jueves, 4 de noviembre de 2010

La derrota demócrata

Un Obama humilde chocó con la soberbia de los republicanos

Publicado el 4 de Noviembre de 2010

El presidente de los EE UU admitió que el resultado de las elecciones de medio término fue una “paliza” y se mostró proclive a negociar. Sus adversarios le contestaron que le harán muy difíciles los dos años de gestión que le restan.

Al presidente Barack Obama le debe haber costado más sobrellevar el “día después” de las elecciones de medio término , en las que perdió la Cámara de Representantes y varias bancas en el Senado, que soportar los desastrosos resultados que le mostraban las cadenas de televisión la noche del martes. Entre humilde y derrotado, el presidente admitió que los republicanos le dieron una “paliza”, y dijo estar dispuesto a hacer concesiones a sus adversarios políticos sobre los recortes de impuestos y la política energética. Pero frente a esa actitud de Obama de poner la otra mejilla, los republicanos respondieron con un golpe de nocaut: “Cambiar la dirección es lo que haremos”, dijo sin ningún miramiento el representante John Boehner, virtual nuevo presidente de la Cámara Baja, al describir los comicios legislativos como un mandato popular con la directiva de reducir el tamaño del gobierno federal.
Como anticipo de la que iba a ser su actitud de ayer, Obama telefoneó en la noche del martes a Boehner y a Mitch McConnell, otro líder republicano, para expresar su disposición a colaborar para “encontrar terreno común, hacer avanzar este país y conseguir cosas en favor del pueblo estadounidense”. Boehner, que se apresta a remplazar a la enérgica Nancy Pelosi como presidente de la Cámara Baja, hizo volver al mandatario a la realidad. Dijo que los resultados eran “un repudio a Washington, un repudio al gobierno grande y un repudio a los políticos que se niegan a escuchar al pueblo”. Afirmó además que el electorado le dio la autoridad para derogar la reforma de la salud impulsada por el gobierno, a la que calificó de “monstruosidad”.
La derogación de la ley sanitaria, que buscó extender el seguro de salud a casi todos los estadounidenses, fue el grito de guerra de los republicanos desde hace meses, pero Obama, con su poder de veto, y los demócratas –reteniendo apenas el control del Senado– seguirán interponiéndose en su objetivo. Varios republicanos admitieron que su lucha contra la ley de salud no va a poder avanzar de la noche a la mañana, una vez que asuman funciones en la Cámara Baja.
En su conferencia, Obama llegó a decir que su puesto tiene “un peligro inherente”, el de verse “atrapado en una burbuja”, y aseguró que durante su segunda mitad de mandato hará todo lo posible por alejarse de la Casa Blanca y permanecer en contacto con la gente corriente. “Es difícil no parecer distante” cuando se vive dentro de la Casa Blanca y de la burbuja del poder, subrayó.
Obama dijo que cuando el Congreso vuelva a sesionar, “mi meta será asegurarnos que no tengamos un gran aumento de impuestos para las familias de clase media”. Pero no mencionó su propósito de permitir que expiren los beneficios impositivos a la clase alta, en que había insistido durante la campaña, contra la voluntad de los republicanos. “No será fácil”, dijo, ya que los dos bandos tienen profundas divergencias en algunos temas clave.
La derrota fue humillante para la que fue una figura avasallante al asumir el gobierno, y el cambio se notó en su rueda de prensa. Ya no sonrió ni se mostró efervescente, sino más bien sombrío, al reconocer que sus medidas pueden haber distanciado a muchos ciudadanos. “Creo que la gente comenzó a observar todo esto y le pareció que el gobierno se estaba volviendo mucho más intrusivo en sus vidas de lo que estaban acostumbrados”, reconoció Obama. <

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