sábado, 10 de septiembre de 2011

Una elite secreta de 9 banqueros domina las finanzas globales

Alfredo Jalife-Rahme

La Jornada

 

 

Me referiré a un añejo tema de casi 13 años que se remonta a la candidatura de Bill Clinton, quien operó un acuerdo secreto con las manos invisibles ya muy vistas de la plutocracia oligárquico-oligopólica de los banqueros de Wall Street (Nicholas D. Kristof y Edward Wyatt, NYT 15, 16, 17 y 18/2/99)

Queda expuesto el secuestro tanto de la democracia como de la actividad de la política y la economía subyugadas por las fuerzas del inexistente mercado financiero, manipuladas por un puñado de banqueros, quienes maniobran en la opacidad absoluta.

Que conste que nos encontramos a inicios del siglo XXI.

Exhumamos (Bajo la Lupa, 31/8/11) un inquietante artículo de Louise Story en The New York Times (NYT, 11/12/10) quien revela que cada tercer miércoles del mes, nueve miembros de la elite de la sociedad de Wall Street se reúnen en Manhattan con el fin de proteger los intereses de los grandes bancos en el vasto mercado de los derivados financieros, uno de los más redituables y controvertidos campos de las finanzas.

Los ocultos nueve banqueros conforman un poderoso (sic) comité que ayuda (sic) a vigilar las transacciones de los derivados, instrumentos que, como los seguros, son usados para cubrir los riesgos en un gran negocio de multibillones.

En realidad, ya rebasaron el millar de billones, en una equivalencia de varias veces el PIB global y cuyo monto se desconoce debido a su desregulación (carece de vigilancia tanto gubernamental como ciudadana) y su contabilidad invisible (off balance sheet) en los paraísos fiscales (off shore).

Los derivados financieros hipertóxicos (armas financieras de destrucción masiva, Warren Buffet dixit) constituyen un incurable cáncer financierista, cuyas metástasis han alcanzado todos los rincones del planeta donde opera la desregulada globalización, que antes de extinguirse cobrará muchas víctimas.

Las víctimas, es decir, los ciudadanos del planeta, se encuentran impotentes para lidiar con tal incurable cáncer financierista, debido a que desconocen su identidad, cuando ni la clase política, patéticamente más ignara que nunca, entiende su dinámica.

Louise Story se extravía en nimiedades (en los excesivos costos) y se enfoca al rechazo de parte de los nueve banqueros al ingreso de otros marginados de su meganegocio, como sucede con el discriminado Bank of New York (fundado por Alexander Hamilton en 1784), que maneja 23 billones de dólares de dinero institucional. ¿Los ocultos nueve banqueros practican el racismo y/o la discriminación financiera?

Anjay Kannambadi, ejecutivo del Bank of New York, fustiga que la razón por la cual discriminan a su banco de ingresar es para preservar sus ganancias, además de que fueron quienes ayudaron a redactar las reglas del ingreso de las membresías.

Si equiparamos la especulación de los derivados financieros con el futbol asociado, sería algo así: son dueños de la cancha, del balón y los dos equipos que juegan –después de haber impuesto al jefe de la policía, al presidente municipal de la ciudad sede, al gobernador del estado y al presidente de la república– son también propietarios de la transmisión exclusiva del partido por sus mendaces multimedia ologopólicos (que también controlan), imponen las reglas del juego y están conectados a un casino donde apuestan al resultado que también conocen, como acaba de suceder con el megaespeculador George Soros quien fue avisado por alguien (¿por su correligionario Ben Shalom Bernanke?) de la degradación de la deuda soberana de Estados Unidos por la descalificada calificadora S&P y descolgó cómodamente una ganancia descomunal de 10 mil millones de dólares (según The Daily Mail).

Esto no lo puede decir Louise Story, quien defiende a un grupo de banqueros locales neoyorquinos marginados de las grandes ganancias por los otros nueve banqueros cuya identidad ha sido soplada por alguien: JP Morgan Chase, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Deutsche Bank (del que es asesor el locuaz Alan Greenspan), UBS (que apuesta contra los interese de Pemex a través de su empleado, el hijo de un ex director de la paraestatal que funge ahora como director de la depredadora Schlumberger); la británica Barclays; Credit Suisse; Bank of America; y Citigroup (accionista de la calificadora Moody’s).

Lo mejor del jueguito financierista: se desconoce la identidad del árbitro, cuando el mismo juego es virtual. Lo único real son las supuestas ganancias de los bancos y, sobre todo, sus pérdidas, que endosan a los impotentes ciudadanos, que ni vieron ni entienden el partido.

A juicio de Louise Story resulta que nadie (¡extra súper sic!) de los reguladores gubernamentales entiende (sic) completamente el tamaño y la interconexión del mercado de los derivados financieros, en especial los Credit Default Swaps (CDS), que aseguran (sic) contra las quiebras de empresas o bonos hipotecarios.

Los ominosos CDS –que se calcula andan entre 30 y 70 billones de dólares (¡el equivalente del PIB global!), dependiendo quién imagine su monto– apuestan a la quiebra de los países (literal) y hoy tienen en agonía –como dicen– a los PIIGS (por sus siglas en inglés: Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España).

Todavía está por develarse la lúgubre historia en el noveno círculo dantesco de los avernos entre la aseguradora AIG y sus contratos, mediante CDS, con los nueve banqueros de la elite secreta de Wall Street.

La crisis de 2088 llevó a la creación de tres cámaras de compensación (clearinghouse), de quien nadie conoce la identidad de sus comités de riesgo, pero que controlan los nueve banqueros de la elite secreta. ¡Viva la transparencia!

Se recuerda que los bancos insolventes (técnicamente quebrados) fueron rescatados con el dinero público de los ciudadanos, quienes ni siquiera tienen derecho a conocer la identidad de sus rescatados. Ahora los miserables estadunidenses viven el síndrome Fobaproa/IPAB, que ya padecimos con “el itamita México neoliberal”, con el mismo cártel bancario trasnacional (cuya bisagra aquí es Joseph Marie-Cordoba y su aliado Guillermo Ortiz Martínez, hoy mandamás del Banco Internacional de Pagos; Zedillo era un simple ejecutivo).

Resulta que la misma gente detenta posiciones influyentes (sic) en otras cámaras de compensación o en sus comités en la poderosa (sic) Asociación Internacional de Swaps y Derivados que ayudan a gobernar (sic) el mercado.

Louise Story comenta que quizá (sic) ningún negocio en las finanzas sea tan redituable como los derivados y cuyo monto preciso (sic) se ignora: su carácter secreto (¡súper sic!) constituye el factor principal que permite a los nueve banqueros obtener tales colosales ganancias.

La primera auditoría en la historia de la Reserva Federal acaba de revelar 16 billones de dólares (nota: el equivalente del PIB de Estados Unidos) de rescates secretos (¡súper sic!), teledirigidos a los correligionarios de Ben Shalom Bernanke, que incluye al secreto club selecto de nueve banqueros (IPS, 29/9/11).

¿Cómo vamos a contrarrestar los ciudadanos del mundo a esta nihilista bancocracia secreta?

La luz pública es el mejor antídoto para domar a la bancocracia secreta que florece y prospera en los caños y desagües donde predomina la fétida oscuridad.

http://www.jornada.unam.mx/2011/09/07/opinion/018o1pol

 

 

 

viernes, 9 de septiembre de 2011

Argentina - Gobierno y Software Libre, una relación necesaria

Federico Corbière

Telam

 

 

Nada es gratis en la vida. Sin embargo, desde la masificación del uso de las Tecnologías para la Información y el Conocimiento (TIC) existe una idea naturalizada de que todo lo que circula por las redes de Internet es de libre acceso y disponibilidad. Se trate de contenidos o de sistemas operativos.  Lo cierto es que la realidad es otra y que detrás de la pantalla habita un escenario de creadores, programadores y usuarios que interactúan en un complejo esquema económico con modalidades propias y lógicas de funcionamiento cada vez más globales, de tendencia hacia la gratuidad pero con un telón de fondo relacionado a reglas distintas a las pensadas en la era industrial. Software Libre y políticas de Estado, el dilema entre control y libertad.

Sobre esto último, Richard Stallman es una suerte de referente internacional para quienes consideran justa la confrontación con las corporaciones tecnológicas que mantienen en sus códigos fuente cerrados no sólo intereses empresarios, sino el control sobre una posible dinamización del conocimiento que genere horizontalidad y un total acceso a la cultura. Entiéndase: inteligencia aplicada al conocimiento y su puesta a disposición a todos, sobre cualquier tipo de dispositivo.

Desde ese imaginario libertario surgen también caminos intermedios, probablemente alejados de los valores de quien fundara el movimiento del Software Libre, el Proyecto GNU y la Free Software Fundation, en la que se desempeña como principal leadership.

El Software Libre bien utilizado puede generar recursos genuinos, de implementarse políticas de Estado que promuevan su uso. De hecho, el Programa Conectar Igualdad incluye en su sistema operativo herramientas de código fuente abierto para los estudiantes, a diferencia del caso panameño, cuyo plan de promoción sólo es operativo bajo el entorno Windows (Microsoft).

Asimismo, la implementación de modelos asociativos y otras experiencias en ejecución, como la diseñada por la Universidad Nacional del Centro, en Tandil, han reconfigurado bajo un esquema de relación entre gobierno, ciudadanía y empresas, un ejemplo a la vanguardia en innovación, investigación, desarrollo y transferencia tecnológica.

Por otro lado, vale destacar que los programadores no se alimentan de códigos de barras ni de ceros y unos. Por eso resulta claramente confuso entender a todo Software Libre como gratuito. El SL no implica gratuidad, sino la posibilidad de que otro tome un desarrollo pre-existente para mejorarlo ponerlo en dominio público (como Ubuntu) o, tal vez, comercializarlo.

Estos son los desafíos que plantean los debates sobre la apropiación de una cultura libre como política de Estado.

Ahora bien, la cuestión no está en el soporte sino en la plataforma, en la formación ideológica y en la preparación cultural para su uso. Existen hechos aislados con revueltas originadas en redes sociales como las de estudiantes iraníes en 2009 o las absurdas búsquedas de gobiernos, como el británico de David Cameron que promovió bloquear esas redes para evitar disturbios tras los virulentos sucesos de Londres a mediados de agosto pasado, ocurridos luego por la muerte de un joven en una situación represiva.

Qué relación tiene esto el Software Libre. Mucha. La masificación de las redes sociales en las comunidades de franjas etarias jóvenes se corresponde con el abaratamiento y acceso a los teléfonos celulares –que ya equiparan en número a la población mundial–. Y, en particular, por la reciente incorporación de Android, un sistema gratuito de amplia penetración por pertenecer a la omnipresente Google.

Google no vende licencias Android y, por ende, el producto en plaza tiene una tendencia a la baja de costos en mercado. Su estrategia comercial está pensada en publicidad contextual. Ese modelo de negocios novedoso nos obliga a plantear la tensión entre libertad y control. Su software es libre pero no su cultura organizacional que, por su naturaleza empresarial, busca maximizar ganancias y está en etapa de expansión.

Tal vez, en el libre flujo de datos y contenidos está la clave que opera como elemento de ruptura, y en donde se abren instancias de participación ciudadana. Participación y Estados promotores, en lugar de represores, son entonces las mecánicas de contención que deben obrar sobre los artefactos que usamos a diario.

A casi 30 años de la más dura de las batallas políticas y culturales, la ciudadanía argentina está recuperándose de la maldita Doctrina de Seguridad Nacional que se prolongó en democracia con las leyes de impunidad. Tiene una cultura propia ligada a la libertad y no al control (de las redes sociales). Una política de promoción software recién lanzada, e iniciativas de inclusión social a través de planes de conectividad con vocación federal. Para ello, la creación de Software Libre resulta un factor ineludible.

Norbert Wiener, uno de los padres de la cibernética, ya consideraba a mediados del siglo XX, que a mayor grado de información en un sistema habría, no sólo una tendencia al equilibrio, sino a la creación de sociedades más justas y democráticas. Esa utopía es la que guía activistas sociales como Stallman y otros.

Mientras las potencias pierden su tiempo en jugar al T.E.G. (o Plan táctico y estratégico de la guerra) con las redes sociales y diseñan Tratados de asistencia mutua (MLATs) con sus servicios de inteligencia, Argentina parece elegir por la libertad, y elaborar políticas inclusivas en lugar de volver al pasado autoritario.

En primera y en última instancia: Sin Software Libre la cosa no funciona.

Federico Corbière es docente e investigador (IEALC-UBA)

Fuente: http://agendadigital.telam.com.ar/?p=735

 

 

 

El problema "Wall Street" de Brasil

Mark Weisbrot

Folha de Sao Paulo

 

 

Dejando aparte los intereses de sector financiero, no hay razones para sacrificar el crecimiento en aras a reducir la inflación

La economía brasileña está creciendo con lentitud, sin embargo el gobierno está reduciendo sus  gastos para aumentar el superávit primario, algo que puede desacelerar la economía todavía más. La producción industrial cayó 1,6 por ciento en junio y la actividad económica cayó por primera vez desde 2008.

Aunque las cifras mensuales sean erráticas y no necesariamente indiquen cualquier tendencia, el cuadro mayor provoca preguntas sobre si la política seguida por el gobierno es apropiada, ante los crecientes riesgos y vientos en contra de la economía global.  No se me interprete mal. La política y los resultados económicos de Brasil desde que Lula fue electo, en 2002, han sido una inmensa mejora en relación con Fernando Henrique Cardoso. Éste, que fue objeto de gran amor y afecto por parte de Washington por haber implementado las políticas neoliberales del “Consenso de Washington”, presidió sobre un fracaso económico.  La economía creció menos del 3,5 por ciento per cápita durante sus ocho años. La performance de Lula fue inmensamente mejor, con crecimiento por cápita del 23,5 por ciento, con un aumento real del 60 por ciento en el salario mínimo y reducciones considerables en el desempleo y en la pobreza, realmente no existe comparación. Es probable que el mandato de Dilma tenga resultados todavía mejores.

Pero el Brasil tiene un problema estructural que es similar a uno de los mayores problemas que tenemos en los Estados Unidos: el sector financiero es demasiado grande y tiene un poder excesivo.

Como este sector no tiene mucho interés en el crecimiento y desarrollo – está mucho más obcecado por sus propias ganancias y por minimizar la inflación – su control sobre el Banco Central y la política macroeconómica impide a Brasil realizar su potencial. Y el potencial del país es inmenso: entre 1960-1980, la economía brasileña creció 123 por ciento per cápita. Si Brasil hubiese mantenido ese ritmo de crecimiento, los brasileños hoy tendrían patrones de vida europeos.

La inflación en Brasil está en baja, por el momento, en los últimos tres meses fue del 4 por ciento anual, contra 7 por ciento del año pasado. Dejando aparte los intereses mezquinos del sector financiero, no existen razones para sacrificar crecimiento o empleo para reducir la inflación. El sector financiero es también el mayor villano que está atrás de la sobrevalorización del real, que está perjudicando a la industria y al sector manufacturero brasileño. El Banco Central combate la inflación, elevando el valor del real, y con eso abaratando las importaciones. Incluso cuando el gobierno intenta empujar el real hacia abajo, a nivel más competitivo,  el negocio del sector financiero con varios derivativos se lo impide.

Entre los años 2002-2011, la Argentina creció 90 por ciento, Perú 77 por ciento, y Brasil 43 por ciento. No hay razón por la cual Brasil no pueda tener una de las economías con el crecimiento más rápido de la región, o incluso del mundo.

En los últimos cuatro años, el sector financiero creció alrededor del 50 por ciento, tres veces más que el sector industrial. Hoy los salarios de los gerentes de alto nivel están más altos que en los Estados Unidos.  Esto no es sólo un enorme desperdicio de recursos, es mucho más destructivo todavía como consecuencia de la influencia política de ese sector.

Mark Weisbrot es co-director, junto a Dean Baker, del Center for Economic and Policy Research de Washington, D.C. Doctorado en economía por la Universidad de Michigan,  ha escrito numerosos trabajos sobre política económica, centrándose especiamente en Latinoamérica y la política económica internacional.
Es autor, con Baker, de Social Security: The Phony Crisis (University of Chicago Press, 2000). Colaborador ocasional de The New York Times, The Washington Post y Los Angeles Times, y regularmente de The Guardian y Folha de Sao Paulo, el mayor diario brasileño, a través de McClatchy-Tribune Information Services sus artículos se difunden en más de 550 periódicos. Preside además Just Foreign Policy, una organización independiente que intenta reformar la política exterior norteamericana.
 
Traducción para www.sinpermiso.info: Carlos Abel Suárez

http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4395

 

 

 

Zona de riesgo

John Saxe-Fernández

La Jornada

 

 

Aumenta el peligro de un acople depresivo global, y con ello de más agravamientos económico-militares de potencialidad devastadora. Los síntomas, aunque iniciales, van desde el impacto político-financiero de un festín plutocrático por ¡16 billones de dólares!, una macro-estafa develada en la primera auditoría jamás realizada a la Reserva Federal (Fed), hasta el freno en la recuperación de Estados Unidos, la agudización de la crisis deudora europea e inadmisibles agresiones a trabajadores, estudiantes, campesinos y clase media, por medio de la mayor austeridad fiscal desde la Segunda Guerra Mundial, ¡junto a la mayor derrama y mimo a los altos círculos bancario-financieros registrada en la historia moderna!

Los préstamos secretos de la Reserva Federal (ver A. Borón, alainet.org), entidad semi privada fundada en 1913 que funge como banco central, a favor de grandes corporativos financieros de Estados Unidos, Europa y Asia ¿son legales? ¿contaron con autorización legislativa y del Ejecutivo? ¿Cuáles fueron los criterios de selección de los afortunados, en lo que a todas luces es la mayor expresión, hasta ahora, de la guerra global de clases desatada por la plutocracia? Indigna la opacidad, el silencio cómplice de los medios y la impunidad de amiguetes. La codicia y el hambre se desbordan. La paz social y la economía se desploman: no repuntan ni con los amañados rescates oficiales ni con los 16 billones de la Reserva Federal.

El deterioro económico-social y moral que acompaña al manejo clasista de la crisis en Estados Unidos y Europa, además de agudo, se internacionaliza y retroalimenta: hace poco Nouriel Roubini dijo a Bloomberg que en 2012 la probabilidad de recesión en Estados Unidos es de 60 por ciento y que mucha de la munición para enfrentarla ya se había usado, lo que también acotó Christine Lagarde del Fondo Monetario Internacional, mientras aumenta la explosividad social.

La crisis, que se extiende a Grecia, Irlanda, España, Portugal, Italia, indica que la eurozona muestra síntomas que van desde la desaceleración hasta la posibilidad de caer en aguda recesión. Diferente a lo ocurrido hasta ahora, la situación es delicada al deslizarse las economías hacia una zona de sincronización del estupor deflacionario: Roubini notó que en China la inversión fija equivale a 50 por ciento del PNB y que la burbuja de la sobreinversión va hacia un aterrizaje turbulento en 2013, pudiendo darse un default en 30 por ciento de los varios billones de yuanes invertidos por los bancos chinos, que caerían bajo gran presión, con impacto regional y mundial.

Una recesión en Estados Unidos, Europa y un freno en Asia colapsarían el volatil mercado de commodities, al que son tan adictas las economías latinoamericanas, incluyendo Brasil, México, Argentina, cuyas clases dirigentes, además de su atávico rentismo, especulación e inclinación por caer en la trampa de la liquidez, son influidas por el Fondo Monetario Internacional-Banco Mundial-Banco Interamericano de Desarrollo a favor de la reprimarización, ahora acompañada de una fuerte oleada de rechazo popular por toda la región ante su alto costo humano, ambiental y cultural.

En Australia, voceros del alto empresariado advierten desde el Misch Global Economic Trend Analysis sobre la gran debilidad en las ventas, más desempleo, cierres de pequeñas y medianas empresas, fuertes golpes al turismo e inusitada deflación de precios, algo observado por Bloomberg en Inglaterra donde, como en Estados Unidos, cae el valor de las casas, indicio clave de que la recuperación se frena y se debilita la demanda.

Canadá ya presentó los primeros signos de recesión desde febrero de 2009. Benjamin Tal, de CIBC, y Paul Ferley, del Royal Bank de Canadá, ven una debilidad un poco mayor a la esperada por el efecto en el sector exportador de la débil economía de Estados Unidos, que también alcanza a su contraparte mexicana.

Ante la desaceleración, desempleo crónico y escándalos bancarios, aún Lagarde y Robert Zoellick, del Banco Mundial, que en medio del grotesco festín plutocrático de la Fed siguen recetando brutal austeridad y despojo a los pueblos, advierten del desliz hacia una nueva zona de peligro.

http://www.jornada.unam.mx/2011/09/08/opinion/031a1eco