jueves, 19 de mayo de 2011

Sexo, poder y justicia estadounidense

Pepe Escobar

Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Parece que después de todo Osama bin Laden no será el principal personaje en el proceso del siglo; por un simple vuelco del destino, ese papel lo tendrá Dominique Strauss-Kahn (DSK), el todopoderoso jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), que ahora languidece en "Alcatraz" Rikers Island en Nueva York.

El hecho de que esta sopa de acrónimos acabe de presentarse para una prueba, muy a pesar suyo, ante el mundialmente famoso Departamento de Policía de Nueva York, que completa la captura en el último minuto en la cabina de primera clase de un vuelo transatlántico, la rueda de identificación y el ‘paseo del perpetrador’, lo convierte en el máximo escándalo sociopolítico global.

A un nivel más desagradable, el de los tabloides neoyorquinos, fue difícil librarse de la chispeante metáfora del IMF (FMI) –y su reputación de follarse a los pobres del mundo– aplicada literalmente a un ajuste estructural en un hotel de Manhattan a una discreta viuda inmigrante musulmana de África que vive en el Bronx con su hija adolescente. La implacable ejecución mediática tenía que ser tan masiva como el evento en sí.

Posiblemente, DSK tenga más suerte que el líder libio coronel Muamar Gadafi, porque se enfrantará a un jurado en Nueva York y no a la Corte Penal Internacional (CPI) en La Haya. A diferencia de Gadafi, DSK –por lo menos en teoría– es inocente hasta que se demuestre su culpabilidad, aunque ya ha sido condenado por la prensa sensacionalista.

Menos visibles a ambos lados del Atlántico han sido los intelectos sanos que señalan que ninguno de los estafadores de Wall Street que timan billones [millones de millones] de dólares a la gente de a pie, ni los ejecutivos de BP que destruyen el Golfo de México, ni de hecho el gobierno de George W Bush que llevó a la bancarrota a EE.UU. al lanzar una guerra que mató a más de un millón de civiles iraquíes, han tenido que pasar por un "paseo del perpetrador".

Es un hecho: en lo que se refiere a la “justicia estadounidense”, las probabilidades de ver esposados a perpetradores del gobierno de Bush o de Goldman Sachs son nulas.

¡Qué divertido!

Seguir en detalle la histeria mediática a ambos lados del Atlántico ha sido más fascinante que un viaje a Marte. En Francia era prácticamente seguro que DSK sería el próximo presidente tras las elecciones de 2012, derrotando al menguante neo-napoleónico liberador de Libia, Nicolas Sarkozy. DSK –el arma preferida por los poderes financieros detrás del trono– estaba a punto de anunciar su candidatura este mes.

El tono general de los medios dominantes franceses –por cierto extremadamente serviles de Sarkozy y sus acólitos– es que los estadounidenses, confirmando todos los estereotipos antifranceses que existen, humillaron a Francia al hacer desfilar a DSK esposado en un paseo de perpetradores (ilegal en Francia) y al rehusar una fianza de 1 millón de dólares.

La justicia estadounidense, al estilo Ley y Orden, es tan vil como el puritanismo estadounidense. Mientras tanto, las teorías conspirativas inevitablemente se arremolinan entre los catatónicos simpatizantes del Partido Socialista.

Por lo menos la mayor parte de Francia ha establecido que la mucama de Sofitel de Guinea no era una Mata Hari. Pero tal vez sea una agente de la CIA. Luego existe el molesto Twitter –amplificado por un agente servil de Sarkozy– que anuncia que DSK fue “arrestado” incluso antes de que la policía de Nueva York dijera pío; una primicia mundial. Nada menos que un 57% de los votantes franceses y un 70% de los socialistas creen que a DSK le tendieron una trampa.

¿Cui bono, en caso de una conspiración? Ciertamente se benefician Sarkozy, su campaña para la reelección presidencial y sus conexiones ultraconservadoras en EE.UU.; los neofascistas del Frente Nacional en Francia, cuya candidata, la metódica Marine Le Pen, tiene más probabilidad de llegar a la segunda vuelta en 2012; y los tiburones financieros globales descontentos con la posición más “liberalizadora” del FMI bajo DSK.

El ultracarismático DSK es un suave socialista estilo Moet & Chandon. Si fuera un banco, DSK estaría en la categoría “demasiado grande para quebrar”. Quebró, pero no como un banco.

Si fuera un político estadounidense, sería algo parecido al ex presidente Bill Clinton, con la misma tendencia a divertirse. “Bubba” fue casi expulsado del poder supremo por una pandilla de puritanos rabiosos por una simple mamada en la Casa Blanca. El circuito coctelero de París simplemente no se puede imaginar que el notorio mujeriego DSK sea stan estúpido como para arriesgar la presidencia por una mucama africana musulmana francófona.

De ahí la tesis de que todo esto haya sido un malentendido: DSK estaba esperando a una prostituta neoyorquina de clase alta cuando la desprevenida mucama entró a la guarida del león y lo encontró totalmente dispuesto.

Este encuentro cercano entre el FMI y una economía subsahariana en desarrollo no implica que DSK sea un campeón de los pobres o de los trabajadores. Lejos del socialismo, DSK ha sido un compañero de primera clase de las elites financieras globales y del capital multinacional. Pero hay un ángulo muy interesante en el asunto.

El aspecto más lamentable de todo este sórdido tema es que DSK estaba realmente tratando de reformar el FMI, de encaminar al poco representativo monstruo hacia una línea más progresista. Recibía elogios como excelente administrador. Su sucesor interino es el estadounidense John Lipsky, ex vicepresidente de JP Morgan; hablemos de una regresión.

DSK trataba de alejar al FMI del nefasto papel que desempeñó en la crisis financiera asiática. En esos días de 1997, la dura medicina del FMI, inspirada por el Departamento del Tesoro de EE.UU., inmensamente lucrativa para los acreedores, casi destruyó economías enteras, de Tailandia a Indonesia. Brasil y Rusia también sufrieron.

Luego llegó la hora de “domar” a Argentina, pero Argentina cesó los pagos a finales de 2001. El FMI hizo todo lo posible para sabotear al país; pero la economía argentina se estabilizó y el país comenzó a volver a crecer en 2002.

Los mercados emergentes están cansados de que los europeos dirijan el FMI. Los franceses han dirigido el FMI durante 26 de los últimos 33 años. La distribución del poder es medieval; hay nueve europeos entre los 24 directores; el director brasileño representa a nueve países, pero su voto pone en la balanza solo un 2,4%; el voto de EE.UU. vale cuatro veces más.

Esos 24 directores ejecutivos elegirán ahora al próximo jefe del FMI. Los europeos ya están involucrados en una empedernida disputa, no quieren entregar el trofeo. En todo caso, las perspectivas de Kemal Dervis de Turquía son brillantes, o las de candidatos de India o de Sudáfrica.

China todavía pondera si entrar a la lucha. Si la salida de DSK abriera la puerta a un dirigente del FMI de una economía emergente, qué espectacular justicia poética sería que fuera gracias a una inmigrante africana musulmana.

Pepe Escobar es autor de “Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War” (Nimble Books, 2007) y “Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge”. Su último libro es “Obama does Globalistan” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com.

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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Global_Economy/ME19Dj02.html

lunes, 16 de mayo de 2011

Turbas y poder en EE.UU.

¡Viva la Muerte!

Richard Broderick

CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

En su obra maestra, Masa y Poder, Elías Canetti propuso que uno de nuestros temores primarios es el contacto no deseado con extraños. En sitios públicos, observó, que el hecho de que nos toquen, nos empujen o incluso que nos rocen puede provocar algo parecido al pánico.

En un mundo cada vez más urbanizado una fobia semejante puede paralizar (y en el caso de algunas personas es así) a falta del mecanismo psíquico que Canetti también propuso que poseemos y que compensa ese temor primario al permitir que nuestro sentido de identidad se disuelva, fundiendo a los extraños alrededor de nosotros en una persona colectiva.

En sus formas positivas este mecanismo de defensa es responsable del fenómeno de multitudes bien dispuestas en eventos deportivos y a lo largo de rutas de desfiles. En su manifestación destructiva este mecanismo de defensa es el impulso que lleva a la repentina e imprevisible formación de turbas.

En nuestra propia historia hay numerosos ejemplos de ese tipo destructivo de formación de multitudes. Entre 1890 y 1920, turbas de linchadores fueron responsables del asesinato de unas 3.000 personas –y son solo los casos de los que sabemos.- Los disturbios contra el alistamiento forzoso de 1863 en Nueva York duraron tres días y llevaron a la muerte de numerosas víctimas inocentes, y sólo consiguieron sofocarse retirando del frente tropas federales para restaurar el orden.

Durante la mayor parte de la historia, las turbas se han formado espontáneamente, disipando su energía una vez que logran su objetivo inmediato de destruir propiedades y/o matar a seres humanos, para desbandarse luego con la misma rapidez con la que se formaron.

Pero una de las advertencias más aleccionadoras del Siglo XX es el descubrimiento de que, dadas las circunstancias apropiadas –la aparición de hábiles demagogos, el control de los medios masivos por esos demagogos– es posible generar una mentalidad estable de turba y dirigir su energía demoníaca hacia objetivos específicos, infernales.

Las ciencias políticas ofrecen numerosas definiciones de fascismo, pero ninguna nos parece definitiva. Es porque el fascismo no es solo una ideología política como el comunismo al estilo soviético; es decir, el fascismo no es solo el producto de un desvío de la razón.

El fascismo es, esencialmente, la nación Estado moderna como régimen de la turba, con una mentalidad nacional de turba constantemente estimulada por el Estado mediante ataques retóricos inflamatorios dirigidos contra chivos expiatorios: judíos, negros, inmigrantes, homosexuales, socialistas, musulmanes o cualquier otro grupo que por casualidad lleva el estigma de El Otro en una cultura determinada.

La utilización intencional por el fascismo del mecanismo de defensa que impulsa la formación de multitudes explica el encanto del fascismo, por lo menos para algunos, que es la oportunidad de desahogar el sentido aislado, individual, de sí mismo, al identificarse totalmente con la emocionante energía colectiva del “Volk” [Pueblo] Es la dinámica que hace que el fascismo, cualquiera sea su nombre, sea irremediablemente irracional y destructivo.

Institucionalizada, y unida al aparato, al poder organizativo y a la fuerza armada de la moderna nación Estado, la energía de la turba utilizada por regímenes fascistas en el pasado siglo llegó muy cerca de destruir el mundo civilizado como lo conocemos y sólo pudo detenerla la violencia masiva organizada infligida a esos regímenes por otras naciones Estado avanzadas.

Este componente crítico de la mentalidad de turba del fascismo también explica por qué los países no “se deslizan” hacia el fascismo, como algunos advierten que sucede en EE.UU.; las turbas no se forman lentamente. Se cuajan, se materializan, aparecen instantáneamente, casi mágicamente, con poca o ninguna advertencia.

En su discurso de la semana pasada ante personal militar, Barack Obama anunció que el asesinato selectivo de Osama bin Laden reflejó: “La esencia de EE.UU., los valores que nos han definido durante más de 200 años” y que, además, esos valores son “más fuertes que nunca”.

Tenía toda la razón, aunque no de la manera que se proponía. El modo que se utilizó para asesinar a bin Laden refleja por lo menos una caída de los valores estadounidenses, como lo hizo, de un modo aún más dramático, la depravada celebración que estalló después del asesinato en ciudades y en campus universitarios en todo el país.

De la ejecución extrajudicial de un enemigo deshumanizado a la elección de “Gerónimo” como nombre de código para Osama bin Laden, a estos estallidos de júbilo, el asesinato del "hombre más buscado del mundo" ciertamente tienen que ver con esos valores estadounidenses responsables por la historia de violento racismo, imperialismo, represión, militarismo y casi genocidio de los indios del país.

Y esas celebraciones posteriores al asesinato no fueron análogas a la demostración de alivio y alegría que acompañó el fin de la Segunda Guerra Mundial. El exterminio de bin Laden no salvó a millones de estadounidenses de la perspectiva de irse a combatir a una guerra global o de la perspectiva igualmente horrenda de ver a un hijo, esposo o hermano de camino al frente.

El asesinato de OBL no terminó nada, excepto con su vida. Las celebraciones no tuvieron que ver con victoria. Tuvieron que ver con la muerte. Fueron celebraciones de la muerte. Esos bailes en las calles actuaban siguiendo su propia versión del grito de guerra fascista durante la Guerra Civil Española: “¡Viva la muerte!

¡Viva la muerte!

Todavía no es la hora de los chacales en EE.UU., pero no se necesitará mucho para precipitarnos al abismo. Otro gran ataque terrorista contra la “Patria”. Otra crisis financiera del tamaño de la más reciente, que podría producirse fácilmente si no se aumenta el límite de la deuda federal. La aparición en escena de un hábil demagogo con capacidad para organizar un movimiento de masas y una sed inquebrantable de poder político.

Ahora mismo, incitada por demagogos derechistas que ya están entre nosotros y financiada por multimillonarios derechistas que conspiran en sitios no revelados, la turba estadounidense agita su puño colectivo y pide a gritos venganza y sangre con una gutural voz colectiva.

¡Viva la muerte! ¡Y viva la muerte de la democracia!

Rich Broderick vive en St. Paul y enseña periodismo en el Colegio Comunitario Anoka-Ramsey Community. Es escritor, poeta y activista social. Contacto: richb@lakecast.com

Este ensayo apareció originalmente en TC Daily Planet.

Fuente: http://www.counterpunch.org/broderick05132011.html

domingo, 15 de mayo de 2011

Europa está metida en un gigantesco esquema Ponzi

Marco Blejer

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Traducido por S. Seguí

Uno de los pilares sobre los que se basó el euro fue el principio de no bail-out, la imposibilidad de rescate financiero. Cuando la crisis de la deuda soberana golpeó la zona del euro este principio se abandonó. Llegado el momento en que Grecia, Irlanda y Portugal no pudieron pagar sus niveles insostenibles de deuda, se instituyó un mecanismo para el suministro del financiamiento necesario para el servicio de sus obligaciones. Este financiamiento fue concedido, supuestamente, a cambio de unas medidas de aplicación que harían que la carga de la deuda, ahora más alta, fuera sostenible en el futuro. Sin embargo, el método adoptado para resolver los problemas de la deuda de los países de la Europa periférica consiste, al parecer, en el aumento de su nivel de deuda. Un ejemplo de ello son los el 78.000 millones de euros prestados a Portugal. Esta suma equivale a más del 47 por ciento de su producto interno bruto de 2010, e incrementa la deuda pública de este país hasta cerca de 120 por ciento del PIB.

Podría afirmarse que este mecanismo está ayudando a los países involucrados ya que los préstamos oficiales, aunque onerosos, llevan mejores condiciones que aquellos cuyo servicio tiene que desembolsarse. Pero las deudas de estos países aumentará (como porcentaje del PIB de la deuda de Grecia, Irlanda, Portugal y España se espera que sea mayor a finales de 2012 que al comienzo de la crisis). La proporción de la deuda contratada por el sector público también aumentará (además de las compras de bonos del Banco Central Europeo, que al parecer es dueño del 17 por ciento de los bonos de estos países, con un porcentaje mucho más alto en garantía).

¿Es esta creciente acumulación de deuda una indicación de las inminentes suspensiónes de pagos? Probable, pero no necesariamente. Una suspensión de pagos inmediata podría producir una importante conmoción del mercado, dada la alta exposición de los bancos europeos a la deuda periférica. Por lo tanto, a los gobiernos europeos les está resultando más conveniente posponer la hora de la verdad, y seguir lanzando dinero a los países periféricos en vez de enfrentar perturbaciones financieras nacionales. En consecuencia, siempre y cuando el dinero europeo internacional (a través de la generosa financiación del Fondo Monetario Internacional) siga fluyendo, el juego puede continuar.

El juego se basa en la ficción de que esto es sólo un problema de liquidez temporal y que la financiación oficial de ayuda a los países interesados en realizar reformas les permitirá regresar al mercado voluntario en condiciones normales. En otras palabras, esta narrativa afirma que los países receptores podrían superar su deuda, y que probablemente lo conseguirán. Para probar que este guión es factible, se están maquinando varios ejercicios de sostenibilidad de la deuda. Pero el hecho es que esta situación sólo es sostenible en la medida en que siga habiendo cantidades adicionales de dinero disponible para continuar con la ficción.

Aquí es donde esta situación se asemeja a una pirámide económica o esquema de Ponzi. Algunos de los poseedores de bonos originales están recibiendo en pago bonos de los préstamos oficiales que también financian los déficits primarios restantes. Cuando se llegue a una situación en que estos países no puedan cumplir con las condiciones estructurales y de austeridad que se les impone, y por lo tanto no puedan regresar al mercado voluntario, se procederá a nuevos préstamos de reestructuración –roll-over loans– concedidos por los países miembros de la eurozona y las organizaciones internacionales.

Pero, se trata de Grecia, no de Chad: ¿alguien imagina que el FMI va a dejar de desembolsar préstamos aunque los resultados previstos no se cumplan? Por otra parte, este "esquema Ponzi del sector público" es más flexible que una pirámide entre particulares. En un sistema privado, la pirámide se derrumba cuando no se pueden encontrar nuevos inversores en número suficiente dispuestos a entregar su dinero para pagar a los inversores más antiguos. Pero en una pirámide pública de este tipo, el esquema de Ponzi podría, en teoría, durar eternamente. Mientras siga financiándose con dinero público, la deuda de los países periféricos podría seguir creciendo sin límite hipotético.

Pero ¿podría, en realidad? Las limitaciones no son financieras sino políticas. Estamos comenzando a observar una oposición pública a la financiación de este esquema Ponzi en su forma actual, pero todavía podría haber un gran camino por recorrer. Es evidente que, si las condiciones políticas no la aceleran, la inevitable suspensión de pagos únicamente podrá tener lugar cuando la mayor parte de la deuda europea en dificultades se transfiera del sector privado al sector oficial. Al igual que en una pirámide, será el último titular de los "activos" quien cargue con la pérdida total. En este caso, será el contribuyente que pague la factura, en lugar de los tenedores de bonos originales que tomaron decisiones de inversión equivocadas.

¿Es esto bueno o malo? Todo depende de cómo se evalúe el valor del tiempo ganado. ¿Podría ser más perjudicial para la economía europea una crisis bancaria en estos momentos que una cancelación futura de la deuda? O, en otro sentido, ¿es preferible reconocer la realidad y aceptar una reestructuración de la deuda ahora que aumentar la carga que pesará sobre los futuros contribuyentes? A fin de cuentas, es una decisión política, pero sería toda una novedad llamar las cosas por su nombre. Los eufemismos pueden ser útiles a corto plazo, pero al final es posible reconocer un esquema de Ponzi cuando persiste.

Mario Blejer fue gobernador del Banco Central de Argentina y director del Centro de Estudios de Banca en el Banco de Inglaterra. Fue también profesor de la Johns Hopkins University de Philadelphia (Estados Unidos) y es autor de numerosos artículos y estudios de teoría económica, entre otros.

Fuente: www.superbonus.name