse es que la indestructibilidad de Israel no es equiparable con el éxito de una ofensiva militar hebrea contra Irán, tema en el que Matthew Kroenig, ex analista del Departamento de Defensa estadounidense durante la gestión de Obama, anunció la semana pasada el fracaso probable de un ataque israelí. En palabras menos brutales del presidente hebreo Shimon Peres, ello fue expresado así el domingo 25 así: “Israel tiene respuestas para la cuestión iraní, pero todo el mundo debe ocuparse de ésta, no debe ser monopolio del Estado hebreo”.

Además, de entre quienes coinciden con Dagan y Halevy sobre la conveniencia de evitar agravar la situación con acciones bélicas, no sólo se cuentan quienes abogan por un Oriente Medio desnuclearizado tan pronto como ello pueda lograrse, sino también los más numerosos israelíes interesados en retener la disuasión nuclear, para los que transparentar su programa abriría puertas a Israel.

Luego de la firma del tratado de no proliferación, el Estado hebreo podría encarar, por ejemplo, con ayuda internacional, la renovación de su cada vez más envejecido y, por ende, crecientemente peligroso, reactor nuclear de Dimona.

Fuente: http://www.revistadebate.com.ar/2011/12/29/4872.php