jueves, 6 de enero de 2011

Aporte suramericano a la creación del Estado palestino

Posicionarse en Oriente Medio

Le Monde Diplomatique


En diciembre pasado, Brasil y Argentina –a los que se sumaron Bolivia y Ecuador–, reconocieron el Estado palestino libre y soberano. Estos anuncios, que no conllevan forzosamente su realización futura, constituyen un logro de la persistente diplomacia palestina. Son un apoyo a las estancadas negociaciones de paz entre Israel y Palestina, pero también reflejan los diferentes intereses que ambos países del Cono Sur tienen en esa región.

Desde diciembre pasado, Brasil y Argentina integran con un puñado de países latinoamericanos el grupo de 107 naciones –principalmente africanas y asiáticas– que han reconocido a Palestina como Estado libre y soberano en sus tierras bajo ocupación israelí desde 1967. Ya antes, Uruguay anunció que seguirá el mismo camino este año –una proclama posterior a la distinción del presidente José Mujica con un premio instituido por la Organización Sionista Mundial y la alcaldía de Jerusalén (1)– en tanto que en Chile, sede de una de las mayores comunidades palestinas de la región, un grupo multipartidario de legisladores instó al presidente Sebastián Piñera a imitar a Brasil y Argentina.

Esta medida, que alcanzará a todo el Mercosur cuando Uruguay y Paraguay la emulen, no habilita sin embargo a ignorar los contrastes en las respectivas políticas mesorientales de Brasil y Argentina, a tono con sus intereses y su disímil posicionamiento en esa región.

Argentina cuenta con diplomáticos palestinos apostados en Buenos Aires desde que el gobierno de Carlos Menem consintiera en 1995 una misión de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) –alcanzó el estatuto de embajada a partir de la gestión de Fernando de la Rúa–, y está representada en Ramala desde 2008. Brasil, en cambio, está presente en Ramala desde más temprano, un hecho relevante para la diplomacia palestina en Brasilia antes de la ANP. Sensible al interés nacional de cultivar relaciones con todo el mundo árabe –importador de productos y servicios brasileños–, donde se encuentra parte de los proveedores mesorientales de los recursos energéticos que Brasil necesita, Itamaraty incluso halló la forma de acoger a un diplomático palestino desde 1975 como jefe de la misión de la Liga Árabe en Brasilia. Esta receta tanbien se sugirió –en vano– a Argentina, país cuyo abastecimiento de petróleo no depende del mundo árabe desde hace décadas, y para el que los mercados mesorientales no tienen el mismo peso.

Potenciando las disparidades, el anuncio argentino remite a las fronteras de 1967 y ajustes a ser negociados por las partes, precisión que no se encuentra en otras posiciones. Por ello quizás, la primera reacción del presidente de la ANP, Mahmud Abbas, fue diferenciar el comunicado argentino del brasileño (2), sin por ello dejar de valorar el primero. Para Nabil Shaath, ex canciller de la ANP, su relevancia radica en que Argentina cobija a la mayor comunidad judía de la región y es sede del Congreso Judío Latinoamericano, entidad central de esas comunidades. Hablando claro, el reconocimiento se ha logrado a pesar de los apoyos de Israel, incluido el recién relanzado Grupo Parlamentario de Amistad con Israel que preside la diputada de la Coalición Cívica Patricia Bullrich, con dos legisladoras del Frente para la Victoria (FpV) en su vocalía.

Declarar a Palestina independiente, posible antesala del reconocimiento por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), es una de las escasas cartas en manos de la ANP para alentar a Estados Unidos a facilitar la negociación con Israel. Abierta en septiembre de 2010 y mediada por Washington, esa negociación directa quedó trabada por la edificación israelí en territorios palestinos. En pos de un acuerdo marco, Estados Unidos ahora apuesta por una negociación indirecta, pero son varios los líderes palestinos que se preguntan qué esperar de ella si Washington se ha mostrado incapaz de obtener una moratoria del afán constructor hebreo.

Junto a las críticas formuladas a Israel por la Unión Europea (UE) y la ONU, el acopio palestino de reconocimientos puede llevar a las Naciones Unidas, emisora de la partida de nacimiento de Israel, a legitimar el Estado palestino previsto en la partición aprobada en 1947 (3), concepto que desde entonces ganó aceptabilidad para la ANP y la Liga Árabe. También puede incitar a una solución impuesta por Washington –eventualmente, no de momento– de convivencia en paz de los dos Estados, con Jerusalén como capital.

Señales


La solicitud palestina de reconocimiento latinoamericano había sido tema de conversación en la gira regional de Abbas a finales de 2009. Reforzada meses después por las visitas del entonces presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva a Ramala y de Shaath al Cono Sur, obtuvo una reacción positiva de Brasil. Quedaba a su discreción solamente elegir el momento para efectivizarlo.

Cumplida esa asignatura, Brasil concedió a la ANP un predio significativo para que la embajada Palestina ya no tenga una sede alquilada. También se dieron los primeros pasos para un acuerdo de libre comercio con Palestina en la 40 Cumbre del Mercorsur en Foz de Iguazú del pasado 17 de diciembre, tal como Lula había anticipado en Ramala. Así, la voluntad mediadora brasileña en Oriente Medio, afín a su deseado asiento permanente en el Consejo de Seguridad (4), ha de pervivir mejor. Ello no significa ignorar que su reconocimiento –saludado por Shaath como “una acción no violenta en reacción a la expansión ilegal de los asentamientos” israelíes– no pudo haber sido ajeno a la firma previa de un acuerdo militar con Israel, buscado desde antes de que el presidente Shimon Peres visitara Brasil en 2009 (5). Este acuerdo abre la puerta para que el Estado hebreo venda a Brasil aviones a control remoto israelíes, a fabricarse más tarde allí, razón por la que los ejecutivos de Israel Aerospa- ce Industries, entre otros, han viajado frecuentemente a Sao Paulo (6).

Con menor vocación protagónica, la medida argentina –con resabios de la vieja equidistancia en el conflicto árabe-israelí iniciada por Juan Domingo Perón para evitar la inclusión de Argentina en conflictos lejanos, y que perduró hasta el alineamiento con Estados Unidos de Menem, con su corolario proisraelí–, busca equilibrar la gestualidad favorable al Estado hebreo del gobierno de Cristina Kirchner.

Atento al poder multiplicador de estos precedentes, Arabia Saudí los elogió como un avance mayor en el apoyo mundial a Palestina, a contrapelo del vicecanciller israelí que los criticó como el reconocimiento “dañino” de países “remotos”. Acaso desmemoriado o poco preciso, el portavoz de la cancillería israelí alegó que ambas naciones “jamás contribuyeron” a la paz en Oriente Medio, una aserción reñida con la presencia brasileña en la Primera Fuerza de Emergencia de las Naciones Unidas (FENU I), interpuesta por el organismo internacional entre Egipto e Israel entre 1956 y 1967, y la presencia argentina en el Organismo de las Naciones Unidas para la Vigilancia de la Tregua (ONUVT), monitora de los armisticios árabes-israelíes.

Calculadas, tales reacciones no parecen haber dejado de tener en cuenta lo que Israel espera de ambos países. De ahí, quizás, que el reconocimiento de Buenos Aires fuese catalogado como “lamentable”, y el de Brasilia con menor dureza como “desalentador”, hecho que evita obstaculizar el reportado interés de las industrias militares israelíes en penetrar en el mercado brasileño y, desde allí, al Mercosur. En Argentina, Israel parece esperar, entre otras cosas, que el gobierno busque apurar la ratificación del Tratado de Libre Comercio entre Israel y el Mercosur firmado en 2007 (7).

Desde Washington, los legisladores favorables a Israel definieron como “gravemente equivocada” la medida brasileña, y la Cámara Baja estadounidense instó al presidente Barack Obama a vetar toda resolución del Consejo de Seguridad “estableciendo o reconociendo un Estado palestino ajeno a un acuerdo” con Israel. Antes, el Departamento de Estado vio el reconocimiento como “contraproducente” y “prematuro”.

Sin exteriorizaciones como las anteriores, el empeño brasileño-argentino, afín al del gobierno estadounidense de avivar la negociación palestina-israelí, puede haberse percibido de otra manera en la administración Obama. Si 26 ex jefes de Estado y funcionarios de la UE dijeron tener “señales” estadounidenses para hacerle sentir a Israel que su reto no ha de quedar impune (8), cabe creer que la reacción oficial de Washington al anuncio de Brasil y Argentina quizás conviva con “señales” semejantes.

A la hora de evaluar, a pesar de su dureza, no debe desoírse una profecía hecha el mismo día del anuncio argentino: “Podrían llegar a verse platos voladores antes de poder testimoniar la realización de un Estado palestino” (9). Con todo, los frutos cosechados ilustran la larga senda recorrida por la diplomacia palestina desde que América Latina comenzó a ser recorrida por el clérigo católico Ibrahim Ayad (10), para acercarla a una Palestina dotada de alguna opción más que la sumisión. En las mesuradas palabras de Shaath, hoy gestor del reconocimiento europeo de Palestina, los logros alcanzados no pondrán fin a la ocupación israelí de inmediato, pero pueden acelerar ese desenlace. Ello también requiere superar las luchas intra-palestinas.

Ignacio Klich. Historiador, compilador de Árabes y judíos en Amé- rica Latina, Siglo XXI Editora Iberoamericana, Buenos Aires, 2006.


Notas:

(1) La República, Montevideo, 28-8-10.

(2) Zaman, Ankara, 7-12-10.

(3) Robert Wright, “A U.N. Plan for Israel”, The New York Times, 13-12-10.

(4) Ignacio Klich, “Lula en Medio Oriente”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, abril de 2010.

(5) Ignacio Klich, “Medio Oriente en América del Sur”, Le Monde Diplomatique, edición Cono Sur, enero de 2010.

(6) Eli Bardenstein, “Exclusive: Defense industries take Brazil”, Maariv, Tel Aviv, 1-12-10.

(7) Inspirado en la UE, que excluye de las preferencias comerciales acordadas a Israel los productos provenientes de las tierras palestinas ocupadas, Shaath visitó el Cono Sur con el objetivo de también incorporar ese mecanismo en el acuerdo Mercosur-Israel. Tal gestión mereció un pronunciamiento favorable de un grupo de legisladores chilenos.

(8) Chris McGreal y Harriet Sherwood, “Israel faces tougher line from EU”, The Guardian, Londres, 10-12-10.

(9) Larbi Sadiki, “Sex, lies and diplomatic cables”, Al Jazeera, Doha, 6-12-10.

(10) Véase Ignacio Klich, “En Amérique Latine, les thèses de l’OLP gagnent lentement du terrain”, Le Monde diplomatique, París, diciembre de 1981.

Fuente: Le Monde Diplomatique | el Dipló 139 | enero 2011 | Página 11

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